La Organización Mundial de la Salud (OMS), con motivo de la celebración de la 75ª Asamblea Mundial de la Salud, ha presentado los resultados de los informes anuales sobre Estadísticas Sanitarias Mundiales relativas a los Estados miembros.
“Más de dos años después desde que comenzó la pandemia de Covid-19, el virus continúa causando importantes trastornos en la salud y en los sistemas sanitarios de todo el mundo. No solo se retrasa la prestación de los servicios de salud esencial, sino que la pandemia ha interrumpido los esfuerzos globales para monitorizar y rastrear los datos de salud, privando a los analistas e investigadores de información clave en un momento crítico”, expone en el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus en el prólogo del informe.
El informe de Estadísticas Sanitarias Mundiales es la compilación anual de la OMS sobre los indicadores relacionados con la salud de sus 194 Estados miembros, publicado desde 2005. En la edición de este 2022 se han revisado más de 50 indicadores relacionados con la salud enfocados a la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y las metas de los Tres Mil Millones de la OMS.
El documento proporciona una descripción general del progreso hacia el logro de los ODS, incluyendo el impacto que tenido la pandemia. Antes de la aparición del SARS-CoV-2 las tendencias se mostraban como favorables en varios puntos. Se han experimentado reducciones en el consumo de alcohol y tabaco, mejoras en el acceso a sistemas de agua y saneamiento, higiene básica y uso de combustibles limpios. Por el contrario, la obesidad ha aumentado en todas las etapas de la vida, al igual que la anemia entre las mujeres, la hipertensión en los adultos o el aumento de los niveles de contaminación atmosférica.
“El impacto total de la pandemia en estos factores de riesgo aún no se conoce a nivel mundial, sin embargo, la evidencia disponible sugiere que muchos de los servicios relevantes se han interrumpido con consecuencias potencialmente dramáticas y negativas”, expone el informe de la OMS.
Uno de los principales factores de riesgo para la salud y la consecución de los ODS es la malnutrición, causa directa de retrasos en el crecimiento. En 2020, a nivel global, 149,2 millones de niños menores de cinco años (22% de todos los menores de cinco años) presentaban problemas en su crecimiento como consecuencia de la malnutrición. A pesar de que supone una reducción del 27% respecto al año 2000, nos encontramos con altos porcentajes en el continente africano (31,7%) y Asia sudoriental (30,1%).
Para cumplir con las metas se requiere un enfoque de liderazgo centrado en los riesgos de mortalidad y morbilidad prematuras, como el consumo de tabaco, la contaminación del aire, los accidentes de coche, los trastornos mentales, la obesidad y el cambio climático que serán palancas clave para aumentar la cantidad de vidas saludables
Hasta 45,4 millones de niños menores de cinco años tenían en 2020 un peso por debajo del recomendado para su edad, con 13,6 millones de estos niños en niveles preocupantes. Estos son susceptibles no solo de retrasos y problemas en su desarrollo, sino que tienen mayor riesgo de mortalidad debido a sus sistemas inmunes debilitados. En el lado contrario vemos que 38,9 millones de niños menores de cinco años tenían sobrepeso u obesidad, con las consiguientes consecuencias perjudiciales para su salud.
La anemia provoca una reducción tanto de la capacidad física como mental y, sin embargo, muchas veces pasa desapercibida. Durante el embarazo se asocia con resultados maternos adversos, parto prematuro, bajo peso al nacer, aumento de la mortalidad materna y déficit de hierro en el recién nacido. En 2019 la prevalencia mundial en mujeres de entre 15 y 49 años de edad era del 59,9%, con mayor prevalencia entre las embarazadas. A pesar de que la tasa de prevalencia se mantiene similar a la registrada en el año 2000 ha aumentado el número de mujeres que padecen anemia.
La OMS ha fijado como un prioridad la eliminación de las grasas trans para 2023 ya que su consumo aumenta el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. En 2021 entraron en vigor políticas para su control y mejores prácticas en 40 países en los que viven alrededor de 1.400 millones de personas. El problema es que la mayoría de pasos se han dado en países de altos ingresos.
La hipertensión aumenta significativamente los riesgos de enfermedades cardíacas, cerebrales y renales. Se estima que la cifra de adultos con hipertensión con edades comprendidas entre los 30 y los 79 años ha pasado de los 650 millones a 1.280 millones de personas entre los años 1990 y 2019.
La OMS está monitorizando el progreso general de los factores de riesgo y prevé que casi se alcancen las metas fijadas para 2023. Sin embargo, esto es solo una cuarta parte del ritmo necesario para lograr los ODS para 2030. Antes de la pandemia las estimaciones sugerían que 900 millones más de personas disfrutarían de una mejor salud y bienestar en 2023 en comparación con 2018. El progreso actual refleja que las mejoras realizadas en el acceso a combustibles domésticos limpios, agua potable y saneamiento y control del tabaco se acercan a las previsiones.
Otros problemas, como la obesidad y la malnutrición se han estancado e incluso empeorado. Para cumplir con las metas se requiere un enfoque de liderazgo centrado en los riesgos de mortalidad y morbilidad prematuras, como el consumo de tabaco, la contaminación del aire, los accidentes de coche, los trastornos mentales, la obesidad y el cambio climático que serán palancas clave para aumentar la cantidad de vidas saludables.