En los últimos tiempos, ha habido un creciente número de personas que han experimentado unproblema de salud mental que, aunque invisible a simple vista, causa un profundo impacto en su bienestar: el trastorno de ansiedad. Desde el estallido de la pandemia de la COVID-19, esta condición ha experimentado un incremento significativo y preocupante.
Las medidas de distanciamiento social impuestas para contener su avance han generado consecuencias psicológicas y emocionales en la población. Las personas han tenido que adaptarse a un nuevo estilo de vida marcado por el aislamiento, la incertidumbre y la pérdida de la normalidad que solían disfrutar. Esta nueva realidad ha desencadenado sentimientos de tristeza y desesperanza, alimentando el surgimiento de la ansiedad en gran parte de la población.
Según la Dra. Vanesa Fernández, doctora en psicología y profesora de la Universidad Complutense de Madrid, en la sociedad actual, el número de casos de trastornos de ansiedad ha aumentado considerablemente. “El número de casos se ha incrementado porque cada vez vivimos en una sociedad más exigente donde tenemos más incertidumbre sobre el porvenir de las circunstancias, que hace nuestro mundo se tambalee y vivamos amenazas no tanto físicas sino psicológicas”
“El número de casos se ha incrementado porque cada vez vivimos en una sociedad más exigente”
El no tratar adecuadamente la ansiedad puede tener diversas consecuencias negativas en la vida de una persona. Según la Dra. Fernández, la ansiedad está estrechamente relacionada con los miedos, y cuando una persona no aprende a afrontarlos, se siente cada vez más limitada y encerrada en su propio mundo. Esto puede generar repercusiones emocionales, como estados de ánimo bajos y trastornos depresivos. ”Cuando una persona no enfrenta el miedo, este le va pudiendo hasta que no puede más”.
Además, la ansiedad puede tener un impacto significativo en el ámbito social y familiar. Las limitaciones que impone esta condición pueden llevar a la disminución de las interacciones sociales, el aislamiento y la negatividad, afectando así a las relaciones personales. “El trastorno de ansiedad no tiene que llegar a ser grave para ser invalidante. Una persona que tiene miedo a sufrir un ataque de ansiedad, a sentir que va a perder el control, esa persona limita mucho su vida, deja de salir y se aísla”, y añade la Dr. Fernández: “Eso limita mucho a nivel social, familiar, laboral y en todos los ámbitos de la vida“
“Una persona que tiene miedo a sufrir un ataque de ansiedad, a sentir que va a perder el control, esa persona limita mucho su vida, deja de salir y se aísla”
Para reducir la incidencia del trastorno de ansiedad en la sociedad, la Dra. Fernández propone estrategias de prevención como la psicoeducación, que consiste en capacitar a las personas para reconocer los síntomas siendo el primer paso que el paciente entienda que es la ansiedad, por que aparece y que a partir de ahí aprenda a gestionarla.
“Reducir los ritmos tan estresantes en los que vivimos, ayudar a conciliar la vida laboral con la familiar, ofrecer alternativas para relajarse, para disfrutar sin altos costes económicos, son algunas de las intervenciones para poder prevenir el trastorno, pero siempre acompañado de un manejo individual, durmiendo bien, alimentándote bien y dedicándote tiempo”, apunta la psicóloga Vanesa Fernández.
Según la experta, la ansiedad en sí misma no se cura, ya que es una emoción natural y necesaria. Sin embargo, los trastornos de ansiedad que responden al tratamiento psicológico pueden gestionarse y controlarse. No es necesario que una persona asuma que tendrá un trastorno de ansiedad de por vida. Si recibe el tratamiento adecuado y dedica tiempo al autocuidado podrá derribar las barreras limitantes que el trastorno de ansiedad genere en su día a día.