Los avances que se han producido en campos como la medicina o la tecnología, sumados a otros como la ampliación de las coberturas sanitarias o mejores hábitos alimenticios, se han traducido en una mejora de nuestra calidad que ha permitido aumentar progresivamente la esperanza de vida. Una vida más larga representa una oportunidad importante no solo a nivel individual, sino también como sociedad. Los años adicionales de vida que hemos ido ganando a en las últimas décadas dependen, en gran medida, de un factor: la salud.
Basta un rápido vistazo a las tendencias demográficas para ser conscientes de que las sociedades, especialmente en los países más desarrollados, tienden hacia el progresivo envejecimiento de la población. Las previsiones realizadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) estiman que entre 2015 y 2050 la población mayor de 60 años pasará de representar los 900 millones a cerca de 2.000 millones, es decir, del 12 al 22% de la población total del mundo.
El envejecimiento biológico se asocia vagamente con la edad que las personas tenemos en años, pero podemos encontrar a algunas personas de 80 años con capacidades físicas y mentales como una de 20. En el lado contrario podemos encontrar personas cuyas capacidades físicas y mentales comienzan a verse mermadas desde edades muy tempranas. Cierto es que, aunque algunas variaciones de salud en las personas mayores encuentran su origen en causas genéticas, pero la mayoría se deben a su entorno físico y social, hábitos de vida y comportamientos de salud. Un aspecto muy importante y sobre el que no siempre se resta atención, es que estos factores comienzan a ejercer su influenza desde la infancia lo que significa que las personas que crecen en entornos desfavorecidos tienen mayores probabilidades de padecer problemas de salud y de contar con acceso a los servicios de asistencia sanitaria que puedan requerir.
Razones por las que son las personas mayores en los países de medios y bajos ingresos las que soportan una mayor carga de enfermedades que las que viven en naciones con mayores recursos. En este sentido, ponemos el foco en las enfermedades no transmisibles (también conocidas como “crónicas”). Estas tienden a ser de larga duración y resultan de la combinación de factores genéticos, fisiológicos, ambientales y conductuales. Las principales enfermedades no transmisibles se agrupan en: cardíacas (como los accidentes cerebrovasculares o los infartos), cáncer, enfermedades respiratorias crónicas (como la EPOC) y la diabetes.
Las previsiones realizadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) estiman que entre 2015 y 2050 la población mayor de 60 años pasará de representar los 900 millones a cerca de 2.000 millones, es decir, del 12 al 22% de la población total del mundo
Según las cifras hechas públicas por la OMS en 2021, las enfermedades no transmisibles provocan la muerte de más de 41 millones de personas cada año. Una cifra que equivale al 71% de las muertes que se producen en el mundo. Cada año mueren por este tipo de enfermedades alrededor de 15 millones de personas con edades comprendidas entre los 30 y los 69 años. Más del 85% de los decesos que se producen de forma prematura como consecuencia de las enfermedades no transmisibles tienen lugar en países de bajos y medianos ingresos.
Independientemente de donde viva, estas son las principales causas de muerte de las personas mayores en todo el mundo como consecuencia de las enfermedades no transmisibles:
- Enfermedades cardíacas.
- Accidentes cerebrovasculares.
- Enfermedades pulmonares crónicas.
Si atendemos a las principales causas de discapacidad, destacan:
- Deficiencias sensoriales (particularmente en países de ingresos bajos y medianos bajos).
- Dolor de espalda y cuello.
- Enfermedad pulmonar obstructiva crónica (particularmente en países de ingresos bajos y medianos bajos).
- Trastornos depresivos.
- Caídas.
- Diabetes.
- Demencia.
- Artrosis.
PRINCIPALES FACTORES DE RIESGO
Factores de riesgo comportamentales modificables
Hablar de comportamientos modificables es hacerlo del consumo de tabaco, falta de actividad física, dietas poco saludables o el uso nocivo del alcohol.
Las previsiones realizadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) estiman que entre 2015 y 2050 la población mayor de 60 años pasará de representar los 900 millones a cerca de 2.000 millones, es decir, del 12 al 22% de la población total del mundo
Todos factores que incrementan significativamente el riesgo de enfermedades no transmisibles.
- El tabaco se cobra más de 7,2 millones de vidas al año (si se incluyen los efectos de la exposición al humo ajeno), y se prevé que esa cifra aumente considerablemente en los próximos años.
- Unos 4,1 millones de muertes anuales se atribuyen a una ingesta excesiva de sal/sodio.
- Más de la mitad de los 3,3 millones de muertes anuales atribuibles al consumo de alcohol se deben a enfermedades no transmisibles, entre ellas el cáncer.
- Unos 1,6 millones de muertes anuales pueden atribuirse a una actividad física insuficiente.
Factores de riesgo metabólicos
Los factores de riesgo metabólicos contribuyen a cuatro cambios metabólicos fundamentales que aumentan el riesgo de padecer una enfermedad no transmisible:
- El aumento de la tensión arterial.
- El sobrepeso y la obesidad.
- La hiperglucemia (concentraciones elevadas de glucosa en la sangre).
- La hiperlipidemia (concentraciones elevadas de grasas en la sangre).
En términos de muertes atribuibles, el principal factor de riesgo metabólico es el aumento de la presión arterial (al que se atribuyen el 19% de las muertes a nivel mundial), seguido por el sobrepeso y la obesidad y el aumento de la glucosa sanguínea.
El escenario observado muestra la importancia que juega el cuidado de la salud en la vejez. Un concepto que no debe ser entendido únicamente como la ausencia de enfermedad ya que todas las personas mayores pueden lograr el envejecimiento saludable para que los años ganados en esperanza de vida puedan disfrutarse y ser útiles para las sociedades de las que forman parte. Así es como debe entenderse la salud en la vejez.
Una concepción en la que desempeña un papel crucial cambiar el pensamiento de que los costes en salud y atención social en las personas mayores son un gasto, ya que tienen que ser vistos como una inversión.