Numerosos estudiantes y trabajadores neurotípicos, con motivo de aumentar su rendimiento, consumen potenciadores cognitivos. Sin embargo, una investigación de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) y la Universidad de Melbourne (Australia) ha demostrado que las personas que toman estos fármacos "inteligentes" podrían estar realmente inhibiendo su rendimiento y productividad.
Medicamentos como el metilfenidato se recetan habitualmente para el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), pero también los toman quienes no tienen un diagnóstico, en la creencia de que los fármacos mejorarán la concentración y el rendimiento cognitivo.
En cuatro ensayos aleatorios doble ciego realizados en Melbourne, cada uno con una semana de diferencia, los mismos 40 participantes sanos tomaron uno de los tres populares fármacos "inteligentes" (metilfenidato, modafinilo o dextroanfetamina) o un placebo. Se evaluó su rendimiento en una prueba diseñada para modelar la compleja toma de decisiones y la resolución de problemas presentes en nuestra vida cotidiana.
Los participantes que tomaron los fármacos experimentaron pequeñas disminuciones en precisión y eficacia, junto con grandes aumentos en tiempo y esfuerzo
Mientras que en estudios anteriores sobre los efectos de las drogas inteligentes se habían utilizado tareas cognitivas más sencillas centradas en la memoria o la atención, en el ensayo de Melbourne se realizaron actividades más complejas desde el punto de vista computacional que simulan mejor la dificultad de las tareas a las que se enfrenta la gente en la vida cotidiana.
Se pidió a los participantes que completaran un ejercicio conocido como el Problema de Optimización de la Mochila --o "tarea de la mochila"-- en el que se les daba una mochila virtual con una capacidad determinada y una selección de objetos de distintos pesos y valores. Los participantes tenían que encontrar la mejor manera de distribuir los objetos en la mochila para maximizar el valor total de su contenido.
En general, los participantes que tomaron los fármacos experimentaron pequeñas disminuciones en precisión y eficacia, junto con grandes aumentos en tiempo y esfuerzo, en relación con sus resultados cuando no tomaron los fármacos.
Por ejemplo, cuando se les administró metilfenidato --usado a menudo para tratar el TDAH en niños, pero cada vez más consumido por estudiantes universitarios que se preparan para los exámenes--, los participantes tardaron un 50% más de media en completar el problema de la mochila que cuando se les administró un placebo.
Además, los participantes que obtuvieron mejores resultados en la condición placebo que el resto del grupo tendieron a mostrar una mayor disminución del rendimiento y la productividad tras recibir el fármaco. En términos de "productividad", por ejemplo --el nivel de progreso por elemento movido dentro o fuera de la mochila-- los participantes en el 25% superior bajo placebo acabaron regularmente en el 25% inferior bajo metilfenidato.
Por el contrario, los participantes que tenían un rendimiento inferior en una condición de placebo sólo muy ocasionalmente mostraban una ligera mejoría después de tomar un fármaco.
El profesor Peter Bossaerts, Catedrático Internacional Leverhulme de Neuroeconomía de la Universidad de Cambridge, cree que es necesario investigar más para averiguar qué efectos tienen los fármacos en los usuarios sin TDAH.
Bossaerts: "En general, el rendimiento no aumentó, por lo que sigue habiendo dudas sobre cómo afectan las drogas a la mente de las personas y a su toma de decisiones"
"Nuestros resultados sugieren que, en realidad, estos fármacos no te hacen 'más inteligente' --afirma Bossaerts--. Debido a la dopamina que inducen los fármacos, esperábamos ver un aumento de la motivación, y sí que motivan a esforzarse más. Sin embargo, descubrimos que este esfuerzo provocaba un pensamiento más errático, en formas que podíamos precisar porque la tarea de la mochila había sido ampliamente estudiada en informática", añade.
"En general, el rendimiento no aumentó, por lo que sigue habiendo dudas sobre cómo afectan las drogas a la mente de las personas y a su toma de decisiones", subraya.
La doctora Elizabeth Bowman, investigadora del Centro para el Cerebro, la Mente y los Mercados de la Universidad de Melbourne y autora principal del estudio, afirma que los resultados demuestran que aún no se ha establecido la eficacia de los potenciadores farmacéuticos en nuestro rendimiento, cuando los utilizan personas neurotípicas para realizar tareas complejas cotidianas.
"Nuestra investigación demuestra que los fármacos que se espera que mejoren el rendimiento cognitivo de los pacientes pueden, en realidad, estar haciendo que los usuarios sanos trabajen más y, al mismo tiempo, produzcan un trabajo de menor calidad en un periodo de tiempo más largo", concluye Bowman.