Los micro y nanoplásticos han pasado de ser una preocupación ambiental a convertirse en un problema de salud pública. La investigación científica ha revelado su capacidad para infiltrarse en el organismo humano, provocando inflamación crónica y posibles alteraciones en el sistema inmunológico. La Dra. Alba Hernández, profesora agregada de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) e investigadora en el Grup de Mutagènesi, ha explicado en una entrevista concedida aConSalud.es cómo el proyecto europeo PlasticHeal marca un punto de inflexión en la investigación de los efectos de estos materiales en la salud humana. "Hasta ahora, el enfoque de la investigación estaba centrado en los impactos ambientales. Sin embargo, nos dimos cuenta de que algunos plásticos son tan pequeños que pueden ser respirados o ingeridos, atravesar barreras biológicas y acumularse en los órganos", señala la experta.
Este nuevo enfoque aumenta la preocupación de la comunidad científica ante la creciente evidencia de que estos materiales pueden afectar la salud humana. "Hemos observado que las células expuestas a nanoplásticos acumulan daños en su ADN, y en el largo plazo de manera sostenida y pueden acabar derivando en enfermedades", advierte Hernández.
EL EFECTO DOMINÓ
Este daño celular podría ser el inicio de enfermedades crónicas, aunque aún falta investigación para determinar con exactitud las consecuencias a largo plazo de lo que la investigadora comenta es como un efecto dominó: “Tiras una ficha que va golpeando otra, hasta que al final llegan a provocar una enfermedad”. Y es que alerta de que “las personas estamos expuestas cada día, de manera contínua, durante toda la vida a los microplasticos que se van acumulando”.

Uno de los principales problemas es la inflamación persistente. "Si el sistema inmunitario no funciona bien y hay una inflamación a largo plazo, pueden desencadenarse problemas de salud", explica Hernández. Esta situación podría ser especialmente grave en personas con patologías preexistentes como enfermedades pulmonares crónicas o trastornos inflamatorios intestinales. “No sabemos si el cuerpo en algún momento será capaz de frenar ese efecto dominó y controlar esos síntomas de alarma que observamos, y qué no podrá detener y acabará en una enfermedad concreta y específica”, relata la experta. “Hemos analizado lo que ocurre en las primeras fichas que caen y ahora falta ver qué pasa en las siguientes”, añade.
“Hemos descubierto nanoplásticos en el torrente sanguíneo por el que pueden llegar a órganos vitales”
Y es que estudios recientes han encontrado micro y nanoplásticos en tejidos humanos clave, como pulmones, vasos sanguíneos, cerebro, riñones e hígado. En el marco del proyecto PlasticHeal, los investigadores han logrado detectar estos materiales en la sangre de personas expuestas. "Hemos conseguido identificar nanoplásticos de tamaños inferiores a una micra, algo que hasta ahora no se había logrado", destaca Hernández. Esto refuerza la hipótesis de que los plásticos pueden viajar por el torrente sanguíneo y llegar a órganos vitales.
La exposición a micro y nanoplásticos no es uniforme en todas las poblaciones. "Las principales vías de entrada son la inhalación y la ingestión de alimentos y agua contaminados", explica Hernández. Algunos grupos de riesgo incluyen trabajadores de industrias relacionadas con el plástico, quienes pueden estar expuestos a mayores concentraciones de estas partículas. "Hemos demostrado que el aire en fábricas de reciclaje de plástico o textiles tiene una carga mucho mayor de microplásticos que en otras áreas estudiadas", advierte.
Otros colectivos vulnerables, enumera la investigadora son los fetos en desarrollo, mujeres embarazadas, personas mayores y pacientes con enfermedades crónicas. "Los sistemas biológicos en desarrollo o deteriorados podrían ser más susceptibles a los efectos de la exposición continua a estos contaminantes", agrega la experta. “En PlasticHeal hemos trabajado con pacientes con enfermedad pulmonar crónica, en los que pensamos que si ya tienen una inflamación de base, podrían tener más problemas”, añade.
EL DESAFÍO DE LA REGULACIÓN
A pesar de la creciente evidencia, la regulación sobre los micro y nanoplásticos en el aire, agua y alimentos sigue siendo insuficiente. "Nuestro objetivo es acumular información suficiente para que los reguladores puedan establecer límites de exposición seguros, tanto a nivel ambiental, como en alimentos y en el agua", señala Hernández.
Europa ya ha implementado algunas medidas preventivas, como la prohibición de microplásticos en cosméticos y la regulación de partículas plásticas generadas por el desgaste de neumáticos. Sin embargo, los expertos insisten en la aplicación del "principio de precaución": "Aunque no tengamos todas las evidencias, sabemos que estamos inevitablemente expuestos. Debemos reducir la producción y el uso de plástico para mitigar los riesgos", afirma la investigadora.
"Nuestro objetivo es acumular información suficiente para que los reguladores puedan establecer límites de exposición seguros”
Uno de los principales obstáculos para avanzar en la regulación es la falta de herramientas de medición eficientes. "Si queremos exigir límites de plásticos en el agua potable, necesitamos tecnología que permita realizar estas mediciones de manera rutinaria, fácil y accesible", explica Hernández.
El futuro de la investigación sobre micro y nanoplásticos se centra en responder preguntas clave cómo cuántos plásticos acumulamos en nuestros órganos, cuáles son sus efectos a largo plazo y cuáles son los niveles de exposición seguros. "Nos estamos enfocando en los nanoplásticos, los más pequeños, porque son los que creemos que tienen mayor potencial de daño", concluye Hernández.