La pandemia de la Covid-19 ha impuesto unos cambios en nuestra forma de vida, entre ellos está el uso de la mascarilla. Actualmente la obligatoriedad del uso de mascarilla varía dependiendo de la Comunidad Autónoma, pero sí coincide, según la publicación delBoletín Oficial del Estado, número 142 del 20 de mayo de 2020 (BOE-A-2020-5142), en que es obligatoria en espacios cerrados y en aquellos lugares donde no se pueda respetar la distancia de seguridad.
En el artículo dos de la misma orden del BOE-A-2020-5142 se hace referencia a aquellas personas que están exentas de llevar mascarilla, concretamente en los casos en que se presente dificultades respiratorias y el uso de la mascarilla agrave esa dificultad; en los que el uso de mascarilla este contraindicado por motivos de salud debidamente justificados; situaciones de dependencia o discapacidad que generen alteraciones de la conducta y, en aquellos en los que se desarrollen actividades donde el uso de mascarilla resulte incompatible.
Aunque la ley lo recoja, existen ciertos comportamientos negativos hacía ese porcentaje de la población que no puede hacer uso de la mascarilla. En declaraciones a ConSalud.es, una ciudadana anónima, así lo requiere la entrevistada, que presenta problemas respiratorios, explica las dificultades que pasa en el día a día desde que se estableció el uso de la mascarilla por no poder llevarla, argumentando que el problema es que la gente “no es capaz de saber en qué grupo estas, directamente te juzgan. No hay ninguna manera de discriminar si tú eres una persona que tiene poco respeto por los demás, por decirlo de alguna manera, o realmente eres una persona que tiene problemas respiratorios. Eso no se puede discriminar”.
“Cuando veo que me voy a cruzar con alguien yo intento respetar a la gente y guardar la distancia”
Esta ciudadana es alérgica y asmática, “algo que es público y notorio”, expone. También tiene apnea, lo que le supone dormir con una mascarilla conectada a una máquina. Con las mascarillas que se usan para evitar el contagio de la Covid-19, cuenta a este medio que se ahoga, “no puedo llevarlas, ni las quirúrgicas, ni ninguna de las otras. Para mí es complicado”.
No le ha planteado este problema a su médico porque entiende que no es algo necesario, puesto que el Real Decreto exime a las personas con problemas respiratorios de llevar las mascarillas, “llevo mis informes en el bolso por si me para alguien sacarlos, pero no he hecho ninguna gestión especial. Llevo el informe del alergólogo que es el que acredita que tengo asma, y el del neumólogo en el que se acredita la apnea y en el que se explica un poco que duermo con una máquina para dormir”, expone.
El hecho de no poder llevar mascarilla la pone en un riesgo mayor que a las personas que si la llevan, ya que al tener complicaciones respiratorias se considera población de riesgo frente a la Covid-19. Esta ciudadana explica que cuando va por la calle o por el centro comercial esquiva a las personas, “cuando veo que me voy a cruzar con alguien yo intento respetar a la gente y guardar la distancia”, pero aun así, incide en que nadie sabe, “lo que son las discusiones con la gente y las miradas, que la gente se aparte. Estas reacciones son muy desagradables y ocurren cada vez que entras en algún sitio”.
Relata como la mirada de la gente te dice, “ya te vale que vas sin mascarilla y nos estas poniendo en peligro a los demás”, manifestando que es precisamente lo contrario “la queestoy más en peligro soy yo que tengo problemas respiratorios y me puedo llegar a morir porque no me voy a recuperar igual que los demás”.
“Cada dos por tres tengo que dar explicaciones y ofrecer los informes médicos”
En su andadura por establecimientos o centros comerciales refiere como en cada tienda que entra le “asalta el empleado de turno. Unos con mejor talante y más corteses y otros menos corteses”. El guardia de seguridad del centro comercial también la ha parado por los pasillos, entonces cuenta los problemas que tiene y ofrece los informes, “cuando cuentas el motivo y dices lo de los informes ya te creen”
“Es muy desagradable . Cada dos por tres tengo que dar explicaciones y ofrecer los informes médicos, entonces me dicen que no hace falta. Todo el rato así”, expone esta ciudadana con problemas respiratorios.
Los problemas no acaban en la calle, también tiene que convivir con ellos en la oficina del banco donde trabaja, “me paso el día dando explicaciones. La gente cuando entra lleva la mascarilla, pero yo no la llevo, y siempre me tengo que disculpar argumentando que me perdonen que no llevo la mascarilla porque soy asmática”. La ciudadana relata que por lo normal la gente suele ser comprensiva, pero que también hay gente que “te mira y no te dice”, incluso en algunas ocasiones, “he tenido algún alterado con algún cliente que ha amenazado con denunciarme”.