Tradicionalmente la vacuna se ha utilizado para preparar al sistema inmune para enfrentar la infección contra un agente externo. Primero fue el virus de la viruela, que provocaba una enfermedad grave y con una alta tasa de mortalidad; luego llegaron otras inoculaciones que evitaban enfermedades como la difteria, la rubéola, el sarampión o la más reciente, contra la infección del SARS-CoV-2, causante de la Covid-19. Pero en los últimos años se ha estudiado otros tipos de vacunas que están suponiendo un gran avance en el abordaje de enfermedades que no son infecciosas.
Actualmente las enfermedades no transmisibles son la principal causa de muerte en el mundo, provocando el 74% de los fallecimientos, como señala el informe sobre la monitorización de los avances en relación con las enfermedades no transmisibles de 2022, de la Organización Mundial de Salud (OMS). En los últimos años se ha trabajado para hacer que el sistema inmune humano ataque a las proteínas o células asociadas con diferentes problemas de salud. El objetivo es parar o incluso revertir el efecto de estas patologías. Y para ello se han trabajado con diferentes estrategias como las técnicas con anticuerpos y las vacunas.
Diferentes equipos de investigación están desarrollando vacunas que se encuentran en diferentes fases para diversos tipos de enfermedades no transmisibles, como son el cáncer, la diabetes, la hipertensión o el alzhéimer. “Las vacunas propiamente dichas previenen contraer una enfermedad o disminuyen la gravedad de la patología mediante una respuesta inmunitaria. Ahora también se están desarrollando vacunas para atacar a una enfermedad que ya existe”, explica la Dra. Mercedes Jiménez Sarmiento, investigadora del CIBMS-CSIC.
“Cada vez se sabe más sobre los distintos mecanismos y origen de las enfermedades, sean por microorganismos infecciosos o por otras causas”
Ya en 2010, un estudio como el publicado en ‘Current Opinion in Inmunology’ señaló las vacunas basadas en células b como terapias potenciales efectivas para tratar estas patologías. Actualmente la Agencia Europea del Medicamento (EMA por sus siglas en inglés) está estudiando la autorización de una inmunoterapia contra el alzhéimer, y también se está desarrollando una vacuna para el párkinson y la demencia con cuerpos de Lewy, basada en los avances en ARN mensajero.
Además, se han dado pasos para utilizar vacunas existentes. Un ejemplo ha sido el uso de la vacuna contra la tuberculosis que se ha mostrado eficaz para el control de la diabetes mellitus tipo 1, pues los linfocitos de la sangre consumían más glucosa tras la inoculación. “Encontrar sinergias, efectos positivos no observados anteriormente que pueden ayudar a terapias de otras enfermedades es consecuencia de que las investigaciones continúan, pero siempre se deben apoyar en estudios clínicos para eliminar cualquier otra variable no controlada”, matiza la Dra. Jiménez Sarmiento. “El reposicionamiento de fármacos es una de las estrategias de tratamiento más utilizadas en enfermedades raras”, añade.
DESAFÍOS DE LAS NUEVAS INMUNOTERAPIAS
“Cada vez se sabe más sobre los distintos mecanismos y origen de las enfermedades, sean por microorganismos infecciosos o por otras causas”, señala la experta. Con todo, todavía quedan diferentes barreras que se afrontan en este nuevo camino tomado en la prevención y tratamiento de patologías a través del entrenamiento o preparación del sistema inmune.
"Podemos estudiar y saber como ayudar al sistema inmune, modificar sus células o hacer que despierte a antígenos que no los considera como tal"
"Se sabe que muchas células tumorales consiguen 'escapar' del ataque del sistema inmune al camuflarse como células propias o al inactivar el reconocimiento en las células inmunes. El desafío es conseguir desenmascararlas para que tanto el sistema inmune como los anticuerpos terapéuticos las consigan atacar y eliminar”, señala la Dra. Jiménez Sarmiento. También es esencial identificar regiones antigénicas de las células cancerosas y conocer las zonas más susceptibles de ser reconocidas por los anticuerpos. Los avances han permitido crear vacunas para tratar enfermedades oncológicas como el linfoma no-Hodgkin avanzado, un tratamiento que ha resultado ser muy efectivo si se combina con otras inmunoterapias.
“Es un gran avance para la prevención y tratamiento de muchas enfermedades. Poco a poco vamos conociendo más capacidades del sistema inmune, y así podemos estudiar y saber como ayudarlo, modificar sus células, hacer que despierte a antígenos que no los considera como tal, aumentar su respuesta en el caso que no sea suficiente para vencer una enfermedad y hacer vacunas más eficaces en menor tiempo”, concluye la Dra. Mercedes Jiménez Sarmiento.