En el mundo se diagnostican cada año casi 500 mil casos de leucemia. Para 2022 se estima que en España se detectarán 6.079 casos. Este grupo de tumores malignos del tejido linfático está compuesto por leucemias infantiles, con una buena tasa de curación y remisión; leucemia linfótica crónica con una supervivencia a cinco años de alrededor del 80%, y la leucemia mieloide aguda, con una supervivencia estimada de un 20%. En nuestro país en 2020 fallecieron a causa de leucemia 3.363 personas, según datos de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM)
Conocer la evolución de estas patologías permite ajustar mejor los tratamientos y reducir así el porcentaje de letalidad. Sin embargo, conocer el pronóstico de cada paciente antes de las señales de alerta ha sido imposible hasta ahora, por lo que, en general, siempre se ha concluido que el pronóstico depende del subtipo de leucemia, el grado de afectación en el momento del diagnóstico y la respuesta al tratamiento, como recoge la Asociación Española contra el Cáncer (AECC). Pero, ¿y si pudiéramos adelantarnos a la evolución del cáncer desde el minuto uno?
Durante las últimas décadas se han estudiado los inicios de los diferentes tipos de cáncer para conocer su origen. De esta forma apareció lo que se conoce como 'Teoría de Bing Bang', que propone que la célula original maligna rápidamente se multiplica en un gran número de células hijas muy diversas con múltiples alteraciones que dan lugar a complicaciones futuras por un proceso de selección de las más adaptadas.
"Es como si la célula madre de la leucemia hubiera engendrado muchísimas semillas hijas desde el inicio de la enfermedad"
Dos estudios publicados en 2015 y 2018 en la revista 'Science' reflejaron como clones mutantes del esófago y de la piel humana que se conocía que impulsaban el crecimiento de carcinomas iban evolucionando cada vez más hasta conseguir una fuerte selección positiva. "Más de una cuarta parte de las células normales de la piel portaban una mutación conductora y cada centímetro cuadrado de piel contenía cientos de clones mutantes competidores", concluía uno de los estudios. Conocer estas mutaciones y su evolución permitiría mejorar el diagnóstico y tratar el cáncer antes de que se desarrollara.
Esta teoría ha sido ahora probada con la leucemia linfática crónica y publicado en 'Nature Medicine'. Los investigadores, del Idibaps-Clínic Barcelona, se plantearon estudiar a fondo las alteraciones que determinan la progresión de la leucemia utilizando muestras de sangre obtenidas en diferentes momentos de la enfermedad. El 5-10% de los pacientes con leucemia linfática crónica evolucionan hacia un linfoma de células B grandes, muy agresivo y con una supervivencia inferior y querían saber si podrían adelantarse a esta trasformación.
Los investigadores descubrieron que esta mutación ya estaban presentes en algunas células desde el primer momento. "Es como si la célula madre de la leucemia hubiera engendrado muchísimas semillas hijas desde el inicio de la enfermedad, cada una de ellas con alteraciones diferentes que les permitirá crecer en el futuro cuando las condiciones le sean más adecuadas”, señala Elías Campo director del Idbaps, jefe del grupo Patología molecular en neoplasias linfoides y jefe de grupo del Ciberonc en nota de prensa.
"Hemos visto que si tratamos las células transformadas con un fármaco que bloquea este metabolismo reducimos marcadamente su crecimiento”
Además, también se identificaron alteraciones en el metabolismo de estas células más agresivas que parecen ser una debilidad de estas. “Hemos visto que si tratamos las células transformadas con un fármaco que bloquea este metabolismo reducimos marcadamente su crecimiento”, comenta Ferran Nadeu, investigador pos-doctoral del IDIBAPS y del CIBERONC. Este fármaco ya se está probando en ensayos clínicos en pacientes con otros tipos de leucemias y tumores sólidos y el estudio actual sugiere que también se podría utilizar en la leucemia linfática crónica, informan desde el Idbaps.
“Esta investigación ilustra cómo se produce una transformación agresiva en el contexto de un cáncer indolente, un fenómeno que se podría explorar más allá de este tipo de leucemia”, apunta Elías Campo. “El estudio demuestra que la secuenciación de ADN y ARN unicelular es una herramienta necesaria para profundizar en la biología del cáncer y que nos ayudará a diagnosticar y a encontrar nuevos tratamientos para hacer frente a la enfermedad”, concluye.