La Parálisis de Bell es un trastorno caracterizado por la parálisis repentina en los músculos de un lado del rostro. Esto tiene lugar cuando el nervio facial se inflama, este es el responsable de controlar las expresiones faciales y algunas otras funciones como cerrar los ojos o mover la boca.
Normalmente, se trata de una afección temporal y los síntomas mejoran después de algunas semanas. No obstante, existe la posibilidad de que se convierta en una enfermedad duradera resultando en cambios crónicos en la funcionalidad y apariencia del rostro. Puede afectar a personas de cualquier edad, pero es más común en adultos de mediana edad.
El herpes labial y genital, la varicela y la mononucleosis pueden estar detrás de la parálisis de Bell
Los síntomas pueden variar en intensidad, pero varían desde una leve debilidad facial que recibe el nombre de paresia, hasta la parálisis total de los músculos. Puede resultar en la apariencia asimétrica del rostro, aportando sensación de flacidez y descolgamiento de la cara, provocando dificultades para hablar, comer o beber.
También puede suponer un desafío a la hora de cerrar el ojo del lado afectando, una molestia que provoca sequedad ocular o el lagrimeo excesivo, entre otros problemas. La producción de lágrimas y saliva, parpadear y expresiones faciales como fruncir el ceño o sonreír, pueden volverse un desafío.
Aparece repentinamente en un lado del rostro y alcanzar su punto máximo en 48 horas. También puede incluir la disminución del sentido del gusto en la parte delantera de la lengua, dolor facial o molestias detrás del oído.
Aunque sus síntomas son similares a los de un derrame cerebral, cabe destacar que no es resultado de este episodio. No obstante, es de vital importancia acudir a un especialista ante la aparición de los primeros signos para iniciar el tratamiento y minimizar las posibles complicaciones.
En ese sentido, la comprensión es esencial para el manejo de esta condición. Puesto que los síntomas son, en la mayoría de las personas, transitorios y pueden variar en gravedad. La recuperación completa se logra en un período de tres a seis meses, pero esta duración depende de varios factores como la gravedad de los síntomas, la edad y la rapidez con la que se inicia el tratamiento.
CAUSAS
La parálisis de Bell tiene lugar cuando el nervio facial se inflama. Para entender mejor las causas de esta condición, es esencial entender la función de este nervio. Y es que, es el responsable de llevar las señales eléctricas del cerebro hasta los músculos faciales. Estas señales permiten realizar todas las expresiones faciales, además de contribuir a la producción de lágrimas y saliva.
Los factores que causan la inflamación de del nervio facial son múltiples, pero la más frecuente es una infección viral. Algunos de los virus que están vinculados a esta condición son los que causan el herpes labial y genital, la varicela y la mononucleosis. En algunos casos, la parálisis facial puede ser causada por un daño o inflamación en otras partes del cuerpo, como el oído medio o la base del cráneo. Asimismo, las personas con diabetes son más propensas a desarrollar parálisis de Bell.
La prevención puede ser complicada de abordar, pero es aconsejable mantener un estilo de vida saludable, evitar infecciones virales y realizar ejercicios faciales regulares, para reducir el riesgo.
TRATAMIENTO
El diagnóstico puede comenzar con un análisis detallado de los síntomas y observación clínica. Aunque, existen algunos exámenes especializados que ayudan a confirmar esta condición y descartar otras posibles causas.
Por un lado, las pruebas de imagen, como la resonancia magnética (RM) o la tomografía computarizada (TC), son útiles para visualizar el nervio facial y determinar si hay alguna anormalidad que pueda estar causando la parálisis. Y en algunos casos puede proceder realizar una electromiografía (EMG), que mide la actividad eléctrica de los músculos faciales, para determinar la gravedad. Si la parálisis no se atenúa con el tiempo, es posible obtener un diagnostico de paresia facial.
De cara al manejo y tratamiento de la condición, los esfuerzos recaen sobre la mejora de la función facial y alivio del dolor. Por un lado, los corticoides prescritos contribuyen a la reducción de la inflamación del nervio. Otra estrategia son los ejercicios de fisioterapia que pueden fortalecer los músculos y mejorar el movimiento. Y en los casos más graves, la cirugía puede ser necesaria para repara el nervio facial.
Vivir con esta condición supone un reto. Ante ello, aquellos que padecen la parálisis de Bell deben evitar la exposición al frío, al estrés, el tabaco o el alcohol, tratar de no forzar los músculos y extremar está la higiene ocular.