El auge de los ultraprocesados, principal fuente de sodio en la dieta de niños y adultos, tiene relación con enfermedades cardiovasculares e hipertensión.
Por ello, DKV y el nutricionista creador del movimiento 'Realfooding', Carlos Ríos, han lanzado el manifiesto 'Por un consumo responsable de la sal', con el objetivo de divulgar los riesgos, las causas y las consecuencias para la salud humana de un consumo abusivo de sal, especialmente a través de productos ultraprocesados.
Este manifiesto, enmarcado en el Instituto DKV de la Vida saludable, cierra la trilogía que ha tratado los efectos sobre la salud del consumo excesivo de azúcar y grasas saturadas. Esta iniciativa muestra del compromiso de DKV con la salud y para promover una alimentación responsable y avanzar en su misión de investigar, divulgar, y actuar juntos por una humanidad más saludable.
El uso relativamente alto de la sal en muchas sociedades se volvió común hace unos 10.000 años con el fin de conservar alimentos, y las estimaciones de su consumo se sitúan en cifras muy similares a las actuales. Entonces, ¿por qué existen ahora tantos problemas vinculados a la sal?
El auge del procesamiento de alimentos ha sido significativo en los últimos 150 años con procesados mucho más ricos en sodio, pero también en otros ingredientes dañinos para la salud, como azúcares añadidos o grasas refinadas. De hecho, el 70%-75% del sodio consumido procede de la ingesta de alimentos altamente procesados. Los ultraprocesados contribuyen, de media, aproximadamente al 50% de la ingesta total energética de todos los países occidentales. En España, su contribución es ligeramente inferior, situándose entre el 24 y el 32%.
El 70%-75% del sodio consumido procede de la ingesta de alimentos altamente procesados
Aun así, tal es la contribución de los ultraprocesados a la ingesta de sodio, que las personas que más consumen reportan una cantidad promedia de unos 1.400mg más de sodio al día en comparación con los que menos ultraprocesados ingieren.
Como explica el estudio, el cambio en el suministro de alimentos puede estar detrás de la mayor parte de enfermedades tradicionalmente vinculadas al consumo de sal, enfermedad cardiovascular o hipertensión, el factor de riesgo que más contribuye a la mortalidad del mundo.
El manifiesto destaca también que mediante los alimentos que son fuentes naturales de sodio, como carnes, pescados, huevos o quesos, se pueden obtener las cantidades suficientes y necesarias, ya que el sodio es un mineral esencial cuyo consumo no debe comprometerse.
Por tanto, el manifiesto pone énfasis en que la ingesta recomendada de sodio para la población general adulta es de 2,0 g al día. Aunque ver deficiencias de sal y sodio en la población es improbable, tampoco es imposible ni recomendable.
Hoy en día, la sal es una de las principales fuentes de yodo de la población, y limitar su ingesta podría incrementar problemáticas vinculadas a su bajo consumo. Por su parte, la depleción de sodio puede tener efectos sobre el comportamiento alimentario, además de poder inducir fatiga y síntomas depresivos, según estudios en animales.
LA RELACIÓN CON EL AZÚCAR
Además del aumento de hipertensión y enfermedad cardiovascular en las últimas décadas, han ido a la par enfermedades como la diabetes, obesidad y, en general, distintas enfermedades crónicas. El Globan Burden of Diseases, Injuries and Risk Factors Study decretó que el auge de las dietas insanas está altamente vinculado al incremento de las enfermedades mencionadas y 11 millones de muertes en el año 2017.
Este mismo estudio confirma que la ingesta media de sodio era de unos 6.000mg, un 86% más que la cantidad de referencia. Además, declaraba que el sodio parecía ser mucho más problemático al combinarse con otros ingredientes, como azúcares añadidos, tal y como se presenta en la mayoría de ultraprocesados. Así, la reformulación de productos debería estar más orientada en buscar ingredientes de mayor calidad, y no tanto en reducir, sin llegar a eliminar, compuestos insalubres.
¿CÓMO REDUCIR EL CONSUMO?
Dado que la ingesta de sodio es elevada en 181 de 187 países en el mundo, sería recomendable la implementación de estrategias que pasen por la reducción del consumo de ultraprocesados, además de ayudar a reducir el consumo de otros ingredientes críticos previamente mencionados, como los azúcares añadidos o las grasas refinadas.
Además, se recomendaría educación nutricional en casa, incluyendo la identificación de fuentes ocultas de sodio, el uso de métodos de cocina alternativos o el fomento de alternativas a la sal.