El próximo 1 de diciembre se conmemora el Día Mundial de la lucha contra el SIDA. En lo que respecta a España, se calcula 140.000 y 170.000 personas son portadoras de esta enfermedad, según datos publicados por el Ministerio de Sanidad en 2020. De esta forma, se trata de un colectivo que hay que seguir muy de cerca, también respecto a las dolencias cardiovasculares.
No en vano, las personas con VIH son pacientes de especial riesgo de enfermedad cardiovascular. La posibilidad de desarrollo de arteriosclerosis, de sufrir infarto de miocardio, ictus, o vasculopatia periférica es mayor (hasta el doble) en este colectivo que en la población general.
Si una persona presenta VIH y dislipemia, habría que considerarla de alto riesgo vascular
Con motivo de esta jornada, la Sociedad Española de Arteriosclerosis (SEA)reclama un mayor seguimiento y atención a la salud cardiovascular de los pacientes con VIH, especialmente frágiles a causa de su patología. La SEA insiste en el diagnóstico precoz y el cálculo del riesgo vascular individualizado para estos pacientes. De hecho, si una persona presenta VIH y dislipemia, habría que considerarla de alto riesgo vascular.
La Dra. Meritxell Royuela, adjunta de Medicina Interna, Enfermedades Infecciosas y Lipidología, y Riesgo Vascular de Althaia, Xarxa Assistencial Universitària de Manresa, y miembro de la SEA, asegura que “es fundamental proponer unos objetivos terapéuticos concretos en relación con la enfermedad cardiovascular en personas afectadas de VIH, y ajustar el tratamiento hipolipemiante para controlar de manera eficaz su elevado riesgo”.
Esta mayor supervivencia comporta un envejecimiento paulatino, y un aumento en los eventos y la mortalidad por causas cardiovasculares, así como de las neoplasias no definitorias de SIDA
La implementación de la terapia antirretroviral, muy eficaz, ha supuesto un incremento de la supervivencia de las personas que conviven con la infección crónica por VIH, evitando el desarrollo de SIDA, infecciones oportunistas y neoplasias relacionadas con el virus. Esta mayor supervivencia comporta un envejecimiento paulatino, y un aumento en los eventos y la mortalidad por causas cardiovasculares, así como de las neoplasias no definitorias de SIDA. El mismo VIH es un factor independiente que accelera la arteriosclerosis y por ello se considera que este virus equivale a un factor de riesgo cardiovascular, como lo es la diabetes.
Otros factores de riesgo cardiovascular en estos pacientes son otros copatógenos (como el virus de la hepatitis C), el propio tratamiento antirretroviral y los factores habituales en el conjunto de la población: estilo de vida poco saludable, tabaquismo, hipertensión arterial y diabetes. Además, hay que tener en cuenta una mayor prevalencia en las personas afectadas de VIH de factores modificadores del riesgo, como problemas de salud mental o situaciones sociales problemáticas, que comportan empeoramiento del riesgo cardiovascular por dificultades en el autocuidado.