Cultura de la dieta, violencia institucional o discriminación: ¿qué hay detrás del aumento de TCA?

El Instituto de las Mujeres publica un nuevo estudio sobre el impacto de los estereotipos de género en los trastornos de la conducta alimentaria y analiza la autopercepción que las jóvenes tienen de sus cuerpos

El Instituto de las Mujeres publica un nuevo estudio sobre el impacto de los estereotipos de género en los TCA (Foto. Freepik)
6 agosto 2024 | 16:00 h
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En España, entre el 4,1% y el 6,4% de las mujeres desarrollan al año uno de los cuadros incluidos en los trastornos de la conducta alimentaria (TCA), según la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia. El número de casos en el mundo se ha duplicado en los últimos 18 años, pasando de una prevalencia del 3,4% de la población al 7,8% entre 2000 y 2018. Sin embargo, se trata de cifras inexactas que podrían ser aún mayores, ya que los TCA están infradiagnosticados. Todo ello hace que el conjunto de los trastornos alimentarios esté despertando una gran alarma social.

Los desórdenes alimentarios se inician a edades cada vez más tempranas, y esto está relacionado con enfermedades mentales en la edad adulta como la ansiedad, la depresión o los comportamientos autolesivos. Se trata de una situación que preocupa desde hace años a quienes trabajan en el ámbito sanitario, especialmente por la falta de aceptación y conciencia de la enfermedad.

Ante este escenario, el Instituto de las Mujeres ha publicado el estudio “Mujeres jóvenes y trastornos de conducta alimentaria. Impacto de los roles y estereotipos de género”. El documento trata de una investigación que ha analizado la influencia que los roles y estereotipos de género tienen en mujeres jóvenes que padecen o han padecido TCA. Este estudio ha sido realizado por la psicóloga y profesora universitaria María Calado Otero, y tiene el objetivo de exponer cuáles son los factores de protección y riesgo ante los trastornos alimentarios, además de analizar cuál es la autopercepción que las jóvenes tienen de sus cuerpos.

Se ha puesto de manifiesto cómo las mujeres reciben comentarios que descalifican sus cuerpos, multiplicando su insatisfacción corporal y baja autoestima

La autora busca visibilizar las experiencias de discriminación y violencias corporales que padecen estas mujeres y despertar la autoconciencia ante las situaciones de desventaja vinculadas a la imagen corporal de las mujeres. Para ello, la investigación ha seguido una metodología dividida en tres fases: grupos de discusión con profesionales o activistas, grupos de discusión con mujeres que padecen o han padecido trastornos alimentarios y una encuesta en línea respondida por más de 660 mujeres de entre 18 y 30 años que padecen o han padecido un TCA.

Gracias a ello se ha puesto de manifiesto cómo las mujeres reciben, cada día, comentarios que descalifican sus cuerpos, multiplicando su insatisfacción corporal y baja autoestima y convirtiendo los trastornos alimentarios en un “desorden cultural”. Así se extrae del documento que el estigma del peso en los cuerpos no normativos y las situaciones de presión por parte del entorno cercano pueden estar detrás de esta situación. También se pone el foco en la violencia institucional vivida en la atención médica: según los testimonios de las mujeres con TCA que tienen cuerpos no normativos, estas suelen evitar ir al médico por miedo a ser humilladas por su peso.

Situaciones de este tipo repercuten en su salud mental, pues se sienten señaladas, estigmatizadas, infravaloradas, humilladas y discriminadas. La cultura de la dieta es otro factor importante, ya que estas mujeres se someten a ciclos de dietas interminables. En este contexto, la investigación expone cómo el Índice de Masa Corporal (IMC), que se usa como indicador de cuerpos normativos, fue diseñado hace 200 años con fines estadísticos. En él, no se tienen en cuenta variables como la masa muscular o la densidad ósea, por lo que es criticable su empleo como un índice de salud individual o general.

Paralelamente a esto, el estudio también señala a los medios de comunicación, redes sociales e industria audiovisual como responsables de esta situación. Según las conclusiones de la investigación, estos agentes de socialización reproducen estereotípicamente cuerpos no saludables y los convierten en normativos, estigmatizan aquellos que no se adaptan a los cánones y distorsionan la diversidad corporal humana asociando delgadez con belleza y éxito.

“En sus discursos, se observa que llevan a cabo menos comparaciones sociales y que tienen un pensamiento crítico elaborado sobre las presiones socioculturales que reciben las mujeres”

Por otro lado, el documento también revela algunas percepciones de las mujeres con TCA. Preguntadas por ello, el 87,6% de las encuestadas considera necesaria la representación de las mujeres con diversidad corporal, más del 82% subraya la importancia de no hablar del cuerpo ni del aspecto físico de las mujeres y la necesidad de desvincular la salud del peso y el 90,7% propone no asociar el éxito de una mujer con su peso corporal o su apariencia física. En la investigación, Calado Otero profundiza en todas estas cuestiones para incidir en la necesidad de poner en marcha transformaciones sociales que den paso a una sociedad que promueva una imagen corporal positiva, basada en el bienestar social, físico y emocional.

En lo relativo a cómo superar la enfermedad de forma consciente, las mujeres que han participado en el estudio señalan, junto al tratamiento de salud mental recibido, dos maneras específicas: profundizar más en el trastorno alimentario a través de su profesión (nutricionistas, psicólogas o artistas) y el activismo antigordofobia. “En sus discursos, se observa que llevan a cabo menos comparaciones sociales y que tienen un pensamiento crítico elaborado sobre las presiones socioculturales que reciben las mujeres”, señala Calado en la investigación.

Entre las acciones a desarrollar, se incide en la necesidad de cambiar los roles y estereotipos de género que continúan presentes en la cultura patriarcal y llevar a cabo campañas de sensibilización y concienciación contra las discriminaciones vinculadas a la imagen corporal y la cosificación del cuerpo de las mujeres. Estas acciones deben ir dirigidas a jóvenes, familias y comunidad médica y educativa, además de a industrias como la farmacéutica y sector audiovisual, comunicación, moda o alimentación.

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