La quinta enfermedad o el eritema infeccioso es una afección que principalmente afecta a los niños. Recibe este nombre porque fue la quinta enfermedad de las seis clásicas de la infancia que se presentan como una erupción cutánea.
El parvovirus humano B19 es el agente causal de esta enfermedad. A pesar de su prevalencia durante la niñez, también puede ser contraída por adolescentes y adultos, aunque aquellos que la padecen pueden desarrollar inmunidad de por vida tras contraerla. En ese contexto, se estima que un 60% de los adultos han tenido una infección por parvovirus b19 durante la infancia y no se han dado cuenta debido a la levedad de los síntomas.
Es una enfermedad altamente contagiosa que se propaga a través de las secreciones respiratorias
Esta infección comienza con una tipología de síntomas leves similares a los de un resfriado: fiebre, dolor de cabeza, goteo nasal, dolor muscular y malestar general. Al cabo de unos días, aparece una erupción rojiza en la cara en forma de “bofetada” que puede extenderse al torso y extremidades, también pueden durar semanas, especialmente si el paciente se expone en exceso al sol y el calor.
No se constituye como una enfermedad grave aunque aquellos con sistemas inmunológicos debilitados o con ciertos trastornos sanguíneos, la infección por parvovirus B19 puede ser más severa y requerir tratamiento. Por eso conviene prestar atención a los síntomas. En los casos más severos, los síntomas pueden incluir dolor en las articulaciones y de garganta. Siendo particularmente peligrosa para las mujeres embarazadas que no han padecido previamente la infección y pueden desarrollar una anemia grave en el feto. Aunque no es común, es mejor limitar el contacto con niños infectados.
DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO
El parvovirus B19 es un virus de la familia Parvoviridae. Su transmisión se da principalmente a través de las gotas de saliva que se expulsan a toser o estornudar. También se puede transmitir a través de la sangre, especialmente en el caso de las mujeres embarazadas que pueden pasar la infección a sus bebés no nacidos. Cuando el virus está dentro se replica en la médula ósea, resultando en una gran variedad de síntomas.
No obstante, la sintomatología tiende a ser leve siendo imperceptible en la gran mayoría de los casos. Sin embargo, podemos reconocer la presencia de este virus ante una erupción en forma de “bofetada”, en la zona de las mejillas. Junto con la sintomatología típica de un resfriado. Para un diagnóstico definitivo, puede ser necesario realizar pruebas de laboratorio para detectar la presencia del parvovirus humano B19 en la sangre a través de una analítica.
Atender a los síntomas es crucial para evitar enfermedades secundarias procedentes del virus como son la anemia. De cara a tratar la quinta enfermedad, las estrategias se centran en el alivio de los síntomas secundarios, puesto que el propio cuerpo se encarga de combatir la enfermedad por sí solo. Puede incluir medicamentos para reducir la fiebre, descanso e hidratación para ayudar al organismo a recuperarse. Cabe recordar que es una enfermedad viral, por lo que los antibióticos no son efectivos contra ella, mejor buscar un tratamiento para aliviar el malestar general y ayudar al cuerpo a recuperarse.
Por otro lado, la higiene y el aislamiento del niño infectado es vital. Es una enfermedad altamente contagiosa que se propaga a través de las secreciones respiratorias, como la saliva y los estornudos. Por lo tanto, es vital enseñar a los niños a cubrirse la boca al toser o estornudar y a lavarse las manos regularmente.