Se precisa un cambio de paradigma en la atención a las personas con obesidad, situándose como principal reto asegurar el mantenimiento de su autonomía con la edad, la calidad de vida y la prevención del aumento de peso. En este contexto, juega un papel esencial el ejercicio físico y, por lo tanto, es determinante contar con recomendaciones prácticas actualizadas sobre el tipo de actividad física a realizar en el tratamiento del sobrepeso y la obesidad, todo ello dentro de las unidades médicas especializadas y en Atención Primaria, y con la estrecha colaboración de los centros deportivos.
Estas han sido algunas de las conclusiones derivadas de una sesión monográfica sobre ejercicio físico y dietoterapia celebrada este viernes 19 de noviembre en el XVII Congreso de la Sociedad Española de Obesidad (Seedo) que se está desarrollando en Málaga, donde se ha puesto especial énfasis en “la necesidad de concienciar al paciente de que la obesidad es una enfermedad, y que el entrenamiento puede ayudarle a evitar recaídas a largo plazo”, según el doctor Javier Butragueño, coordinador del Grupo de Trabajo de Ejercicio Físico y Obesidad de la Seedo. Quien considera que “la combinación de farmacología con el ejercicio podría tener un efecto positivo en la pérdida de peso graso y el mantenimiento de la masa muscular y su función”.
A juicio de este experto del Obesity Management School (Madrid), “la identificación de los mecanismos que median la respuesta adaptativa al ejercicio podría descubrir objetivos moleculares que guíen el diseño de nuevos medicamentos para tratar mejor enfermedades crónicas”.
Por su parte, el doctor César Bustos Martín, fundador de "No hay excusas y Pronaf", y vocal de la Seedo, aporta una clave esencial para alcanzar los mejores resultados en la mayor parte de los pacientes con sobrepeso y obesidad; en su opinión, “los programas de entrenamiento deben ser atractivos, adecuados a las expectativas del consumidor, flexibles para su uso en la vida real y asequibles y rentables para los servicios de salud”, afirma. Según señala, “el control del peso es un proceso de por vida, no un objetivo a corto plazo”. Asimismo, destaca que preguntar y evaluar, asesorar, asistir y organizar son premisas esenciales para alcanzar el éxito en un programa de pérdida de peso”.
La prescripción de ejercicio físico debe ser responsabilidad de los médicos, los centros deportivos y los pacientes
Según las últimas publicaciones sobre el entrenamiento y el manejo de la obesidad, para preservar la masa muscular durante la pérdida de peso, se recomienda un programa de entrenamiento de ejercicios basado en la fuerza del tren inferior y superior a una intensidad moderada-alta.
Para mejorar la sensibilidad a la insulina y aumentar la capacidad cardiorrespiratoria, se puede recomendar entrenamiento de resistencia cardiovascular, fuerza o la combinación de ambas; incluso si la persona con obesidad tiene una condición física adecuada, podría realizar entrenamientos en intervalos de alta intensidad (después de una evaluación exhaustiva del riesgo cardiovascular y bajo supervisión).
Tal y como se ha puesto de manifiesto en esta sesión científica, una buena capacidad muscular es capaz de regular el metabolismo de la glucosa y la resistencia a la insulina en personas con diabetes tipo II y obesidad. Como detalla Javier Butragueño, “el ejercicio se utiliza para generar respuesta a nivel metabólico, inmune y estructural; no solo debemos quedarnos con el gasto energético, ya que sería una equivocación y subestimaríamos el papel que tiene el músculo en la salud y en la enfermedad”.
El músculo esquelético comprende aproximadamente el 40% de la masa corporal humana total en un individuo de peso saludable. Juntos, el músculo esquelético y el corazón representan casi el 30% del consumo de energía en reposo y casi el 100% del aumento del consumo de energía durante el ejercicio. El mantenimiento del músculo esquelético es un proceso dinámico: se repara y regenera constantemente; sin embargo, la capacidad regenerativa del músculo esquelético disminuye en la obesidad.
En los pacientes que pierden peso tras un año de tratamiento, el ejercicio físico ha demostrado ser una de las herramientas más eficaces a la hora de mantener a largo plazo esta pérdida
El problema en los adultos con obesidad no es la sarcopenia (pérdida de masa, fuerza y funcionamiento de los músculos) sino la dinapenia (pérdida de la capacidad de generar fuerza) y, por ese motivo, “es fundamental centrarse en mejorar el componente metabólico y estructural del músculo”, indica el coordinador del GT de Ejercicio de Seedo. Las últimas investigaciones en ejercicio han mostrado que es posible mejorar la capacidad funcional incluso con más de 80 años, mostrando que nunca es tarde para mejorar y sumar calidad a los años de vida.
Actualmente, existen cambios en las recomendaciones de entrenamiento de fuerza sobre los descansos entre series, el volumen o la intensidad a la que se debe entrenar una persona con obesidad, e incluso el número de días necesario para conseguir mejoras a nivel metabólico. Sin embargo, como apunta Javier Butragueño, “estas recomendaciones quedan en el olvido si no son asumidas por la población; en este sentido, los centros deportivos y sus profesionales son los recursos más importantes al alcance de los ciudadanos para conseguir sus objetivos de salud relacionados con la creación y mantenimiento de un estilo de vida activo y saludable, siendo la pérdida de peso uno de los objetivos más importantes”.
Los investigadores abogan por incluir la prescripción de ejercicio físico en los tratamientos médicos; sin embargo, indica Butragueño, “la realidad es que se necesita de espacios y especialistas que pueden llevar a cabo esta labor, por lo que los gimnasios deben adaptarse a este contexto y formar parte del ecosistema de servicios que favorezca una sociedad más sana y saludable”.
Además, como recalca César Bustos, “la estrategia de ejercicio seleccionado en sujetos con sobrepeso yo obesidad, con el objetivo de mejorar los niveles de salud y de composición corporal relacionados con el ejercicio, debe ser evaluada por profesionales especializados en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, mientras que la estrategia nutricional y de alimentación debe recaer en un dietista–nutricionista”.