La protección solar de los menores es un asunto muy importante en el que los padres tienen una labor esencial. La mayor parte de la radiación solar que recibe a lo largo de la vida un ser humano se recibe a lo largo de la infancia y el factor de riesgo más importante asociado al cáncer de piel es la radiación ultravioleta.
“El cáncer de piel es el tipo más frecuente de cáncer, y probablemente también es el más fácil de prevenir, ya que la exposición solar es el factor de riesgo asociado más importante” afirma la doctora Begoña Pelegrín, responsable del grupo de trabajo de dermatología de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (Sepeap). Esta asociación aparece, tanto si se trata de una exposición moderada, pero prolongada a lo largo de los días, como si se trata de exposiciones solares intensas en periodos cortos de tiempo. Tanto la quemadura como la exposición acumulada al sol se puede combatir con cremas protectoras.
Los niños pequeños usan correctamente los protectores, porque sus padres y cuidadores asumen la responsabilidad de aplicárselos con regularidad, pero la adherencia a la protección solar disminuye abiertamente con la edad. En un estudio realizado en 2013, se demostró que solo el 10% de los estudiantes de entre 14 y 17 años aplicaban un factor mayor de 15 cuando realizaban actividades al aire libre.
Solo el 10% de los estudiantes de entre 14 y 17 años emplea fotoprotección mayor de factor 15
La piel de los menores de edad es más sensible que la de los adultos, y la radiación ultravioleta penetra con más facilidad. El mejor fotoprotector es aquel con un índice de protección solar suficiente (al menos, mayor o igual a 30), que cubre un amplio espectro (radiaciones UV A y B), se aplica en cantidad suficiente (2 g/cm2) y se reaplica con regularidad (sobre todo, después del baño y el ejercicio físico).
La aplicación de cremas protectoras del sol debe minimizarse en bebés menores de seis meses, ya que la inmadurez de su piel aumenta el riesgo de absorción por parte de la piel. De modo genérico, en la edad pediátrica es preferible usar fotoprotectores físicos o inorgánicos para minimizar los riesgos de sensibilización y toxicidad. En niños se recomienda aplicar al menos 2 gramos por cm2 de protector 30 y volver a aplicarlos cada dos horas o después de cada baño o el ejercicio físico vigoroso que provoque mucho sudor.
Otras formas de protección solar a las que el niño debería acostumbrarse son usar barreras físicas como: ropa con factor de protección, gafas de sol y sombreros y procurar evitar la exposición solar directa en las horas centrales del día. “Además de en la época veraniega es importante protegerse del sol durante todo el año, aun que por la vestimenta es más fácil estar menos protegidos del sol en verano” afirma la doctora Begoña Pelegrín