El parto, el sobrepeso y el tabaquismo, entre los factores de riesgo del prolapso pélvico

El Dr. José Rubio Valtueña, ginecólogo del Hospital Ruber Internacional explica cómo abordar el tratamiento del prolapso pélvico

El parto, factor de riesgo del prolapso pélvico. (Foto: Ruber Internacional)
16 septiembre 2024 | 11:00 h

El prolapso de los órganos pélvicos es una de las patologías más frecuentes en la mujer. Se trata de “una condición caracterizada por el debilitamiento de las estructuras de soporte del suelo de la pelvis”, detalla el doctor José Rubio Valtueña, médico especialista en ginecología y obstetricia de la Unidad de la Mujer del Hospital Ruber Internacional, con gran experiencia en cirugía oncológica y mínimamente invasiva, así como en histeroscopia.

El suelo de la pelvis está compuesto, principalmente, por un sistema muscular, un tejido conjuntivo que está unido al hueso de la pelvis. Esas estructuras pueden fallar, debido a ciertos factores y hacer que los órganos pélvicos de la mujer, es decir, el útero, la vejiga y el recto, caigan sobre la vagina, produciéndose el prolapso.

“Muchas mujeres asumen como algo natural el prolapso de los órganos pélvicos en relación con los partos o por el paso del tiempo”, afirma el experto. Y, aunque no es una patología grave, puede afectar a la calidad de vida de estas mujeres y, “como la gran mayoría tienen pocos síntomas”, no recurren a la medicina para su valoración.

El parto es uno de los factores de riesgo más asociados con esta patología. “Tanto el número de ellos, ya que, lógicamente, una mujer que tiene más hijos, tiene más probabilidades de que su suelo pélvico se deteriore, como al tipo de parto, es decir, partos de recién nacidos de gran peso, partos muy rápidos o muy lentos. Todo eso hace que el suelo pélvico se distienda de una manera significativa y se empiecen a deteriorar esos tejidos de sostén”, subraya el Dr. Rubio Valtueña. El sobrepeso y la obesidad también pueden ser factores de riesgo, así como todos aquellos que provoquen un aumento constante de la presión en el interior del abdomen, como la tos crónica, el tabaquismo o el estreñimiento.

"El manejo actual del suelo pélvico ha cambiado de una manera radical y eso nos permite ser optimistas respecto al futuro de esas mujeres"

En cuanto al parto, el Dr. Rubio afirma que el manejo actual del suelo pélvico “ha cambiado de una manera radical y eso nos permite ser optimistas respecto al futuro de esas mujeres”. En esta línea, se está poniendo en marcha la fisioterapia para potenciar el suelo pélvico desde épocas tempranas, incluso antes del embarazo, durante y después. “Esos ejercicios potencian el suelo pélvico y retardan el posible daño que pueda derivarse del parto, del paso del tiempo o de los factores de riesgo mencionados”, puntualiza.

LA INDIVIDUALIZACIÓN DEL TRATAMIENTO

Los síntomas del prolapso pueden ser muy variables, desde mujeres asíntomáticas a otras que pueden presentar problemas para miccionar o escapes de orina. El experto asegura que es fundamental hacer una individualización del tratamiento, es decir, “hay que valorar muy bien los síntomas de la mujer, teniendo en cuenta que no repercuten gravemente en su salud, pero sí en su calidad de vida”. Además, apunta a que la primera conducta es “actuar sobre todos los factores de riesgo que podemos manejar, como son, fundamentalmente, el sobrepeso, el estreñimiento y la tos derivada del tabaquismo”.

“Solo cuando fallan estas medidas, ya optamos por el tratamiento quirúrgico”

La segunda conducta es rehabilitar el suelo pélvico a través de ejercicios que mejoren la estructura conjuntiva y muscular del suelo de la pelvis, evitando que el prolapso vaya a más y se haga asintomático. “Solo cuando fallan estas medidas, ya optamos por el tratamiento quirúrgico”, señala. 

La cirugía más recomendada actualmente es la promontofijación. “Significa colocar una malla por vía abdominal que tira de los órganos prolapsados, fijándolos a una estructura muy firme de la cavidad abdominal, que es el promontorio. Este es un resalte que existe entre la última vértebra lumbar y la primera vértebra sacra”, explica el Dr. Rubio.

Según el especialista, la manera de realizar esta técnica por vía mínimamente invasiva, es decir, por cuatro mínimas incisiones abdominales, por laparoscopia, ha revolucionado esta cirugía porque, “a la efectividad máxima del procedimiento, que sigue siendo evidente, se le une la ventaja de la cirugía mínimamente invasiva”.

En ese sentido, las complicaciones son mínimas tanto a nivel intraoperatorio como postoperatorio, por lo que la paciente se incorpora mucho antes a su actividad diaria, entre otras ventajas. “Es importante recalcar que esta cirugía solo se debe indicar en mujeres que tienen prolapsos evidentemente sintomáticos, con una grave repercusión en su calidad de vida. No tiene ningún sentido indicarla en mujeres que apenas tienen síntomas y que pueden ser manejadas de forma conservadora, ya que no es una intervención sencilla, sino técnicamente compleja, en la que hay que disecar muchos espacios en la parte más profunda de la pelvis”, concluye.

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