El síndrome antifosfolípido (SAF) es una enfermedad reumática autoinmune sistémica que se caracteriza por la producción de autoanticuerpos (AAF) que actúan contra componentes de las propias células o tejidos. Sus síntomas más frecuentes son la trombosis o las complicaciones durante la gestación. Con una prevalencia de 40-50 casos por cada 100.000 habitantes, esta enfermedad supone un riesgo para aquellas mujeres que plantean ser madres, como recuerda la Sociedad Española de Reumatología (SER).
La producción de trombos en estos pacientes se da a todas las edades, siendo destacable en las personas menores de 60 años que no sufren comúnmente ni trombosis venosa ni arterial. Para evitarlos es esencial mantener un estilo de vida saludable con alimentación sana, ejercicio físico regular y evitar el tabaco, así como controlar todos los factores de riesgo cardiovascular. Además, es una enfermedad caracterizada por otros síntomas como la valvulopatía cardiaca, epilepsia o mielitis transversa y está asociada frecuentemente con el lupus.
El seguimiento de los pacientes con SAF lo realizará un equipo multidisciplinar con experiencia y que esté compuesto por un reumatólogo, un hematólogo y un obstetra, en el caso de pacientes embarazadas.
Una terapia establecida por un especialista en Reumatología permite "el éxito del embarazo en el 70% de los casos", como explica la SER
En el caso de las mujeres que quieren tener un hijo y tienen SAF es importante que planifiquen el embarazo. Este síndrome provoca abortos de repetición o partos prematuros, una terapia establecida por un especialista en Reumatología, como explica la SER con motivo de la campaña de concienciación 'Ponle nombre al reuma', permite "el éxito del embarazo en el 70% de los casos".
El tratamiento del síndrome antifosfolípido es diferente si es trombótico, mediante anticoagulación oral (medicamentos para hacer la sangre más fluida); o solo obstétrico, en el que se debe administrar dosis bajas de ‘Aspirina’ y un anticoagulante inyectable (heparina) durante todo el embarazo. Además, es importante que sigan manteniendo unos hábitos de vida saludable para el control de factores de riesgo cardiovascular.
Como refleja la SER, el pronóstico general para la mayoría de los pacientes con SAF es bueno. Con el tratamiento correcto y cambios en el estilo de vida (evitar el sobrepeso, el tabaco, el reposo prolongado, la toma de la mayoría de los contraceptivos orales, y la terapia hormonal sustitutiva tras la menopausia), la mayoría de los pacientes se mantienen sin episodios agudos de trombosis.