Un elevado número de la población infantil y adolescente padece dolor causado por diferentes patologías. En concreto, se trata de entre un 15 y un 30 por ciento de los jóvenes. Cuando los adolescentes, además de estas dolencias persistentes presentan problemas de salud mental, como la ansiedad o la depresión, la situación se agrava puesto que estas afecciones provocan que los jóvenes recurran desesperadamente a medicamentos sin ningún tipo de preescripción o recomendación médica.
Un nuevo estudio, realizado por investigadores de la Cátedra de Dolor Infantil de la Universidad Rovira y Virgili ha identificado factores psicológicos que explican, en parte, el uso de medicamentos para controlar el dolor entre la población adolescente que lo sufre de manera crónica. La investigación, por lo tanto, evidencia que para mejorar el tratamiento y la gestión del dolor crónico hay que tener en cuenta estos factores psicológicos, como por ejemplo la ansiedad y, sobre todo, los pensamientos negativos que acostumbran a tener las personas con dolores persistentes.
"El estudio muestra que, más allá de la intensidad y la interferencia del dolor, los pensamientos negativos, catastróficos, que tienen relación con el dolor explican significativamente el uso de medicamentos para mitigarlo. Los datos ponen de manifiesto que quizás los fármacos no se utilizan adecuadamente, como se podría esperar en función de la intensidad o del impacto del dolor ", asegura Jordi Miró, director de la Cátedra de Dolor Infantil y coordinador del grupo de investigación ALGOS de la URV.
"Los pensamientos negativos, catastróficos, que tienen relación con el dolor explican significativamente el uso de medicamentos para mitigarlo"
Según Miró, los pensamientos catastróficos, es decir, que el paciente haga una montaña de lo que le está sucediendo, que piense en posibles repercusiones futuras o que muestre desconfianza en la capacidad propia para hacerle frente, es lo que hace que se perciba el dolor como más intenso y que se haga un abuso de la medicación. Son los adolescentes con estos pensamientos más negativos los que toman medicamentos con más asiduidad.
Jordi Miró explica que, si estos datos se confirman en futuras investigaciones, "los programas de tratamiento tendrán que tener muy en cuenta los pensamientos de los pacientes,puesto que si se consigue modificarlos, hacer que tengan una actitud menos negativa, se podrá ayudar a gestionar mejor el dolor y a utilizar la medicación de una manera más adecuada".
El estudio ha sido realizado a partir de encuestas a 320 adolescentes de 12 a 18 años de Reus que forman parte de un estudio epidemiológico longitudinal en escuelas e institutos iniciado hace cinco años por el grupo de investigación ALGOS, en que se recogen periódicamente datos diversos para tener la máxima información y así desarrollar programas que mejoren la prevención y el tratamiento del dolor crónico.
En este sentido, el Camp de Tarragona cuenta con el programa para el estudio y el tratamiento del dolor crónico infantil del hospital Sant Joan de Reus, gestionado por el equipo de Jordi Miró, un servicio gratuito, único en España y de los pocos en el ámbito europeo, que desde la Cátedra de Dolor Infantil de la URV reivindican por su gran utilidad a la hora de hacer frente a una problemática que va en aumento. Según estudios recientes de esta cátedra, el dolor crónico entre la población infantil y juvenil ha aumentado nueve puntos los últimos 15 años.