En noviembre de 2023, la Asociación Estadounidense del Corazón presentó la calculadora de riesgo de enfermedad cardiovascular PREVENT. Esta herramienta se desarrolló empleando los datos más recientes que reflejan los cambios en la población y los cambios en las tendencias de las enfermedades cardiovasculares durante los últimos 10 a 20 años. Aunque la calculadora ha demostrado estar mejor calibrada y ser más precisa que su versión anterior, si las pautas de tratamiento actuales para el colesterol y la presión arterial permanecen sin cambios, la herramienta puede tener consecuencias no deseadas. Así lo ha revelado una investigación de la Facultad de Medicina de Harvard (Estados Unidos).
En todo el mundo, las enfermedades cardiovasculares (ECV) continúan siendo la principal causa de muerte, y la estimación del riesgo es un enfoque fundamental para orientar la prevención. En las dos últimas décadas se han estudiado y aplicado diversas herramientas y estrategias para predecir el riesgo cardiovascular, dando pie a análisis y debates sobre la eficacia de las nuevas técnicas. Ejemplo de ello es un estudio, publicado en ‘JAMA’, que busca conocer las diferencias entre PREVENT de la Asociación Estadounidense del Corazón (AHA) de 2023 y las ecuaciones de cohorte agrupadas (PCE) de la AHA y el Colegio Estadounidense de Cardiología de 2013.
Para este estudio transversal incluyeron adultos de 40 a 75 años que participaron en la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición desde 2017 hasta marzo de 2020. Los adultos fueron definidos como elegibles para el uso de estatinas para prevención primaria según la guía de 2019 de la AHA/Colegio Americano de Cardiología sobre la prevención primaria de enfermedades cardiovasculares. Los datos se ponderaron para que fueran representativos a nivel nacional y se analizaron desde el 27 de diciembre de 2023 hasta el 31 de enero de 2024.
El trabajo sugiere que el uso de las ecuaciones PREVENT en lugar de los PCE podría reducir el número de adultos que cumplen los criterios para la terapia de prevención primaria con estatinas de 45,4 millones a 28,3 millones
En la muestra ponderada de 3785 adultos estadounidenses sin ECVA conocida, el 20,7 % informó el uso actual de estatinas. El riesgo medio estimado de ECVA a 10 años fue del 8% utilizando las ecuaciones PCE y del 4,3 % utilizando las ecuaciones PREVENT. En todos los subgrupos de edad, sexo y raza, en comparación con los PCE, el riesgo medio estimado de ECVA a 10 años fue menor utilizando las ecuaciones PREVENT, con la mayor diferencia para los adultos negros y las personas de 70 a 75 años. El trabajo sugiere que el uso de las ecuaciones PREVENT en lugar de los PCE podría reducir el número de adultos que cumplen los criterios para la terapia de prevención primaria con estatinas de 45,4 millones a 28,3 millones.
En el estudio de Harvard, se estimó que la nueva calculadora de riesgo dejaría a casi 16 millones de personas sin derecho a tratamiento, según los umbrales de tratamiento actuales que guían las decisiones clínicas sobre quién debería recibir medicamentos para el colesterol y la presión arterial. El problema de esto radica en que la disminución en el acceso a las estatinas y la terapia para la presión arterial podría conducir a 107.000 ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares adicionales en diez años. "La conclusión de nuestro estudio es que actualizar la estimación del riesgo sin reconsiderar los umbrales de tratamiento tiene el potencial de cambiar la atención recomendada para millones de estadounidenses", comenta el primer autor del estudio, James Diao, médico residente en el Brigham and Women's Hospital.
Para su estudio, los investigadores basaron sus proyecciones en casi 7.700 participantes de entre 30 y 79 años de la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición de Estados Unidos, y aplicaron las calculadoras de riesgo de 2013 y 2023 para medir el riesgo y los resultados con cada herramienta. Con base en este análisis, los investigadores pronosticaron que la nueva calculadora de riesgo reclasificaría a casi la mitad de la población de Estados Unidos en categorías de menor riesgo. Muy pocas personas (menos del 0,5 por ciento de la población) serían reclasificadas en categorías de mayor riesgo con la nueva calculadora.
En el estudio de Harvard, se estimó que la nueva calculadora de riesgo dejaría a casi 16 millones de personas sin derecho a tratamiento, según los umbrales de tratamiento actuales
Tras ello, los investigadores analizaron la elegibilidad para el tratamiento con estatinas y antihipertensivos utilizando los criterios actuales, que exigen el tratamiento de la mayoría de los pacientes con riesgo intermedio y alto y una conversación centrada en los pacientes con riesgo límite. Según esta nueva clasificación de riesgo y los criterios de tratamiento actuales, más de 14 millones de personas ya no calificarían para recibir estatinas para reducir el colesterol y 2,6 millones ya no calificarían para recibir medicamentos que controlan la presión arterial alta. El análisis también estima que la reducción del uso de estatinas para reducir el colesterol podría reducir el número de nuevos casos de diabetes en casi 57.000, pues las estatinas se han relacionado con un mayor riesgo de diabetes.
Para estimar el número de futuros ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares derivados de este cambio, los investigadores calcularon la magnitud de la reducción del riesgo que desaparecería por la falta de terapia preventiva entre los pacientes que recientemente no eran elegibles. En otras palabras, calcularon el número de ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares que ya no se podrían prevenir en ausencia de tratamiento. Los autores estimaron que, durante los próximos 10 años, la inelegibilidad de nuevos medicamentos podría provocar ataques cardíacos o accidentes cerebrovasculares en 107.000 personas.
Los autores sugieren que, a raíz de la presentación de la nueva herramienta de riesgo, se abre una buena oportunidad para reconsiderar los umbrales de riesgo. "En esencia, la prevención de enfermedades cardiovasculares tiene dos elementos: predecir el riesgo y elegir cuándo tratar para prevenir un ataque cardíaco o un derrame cerebral, por lo que me preocuparía si solo cambiamos un lado de esta ecuación sin reexaminar el otro lado, que es el umbral de tratamiento", concluye el autor principal del estudio, Raj Manrai, profesor asistente de informática biomédica en el Instituto Blavatnik en HMS.