El paciente polimedicado es aquel que toma más de cinco fármacos al mismo tiempo de manera crónica. También existe el polimedicado con alta carga terapéutica, que sería el que toma más de 10 y 15 medicamentos. Son pacientes pluripatológicos, mayores, con múltiples médicos, con frecuencia dependientes y principalmente mujeres. En general, estos pacientes suelen tener prescritos fármacos para el dolor, benzodiacepinas, antisicóticos, antidiabéticos, tratamientos para el riesgo vascular… explica a Consalud.es la Dra. María Teresa Molina, farmacéutica de Atención Primaria (SEFAP).
Ante el envejecimiento y las nuevas terapias que han permitido cronificar enfermedades que hasta entonces eran mortales, la polimedicación está en ascenso. “Es un fenómeno que se está produciendo en todo el mundo desarrollado”, matiza la experta. En 2012, la Dra. Molina participó en un estudio en el distrito de Sevilla y Jerez sobre la prevalencia de polimedicación en mayores de 65 años. “Encontramos que casi el 50% de estos pacientes eran polimedicados, con un promedio de nueve fármacos”, cuenta para la Dra. María Teresa Molina.
A nivel nacional, según un estudio del Grupo de Trabajo en Utilización de Fármacos de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), de 2005 a 2015 el porcentaje de población mayor de 14 años con cinco o más fármacos prescrito simultáneamente se triplicó pasando de 2,5% a 8,9%. Y en cuanto a la polimedicación excesiva, esta se multiplicó por 10 durante esta década.
“Las complicaciones relacionadas con los medicamentos, como efectos secundarios diversos, cuadros confusionales o caídas suponen un tercio de las consultas en Urgencias”
Un crecimiento que es previsible que siga en aumento, señala el Dr. Miguel Ángel Hernández, coordinador del Grupo de Trabajo en Utilización de Fármacos de la semFYC. Y que supone revisiones periódicas de tratamiento, ya que “las complicaciones relacionadas con los medicamentos, como efectos secundarios diversos, cuadros confusionales o caídas son el tercio de las consultas en Urgencias”, indica el Dr. Hernández.
Así, los médicos realizan un seguimiento con el objetivo de potenciar medidas no farmacológicas, adaptarse al entorno del paciente y a sus expectativas. O intentar deprescribir aquellos tratamientos que ya no son necesarios o que suponen un riesgo. “Hay que intentar reducir el número de fármacos por paciente, así como aquellos que pueden producir más complicaciones en un paciente determinado, por ejemplo las benzodiacepinas y otros psicofármacos en personas mayores”, señala el experto. También, continúa, se debe vigilar la aparición de cascadas terapéuticas, es decir, “la prescripción de medicamentos para paliar efectos secundarios de otros prescritos previamente, en lugar de retirar el fármaco inicial”. Todo ello sin embargo, no es sencillo.
BARRERAS EN LA ATENCIÓN DE LA POLIMEDICACIÓN
El aumento de la polimedicación, que ya tiene un importante peso en la atención sanitaria, supone tiempo en consulta para abordar a los pacientes y una coordinación entre Atención Primaria y especializada para llevar a cabo las prescripciones. Sin embargo, hay muchas barreras. Como señala el Dr. Hernández, la Atención Primaria "no dispone actualmente ni del tiempo por consulta ni de los medios necesarios para abordar adecuadamente el problema de la polimedicación”.
“Nos enfrentamos a un problema de Salud Pública con potencial para producir problemas en la salud de las personas”
Además del tiempo necesario para hacer la revisión a fondo y comunicar los cambios a los pacientes, la falta de coordinación entre primaria y hospitalaria hace que no siempre se coincida en criterios de prescribir y deprescribir. “Son especialmente críticas las situaciones de reagudización de patologías crónicas, que precisan de una buena comunicación para evitar ingresos hospitalarios o la transición entre Primaria y hospitalaria y viceversa en temas de ingresos, altas o consultas externas”, matiza el Dr. Hernández.
También se necesita formación sobre los criterios y procedimientos que se han de llevar a cabo con la polimedicación. Aunque el Dr. Hernández considera que hay una oferta suficiente de formación a través de semFYC y de los servicios de uso racional de los medicamentos de las Comunidades Autónomas, la Dra. Molina señala que por ejemplo en Andalucía son los farmacéuticos los que “estamos haciendo el papel de implantadores del programa y hacemos pre-revisiones como asesoria al médico” en los casos de prescripción y deprescripción.
Tiempo, recursos, medios, herramientas, comunicación… Todo ello son barreras que se necesitan mejorar para atender esta situación que cada vez afecta a un porcentaje mayor de la población. “Nos enfrentamos a un problema de Salud Pública con potencial para producir problemas en la salud de las personas, no tan espectacular como una pandemia, pero lento, progresivo y, de momento, poco controlado”, concluye el Dr. Miguel Ángel Hernández.