Se estima que en el mundo hay 71 millones de personas con infección crónica por el virus de la hepatitis C. Antes de la Covid-19, la prevalencia en España de la infección activa se situaba en un 0,22%, mientras que la prevalencia de anticuerpos frente al VHC en población general de 20 a 80 años era de 0,85%, según datos de la OMS y del '2º Estudio de Seroprevalencia en España (2017 -2018)' encargado por el Ministerio de Sanidad. Sin embargo, debido a la crisis sanitaria, social y económica derivada de la enfermedad provocada por el SARS-CoV-2, los expertos prevén que se esté produciendo un aumento de casos.
Por ejemplo, en el Centro Sandoval de Madrid se ha detectado un importante aumento de enfermedades ITS, que va asociado a la transmisión de enfermedades víricas como la hepatitis. En España se han tratado más de 140.000 pacientes con hepatitis C desde que se pusiera en marcha el Plan Estratégico para el Abordaje de la Hepatitis C, y se estima que alrededor de 80.000 aún no han sido diagnosticadas.
“Después de las crisis sanitarias, políticas y sociales se produce un aumento de las enfermedades ITS, VIH y Hepatitis C”, explicaba la Dra. Julia de Amo, responsable del 'Plan Nacional de Hepatitis', durante las jornadas de julio “Retos en Salud Pública para la Enfermedad Hepática”. Durante la pandemia se ha producido una disminución de la detección de casos debido al confinamiento así como al cierre de los centros de diagnóstico.
La prevalencia de anticuerpos frente al VHC fue de 61,4% entre las personas que han consumido drogas por vía inyectada alguna vez en la vida
Un estudio realizado en Reino Unido señala que el retraso de un año en el programa de VHC aumentaría en un 7% las muertes y en un 17% los casos de enfermedad hepática avanzada. En 2019, España registró 482 muertes por hepatitis vírica, lo que suponía un descenso de 85 fallecidos con respecto al año anterior, siguiendo la tendencia descendente que se da desde 2014, momento en el que se produjo un pequeño repunte.
En los países como el nuestro, el virus de la hepatitis C es la primera causa de cirrosis, enfermedad hepática terminal y cáncer de hígado. El número de muertes dobla a las producidas por la infección por el VIH. Es una enfermedad que no muestra síntomas en su etapa inicial, solo molestias como cansancio, por lo que su detección se suele retrasar a estadios incurables.
La situación de pandemia por Covid-19 también ha supuesto el freno de la implantación de la guía de cribado de la infección por VHC, donde se indica el cribado de la infección por el virus en personas con antecedentes de exposición o situación de riesgo.
PREOCUPA ESPECIALMENTE LA POBLACIÓN DE RIESGO
Un estudio de los hospitales públicos de Madrid publicado en junio destacó que un 9% de personas con alto riesgo de tener hepatitis C no se les realizó la prueba de anticuerpos de VHC (anti-VHC). Este sector de la población es el que más preocupa a los expertos por la dificultad para acceder a los pacientes.
Se trata de consumidores de drogas por vía intravenosa, hemofílicos, trabajadoras sexuales y el colectivo Chemsex, que es aquel grupo de personas que utiliza drogas psicoactivas de manera intencionada al mantener relaciones sexuales, principalmente relaciones entre hombres. La prevalencia de anticuerpos frente al VHC fue de 61,4% entre las personas que han consumido drogas por vía inyectada alguna vez en la vida y que han sido admitidas a tratamiento por abuso o dependencia de sustancias psicoactivas en 2017 (60,7% en hombres y 65,1% en mujeres), según señala Apoyo Positivo.
Para conocer la incidencia, realizar detecciones precoces y que los tratamientos lleguen a todos los pacientes con VHC la clave según los expertos es mejorar el acceso a cribados, con la realización de pruebas rápidas e instauración de ‘point of care’ que permiten simplifica el manejo diagnóstico y terapéutico de esta infección, y conocer realmente cuánto ha afecta la pandemia a la transmisión del VHC.