En la enfermedad de Parkinson, preparar bien la visita al neurólogo es primordial para una buena calidad de vida. ''Lamentablemente el tiempo de visita es limitado y hay que aprovecharlo al máximo. Este tiempo y cómo lo gestione el paciente puede condicionar los meses siguientes'', ha explicado Laura Morer, directora general de la Asociació Catalana per al Parkinson (ACAP). Por este motivo, ACAP, con la colaboración de la compañía biofarmacéutica AbbVie, ha celebrado una Jornada sobre enfermedad de Parkinson en Centre Cívic Josep M. Trias i Peitx de Barcelona.
De la mano del doctor Esteban Muñoz del Servicio de Neurología del Hospital Clinic de Barcelona, y la doctora Asunción Ávila del Servicio de Neurología del Hospital Sant Joan Despí Moisès Broggi, se ha realizado una descripción detallada de los síntomas motores y no motores de la enfermedad de Parkinson. Asimismo, se han facilitado una serie de pautas que ayuden a identificarlos y reconocer en qué fase de la enfermedad se encuentran, y, de esta forma, aportar recomendaciones que contribuyan a un mejor control y manejo de la enfermedad y, en definitiva, a una adecuada preparación de la visita al neurólogo.
En la enfermedad de Parkinson, preparar bien la visita al neurólogo es primordial para una buena calidad de vida
Entre otras pautas, se ha comentado la importancia de generar un diario donde ir anotando cualquier novedad desde la última visita, dudas y cualquier información o dato relevante que ayude a ir con las ideas claras. ''La idea es ofrecerles herramientas para que puedan identificar, priorizar y exponer qué les pasa entre visita y visita'', ha añadido la directora Laura Morer.
Se estima que la enfermedad de Parkinson afecta a más de 160.000 personas en España, unas 27.000 en Cataluña, de las cuales, un 37% presenta la enfermedad en estadio avanzado. Según el tipo de paciente y estadio, puede presentar diferentes síntomas que, en función avanza la enfermedad, van dificultando su calidad de vida. Los síntomas motores son los más conocidos, como la lentitud de movimiento, temblor, rigidez e inestabilidad postural, mientras que la sintomatología no motora suele ser menos conocida, como los trastornos del sueño, estreñimiento, problemas visuales, respiratorios o urinarios.
Según Morer, ''estos últimos a veces son invisibilizados y pueden llegar a afectar al paciente y la familia, incluso más que los motores. Es más, como está incrementando el conocimiento de este tipo de síntomas, que tienen que ver con el estado de ánimo, aceptación, etc., la demanda de terapia psicológica ha crecido, tanto destinada al paciente como a la persona cuidadora''.