La mujer cada vez tiene más protagonismo en la salud. No solo en el perfil profesional, donde son ellas quienes representan el mayor porcentaje de egresadas, sino que también ocupan cada vez más cargos de poder en diferentes servicios y destacan dentro del sector sanitario en la gran mayoría de especialidades. También la mujer tiene un rol esencial en otros ámbitos de la salud, especialmente en los relacionados con el papel de cuidadora.
De hecho, según los últimos datos del Instituto de Mayores y Servicios Sociales (IMSERSO), las mujeres cuidadoras representan un 87,9%. Esto quiere decir que 9 de cada 10 asumen labores de cuidados de personas que padecen alguna enfermedad y son dependientes en cuidados. Además, dentro del grupo de mujeres cuidadoras un 19% padece una enfermedad crónica.
Este perfil de mujer cuidadora con enfermedad crónica ha sido el protagonista del último informe presentado por la Plataforma de Organizaciones de Pacientes (POP) este jueves bajo el título ‘Impacto de la enfermedad crónica en mujeres mayores cuidadoras’. A través de 552 entrevistas a personas con necesidades crónicas de salud mayores de 65 años, la POP ha analizado cómo impactan estas patologías especialmente en las mujeres cuidadoras, que han sido uno de los grupos participantes de esta encuesta, junto a mujeres no cuidadoras y a los hombres.
Este estudio demuestra "una carga muy importante en la mujer cuidadora y desproporcionada"
Los resultados de este estudio muestran “una carga muy importante en la mujer cuidadora y desproporcionada” si la comparamos con los datos de los hombres, como ha señalado Carina Escobar, presidenta de la POP. De hecho, muestran claramente el sesgo de género que hay detrás del cuidado. Es por esto que uno de los objetivos de la entidad es trabajar en el ámbito de la mujer y sus roles en la sociedad, especialmente en este sentido, “para dar a conocer que la salud tiene género”.
En cuanto a las horas que dedican las mujeres al cuidado, como ha explicado Pedro Carrascal, director general de la plataforma, ellas dedican 7 horas de media de su día a estas funciones, mientras los hombres dedican 3. Esto implica, por tanto, que las mujeres cuidadoras que además sufren una enfermedad crónica no dedican tiempo para su propia atención, “teniendo esto un gran impacto en otras áreas importantes de su día a día”.
"Solo un 32% de las mujeres cuidadoras nunca se saltan la medicación, frente al 64% de las mujeres no cuidadoras"
Una de estas áreas es el tratamiento de esas enfermedades crónicas en el 19% de mujeres cuidadoras y pacientes. Mientras que el 64% de las mujeres no cuidadoras siempre se toman la medicación, “solo un 32% de las mujeres cuidadora nunca se la saltan”. Estos datos reflejan una falta de adherencia importante en aquellas que ejercen roles de cuidado. Carrascal asegura que “la atención que las mujeres cuidadoras dedican a su salud es muy inferior al resto”. Además, las mujeres cuidadoras puntúan muy baja su satisfacción vital y presentan peores tasas de salud mental, frente a las no cuidadoras y a los hombres.
La POP propone “incorporar políticas de género en el diseño de los servicios sanitarios”. Además, la entidad asegura que sería necesario “incrementar el acceso a servicios profesionales de apoyo domiciliario” junto con “implementar sistemas de evaluación periódica del estado de salud” tanto físico como mental de las mujeres cuidadoras”.
MÁS POLÍTICAS SANITARIAS Y APOYO SOCIAL
Por su parte, tal y como se ha señalado en la mesa debate de este encuentro es importante atender la salud de estas mujeres desde un punto de vista político-sanitario y social. “Necesitamos más recursos, programas respiro y más datos donde tengamos políticas sanitarias y sociales que acompañen”, ha puntualizado la presidenta de la entidad. “Las mujeres cuidadoras además de dejar de atender su salud, dejan de cuidarse y eso va en detrimento de la percepción que tienen de su vida”, ha añadido.
En esta línea, la directora General de Coordinación Socio-Sanitaria de la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Carmen González, ha asegurado que ya están trabajando para conseguir “un diagnóstico precoz que facilite la prevención”, además de trabajar para ofrecer “formación en autocuidado y para que los profesionales sanitarios estén preparados para atender a estas mujeres cuidadoras”. Además, el departamento también está ofreciendo “formación a los cuidadores profesionales para mejorar la atención en el domicilio”. “También trabajamos en la perspectiva de género, porque es una realidad”.
Dalmira Jiménez, como mujer cuidadora y socia de la Confederación Española de Alzheimer y otras demencias (CEAFA), ha afirmado que “al principio de la enfermedad un paciente de alzhéimer no necesita apenas cuidados”. Sin embargo, conforme avanza la patología, la persona se vuelve más dependiente y esto provoca que “la satisfacción de nuestra vida disminuya”. “Se te olvida que tú existes”, ha añadido.
"Hay mujeres que pasan horas recibiendo diálisis y después llegan a casa y tienen que ser cuidadoras"
Otra de las mujeres cuidadoras que ha participado en esta mesa debate ha sido Pepi Gómez, presidenta de la Asociación para la Lucha Contra las Enfermedades del Riñón (ALCER) en Málaga. Gómez ha insistido en que “hay mujeres que pasan horas recibiendo diálisis y después llegan a casa y tienen que ser cuidadoras”. “Además es un perfil de mujeres con una edad avanzada”, ha señalado. “Es necesario establecer políticas de apoyo a cuidadoras” y que las propias empresas “tengan más flexibilidad”.
En el apoyo social y la flexibilidad de las empresas también ha insistido José Luis M. Donoso, director general de la Fundación ONCE. “Nos encontramos que el cuidado que han tenido que realizar estas personas no les ha permitido tener cotización y esto provoca que estas personas tengan menos ingresos o casi inexistentes”. “Desde Fundación ONCE trabajamos para que se reconozcan los derechos por su dedicación, como la creación de programas económicos indirectos de apoyo”, ha apuntado. Es cierto que “muchas de estas mujeres por la cronicidad y dedicación tienen envejecimiento prematuro, pero sí están en edad de trabajar”. Por esto, ha concluido Donoso, “necesitamos programas formativos para que puedan generar ingresos adicionales en casa sin desatender su rol principal de cuidadora. En este punto, la colaboración público-privada es fundamental”.