Dos décadas separan el momento en el que España rechazó la idea del científico José Carlos Bouso del uso de MDMA (3,4-metilendioxi-metanfetamina, o también conocida como éxtasis) en tratamientos médicos del paso de su aprobación en Australia. Hace unas semanas la Administración de Productos Terapéuticos del país austral anunciaba que a partir del 1 de julio entra en vigor una ley para tratar con MDMA y psilocibina a personas con trastorno por estrés postraumático, depresión, alcoholismo o trastornos de la conducta alimentaria (TCA) que no responden a ningún tratamiento o no cuentan con ellos.
Durante el tiempo entre un evento y otro se ha producido un cambio de mentalidad, un aumento de evidencia médica y una búsqueda de tratamientos eficaces para pacientes refractarios. Una modificación que se ha dado en Australia, se estudia en Estados Unidos y que podría también llegar a Europa.
“Son sustancias que están demostrando su utilidad en patologías para las que no había ningún arsenal terapéutico, pero también se está investigando en otros campos en los que puede ser muy útil”, explica a Consalud.es la Dra. Prado Ayala, miembro del grupo de Abordaje y Tratamiento de la Salud Mental de la Sociedad Española de Farmacia Comunitaria (Sefac).
Dra. Ayala: "Son sustancias que están demostrando su utilidad en patologías para las que no había ningún arsenal terapéutico"
Es importante, en primer lugar, tener en cuenta que los tratamientos que se están aprobando en distintos países del mundo, como son el caso del MDMA, de setas alucinógenas o del cannabis medicinal, no son las mismas sustancias que se utilizan de forma recreativa. En su uso medicinal, son fármacos preparados en laboratorios acreditados y posteriormente prescritos por profesionales reconocidos y formados para esta tarea, como señala la ley australiana que entrará en vigor este verano. “Y no son medicamentos de primera línea, sino que se aprueban en indicación de pacientes que no han respondido a otros tratamientos”, recuerda la Dra. Marta Torrens, patrona de la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental y experta en adicciones.
No es la primera vez que un principio activo tiene un uso recreativo y otro sanitario. La ketamina es una droga disociativa con potencial alucinógeno, pero, desarrollada en laboratorios farmacéuticos acreditados, es un anestésico de efecto rápido utilizado hoy en día en cirugías en los países con menos recursos. El cannabis medicinal está legalizado en distintos estados de EE.UU. y aprobado su uso sanitario en España.
CON CONTROLES Y SEGUROS PARA EL PACIENTE
Hablamos de compuestos que hasta ahora estaban prohibidos, porque su consumo no tenía ningún beneficio y sí perjuicios. “No tenían hasta ahora reconocido ningún efecto positivo, por lo que estaban en la lista 1 de sustancias prohibidas”, explica la Dra. Torrens. “No es lo mismo que ocurría con los opiáceos, estos siempre han estado en lista 2, que quiere decir que hay posibilidad de utilizarlo porque existen indicaciones médicas claras”. En este sentido, diferentes países, de forma independientes, están cambiando la concepción de estos primeros elementos. “Algunas de sustancias, como es el caso del MDMA, han pasado de la lista de ninguna aplicabilidad a la posibilidad de que se pueda aplicar a casos muy concretos”, continúa la experta en adicciones, haciendo hincapié en la importancia de tener cuidado y no considerar que ahora no hay ningún peligro o que se pueden utilizar más allá de la medicina.
Como ocurre con la aparición de nuevos tratamientos, durante los ensayos clínicos previos a su autorización, se han demostrado las ventajas de estos fármacos y su seguridad. Pese al estigma generado alrededor de estas sustancias y su prohibición en uso general, durante años distintos científicos e investigadores han estudiado los compuestos presentes en estos psicodélicos y drogas para ver si alguno podría ser utilizado en prescripción médica.
Dra. Torrens: “Todas las sustancias pueden tener riesgos y beneficios, lo importante es que los riesgo no superen nunca los beneficios”
La evidencia científica ha demostrado que dentro de un pack que parecía solo dar problemas (trastornos de salud mental como esquizofrenia o psicosis a edades jóvenes, epilepsias o problemas de memoria), hay sustancias que podrían convertirse en un buen medicamento para problemas de salud mental o incluso más allá. Una línea estratégica prometedora, y que, si demuestre su eficacia y sus beneficios frente a los perjuicios, podría supone un cambio en el abordaje de pacientes que hasta ahora no tenían un tratamiento.
Actualmente estas opciones farmacológicas son una línea estratégica con cada vez más peso en trastornos que no cuentan con un fármaco, algunas de las complicaciones que se presentan en el trastorno del espectro autista (TEA) o los TCA, como la anorexia y bulimia. “En este último sentido se están llevando a cabo distintas investigaciones muy interesantes y novedosas”, indica la Dra. Prado Ayala.
Pese al estigma que puede seguir existiendo alrededor de estas sustancias, la investigación sigue avanzando. “Yo siempre digo a mis estudiantes que los opiáceos pueden tener consecuencias muy graves, como las muertes que están sucediendo en Estados Unidos. Pero, también recurro a la frase de Thomas Sydenham de ‘afortunadamente Dios creó el opio porque si no la humanidad se hubiera muerto de dolor”, señala la Dra. Torrens. Es decir, matiza, “todas las sustancias pueden tener riesgos y beneficios, lo importante es que los riesgo no superen nunca los beneficios”.