La dermatitis atópica (DA) es una enfermedad cutánea, inflamatoria crónica y recurrente que se estima que afecta a unos 2,8 millones de personas en España. Caracterizada por la sequedad de la piel y el picor, es frecuente encontrar pacientes con eccemas muy extensos, que ocupan casi la totalidad del cuerpo, heridas y costras de rascarse.
“Hay estudios que demuestran que el picor es el aspecto que más afecta y disminuye la calidad de vida de estos pacientes, por este motivo, en la mayoría de ellos lo primero que queremos conseguir es precisamente eso, que el picor cese y dejen de rascarse”, señala el Dr. Ignasi Figueras, especialista en Dermatología del Hospital Universitario de Bellvitge.
La DA es una enfermedad cutánea, inflamatoria crónica y recurrente que afecta a unos 2,8 millones de personas en España
Al hablar de dermatitis atópica con un nivel de severidad de moderada a grave, nada tiene que ver con la dermatitis atópica leve más comúnmente conocida. Para el doctor Figueras, es importante destacar que el picor de estos pacientes no es el mismo que sentimos cuando nos pica un mosquito, “muchos de ellos, cuando les preguntamos nos cuentan que aparte del picor notan otras sensaciones en la piel, como dolor, quemazón, molestia o malestar que también influyen mucho en su calidad de vida. Es importante tener en cuenta esto, porque es muy habitual. De hecho, algún estudio estima que hasta el 90% de los pacientes con DA tiene alguno de estos síntomas”, alega. En concreto, la prevalencia aproximada de la dermatitis atópica severa en España es de 30.000 personas.
En la misma línea se expresa Belén Delgado, paciente y vicepresidenta de la Asociación de Afectados por la Dermatitis Atópica (AADA), quien asegura que “el picor es el síntoma que caracteriza a todos los pacientes con dermatitis atópica”. “Cualquier persona que tenga dermatitis sufre picor en mayor o menor medida. Además, se trata del síntoma que más impacta en nuestra vida”.
CALIDAD DE VIDA
Este picor tan intenso tiene un fuerte impacto en la calidad de vida de quienes lo padecen y redunda en una pérdida considerable de la energía, la interrupción del sueño, impacto en enfermedades psiquiátricas, y restringe la vida social de los pacientes. Estas condiciones también tienen a su vez un impacto en el rendimiento escolar y en el rendimiento en el trabajo.
Según el informe realizado por la Asociación Europea de Pacientes con Alergias y Enfermedades Respiratorias (EFA), los pacientes con DA ven afectadas sus relaciones familiares y sociales. Además, el 81% de ellos trata de ocultar su enfermedad, el 78% se avergüenza del aspecto de su piel y un 73% teme ser rechazado.
Belén Delgado (AADA): “Es una enfermedad que induce a la soledad”
“Las lesiones, el picor, la falta de sueño, la falta de concentración… hacen que rindas menos en el trabajo e incluso que no te escojan para algún puesto debido a la apariencia física. La autoestima se encuentra muy dañada y somos personas que solemos aislarnos y evitar el contacto social y personal. Las relaciones familiares se deterioran y también las de pareja. Es una enfermedad que induce a la soledad”, lamenta la vicepresidenta de AADA.
RETOS FUTUROS
Mejorar la clasificación de los pacientes es para el doctor Figueras el principal reto en materia de DA. “Es esencial ser capaces de clasificar a los pacientes según sean leves, moderados o graves, porque en función de eso podremos escoger qué tratamiento es el más adecuado para cada uno de ellos. En este aspecto, no solo debemos centrarnos en herramientas/escalas que nos midan gravedad objetiva del paciente, sino que debemos manejar varias escalas a la vez que nos proporcionen información de distintos aspectos del paciente como gravedad, síntomas e impacto en la calidad de vida”.
Del mismo modo, señala como esencial “saber y entender” cuándo pautar un tratamiento sistémico. “Teniendo tratamientos eficaces como tenemos actualmente, no tiene ningún sentido dedicarnos a probar múltiples (muchos de ellos sin indicación para la enfermedad), sino que debemos actuar de manera más dirigida y con un plan preestablecido de tratamiento y objetivos”.
Por último, incide en la necesidad de conocer la opinión del paciente, “es importante preguntar al paciente qué es lo que realmente le molesta o peor lleva de la enfermedad, puesto que con esta pregunta sabremos en qué síntoma debemos actuar primero e ir controlándolo a lo largo de la evolución”.