En el Día del Niño, la Sociedad Española de Radiología Médica (Seram) pone de manifiesto que la radiografía simple y la ecografía son las pruebas de imagen más frecuentes en el diagnóstico por imagen en pediatría. La radiología simple del tórax es una prueba habitual para problemas respiratorios tan recurrentes en la población infantil, y para la valoración osteoarticular ante traumatismos y contusiones igualmente habituales en el niño.
La ecografía permite explorar la práctica totalidad del cuerpo de los niños porque tienen poca grasa corporal, lo que proporciona una imagen con mucho detalle en la ecografía, en especial de abdomen y pelvis. También ofrece como beneficios importantes el hecho de utilizar ultrasonidos y no radiaciones ionizantes, por lo que se puede repetir la prueba las veces que se considere y no requiere procedimientos de sedación.
Otro gran beneficio de la ecografía es la posibilidad de trasladar el equipo a las unidades de cuidados intensivos y a las salas de aislamiento en pacientes inmunodeprimidos o en aislamiento preventivo. Esta posibilidad es fundamental cuando se trata de patología del prematuro o del recién nacido en estado crítico al permitir poder realizar las pruebas en la propia incubadora.
La ecografía abdominal es la más solicitada porque permite aproximar el diagnóstico de muy diversas patologías, entre otras, las relacionadas con las frecuentes malformaciones nefrourológicas, o bien descartar problemas agudos en la urgencia como apendicitis y torsión testicular u ovárica.
Según el doctor Francisco Menor Serrano, miembro de la Seram y jefe de la Sección de Radiología Infantil en el Hospital Universitario y Politécnico La Fe, “con la ecografía se puede acceder a la cavidad craneal hasta aproximadamente el año de vida, mientras las fontanelas están permeables, para hacer una aproximación diagnóstica inicial a las malformaciones encefálicas, la patología isquémico-hemorrágica y la valoración del sistema ventricular, siendo fundamental en Neonatología. Y en las primeras semanas de vida incluso se puede explorar el canal raquídeo y su contenido al disponer de una “adecuada ventana acústica” dada la escasa osificación de los elementos posteriores de las vértebras que permiten el acceso de los ultrasonidos”.
DIFERENCIAS CON ADULTOS
Respecto a la patología, en el niño domina el capítulo de alteraciones congénitas y procesos malformativos en los distintos órganos y sistemas. Además, también existen algunas diferencias en las infecciones osteoarticulares que afectan al esqueleto en desarrollo.
Los diversos tumores encontrados en los niños difieren de los del adulto en frecuencia y estirpe histopatológica. Sin embargo, “la lectura de los hallazgos radiológicos de un tumor es similar a la del adulto, pero con una orientación diferente en cuanto al diagnóstico de probabilidad” apunta el doctor Menor.
En el niño hay estructuras en proceso de desarrollo que hay que conocer para no malinterpretar algunos de los hallazgos en imagen
Hay tres diferencias a remarcar entre la exploración de adultos y niños:
- El niño muestra una mayor sensibilidad a las radiaciones ionizantes dado su menor tamaño y el continuo crecimiento de sus órganos, por lo que el porcentaje de estudios mediante tomografía computarizada (TC) es muy inferior al realizado en el adulto
- Existe una mayor necesidad de sedaciones en el grupo pediátrico sobre todo para obtener estudios de resonancia magnética (RM) que requiere tiempos prolongados de exploración, entre 20 y 60 minutos
- El acompañamiento en los niños (por parte de la madre o el padre) en sala de exploración es un elemento de ayuda para obtener la colaboración espontánea y poder explorar al menor
El doctor Menor señala que “es muy importante ajustar protocolos específicos en el uso de pruebas de imagen que conlleven radiaciones ionizantes en los niños en función de edad y tamaño; además de considerar también dosis variables según patología. Por ejemplo, para una TC craneal de control de talla ventricular reduciremos entre un 50 y un 70% la dosis habitual, y para valorar problemas de configuración del cráneo, tales como cierre precoz de las suturas craneales o disostosis craneofaciales, podremos reducir hasta 10 veces el impacto de radiación si lo comparamos con la TC craneal utilizada para explorar un niño con traumatismo cráneo-encefálico”.
La TC y la RM aumentan la precisión diagnóstica y resultan fundamentales en el seguimiento de pacientes oncológicos, aunque requieren a menudo, sobre todo la RM, de sedación.
La TC es la técnica que más contribuye a la dosis colectiva de radiaciones ionizantes derivada del diagnóstico radiológico, de ahí que en el niño se valore siempre una posible alternativa de imagen diagnóstica con ecografía o con RM.
EL PAPEL DEL ESPECIALISTA EN RADIOLOGÍA
El especialista en Radiología pediátrica debe conocer las posibilidades y limitaciones de las distintas técnicas de imagen con el fin de seleccionar el tipo de prueba y el modo de realizarla. Mediante ecografía puede explorar las articulaciones, los músculos y tendones, el sistema vascular, el cuello, el contenido ocular, las complicaciones pleurales de infecciones pulmonares, el escroto y el abdomen-pelvis.
“Una información clínica adecuada en la solicitud de una prueba de imagen es una información primordial tanto para adecuar la técnica de imagen como para optimizar el protocolo de estudio que vamos a realizar al niño, y que, en la población infantil, se suele individualizar con mayor frecuencia que en el adulto” enfatiza el doctor Menor.
En el niño hay estructuras en proceso de desarrollo que hay que conocer para no malinterpretar algunos de los hallazgos en imagen. Especialmente, el esqueleto en fase de crecimiento puede generar conflicto de interpretación radiológica entre variantes de desarrollo normal y trazos de fractura o lesiones inflamatorias o, incluso, tumorales, de los huesos. El cerebro en desarrollo muestra cambios en imagen de RM hasta los 2 años de edad, cuyo desconocimiento puede causar errores diagnósticos.