Reducir el consumo de carne podría disminuir el riesgo de cáncer de mama

Los resultados revelaron la necesidad de transmitir a la población que se debe reducir el consumo de carne, en concreto de la roja y la procesada y curada.

Elena Boldo y Marina Pollán, investigadoras del Centro Nacional de Epidemiología y del Ciberesp del Instituto de Salud Carlos III
Elena Boldo y Marina Pollán, investigadoras del Centro Nacional de Epidemiología y del Ciberesp del Instituto de Salud Carlos III
CS
9 marzo 2018 | 13:05 h

El riesgo de padecer cáncer de mama podría reducirse si se disminuye el consumo de carne roja, especialmente la muy hecha o la guisada, y procesada y curada. Se trata de una nueva evidencia científica descubierta por investigadores del Centro de Investigación Biomédica en Red de Epidemiología y Salud Pública (Ciberesp) y del Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III. El estudio, liderado por Elena Boldo y Marina Pollán, ha sido publicado recientemente en la revista científica Maturitas.

Una de cada ocho mujeres padecerá cáncer de mama a lo largo de su vida. Esta cifra lo convierte en el tumor más frecuente en las mujeres y, en el caso de España, representa el 28% de todos los tumores del sexo femenino. La prevención y el diagnóstico precoz son las mejores herramientas para luchar contra esta enfermedad. En cuanto a la prevención, se conoce que el riesgo de sufrir este tipo de cáncer se puede reducir realizando ejercicio físico de forma regular, evitando el sobrepeso y la obesidad tras la menopausia y el consumo habitual de alcohol.

En esta investigación participaron 1006 mujeres con cáncer de mama y 1370 mujeres sanas de diez provincias españolas

El proyecto MCC-Spain cuenta con la colaboración de investigadores de once comunidades autónomas españolas y busca aportar nueva información sobre factores de riesgo y posibles estrategias de prevención. En esta investigación participaron 1006 mujeres con cáncer de mama y 1370 mujeres sanas de diez provincias españolas.

Con la información aportada altruistamente por todas estas mujeres, se ha explorado la relación entre el riesgo de tener este tumor y el consumo de carne, considerando no solo la cantidad sino también las prácticas de su cocinado.  El análisis se realizó considerando el estado menopáusico (pre y postmenopausia) y la biología de la célula tumoral (tumores hormonales, HER2 positivos y triple negativos).

El riesgo de cáncer de mama aumenta para aquellas mujeres postmenopáusicas que consumen más cantidad de cualquier tipo de carne

Por un lado, se estudió el consumo total de carne blanca (pollo, pavo, pato, conejo), roja (vaca, ternera, cerdo, cordero, hamburguesas y albóndigas de cerdo o ternera, o hígado de ternera, cerdo o pollo),  procesada o curada (sometida a alguna forma de conservación, incluyendo salchichas, perritos calientes, paté, foie gras y embutidos) y la cantidad total de todas las antes nombradas. Por otra parte, se analizó el punto de cocción (poco hecho, hecho o en su punto y muy hecho). Finalmente, se valoraron los métodos de cocinado (plancha o barbacoa, frito o rebozado, guisado, horno y otros métodos).

El riesgo de cáncer de mama aumenta para aquellas mujeres postmenopáusicas que consumen más cantidad de cualquier tipo de carne (a partir de 51 g de carne por 1000 kcal y día), de carne roja (a partir de 25 g por 1000 kcal y día) y de carne procesada o curada (a partir de 14 g por 1000 kcal y día). La relación es particularmente importante en el caso de los tumores triple negativos y la carne procesada o curada, donde el riesgo es de más del doble de desarrollar este tipo de cáncer. 

La carne roja debería consumirse poco hecha, dado que un mayor cocinado incrementa el riesgo de cáncer de mama

La cantidad de carne blanca o el punto de su cocción no se ha relacionado con este tumor. En cambio, la roja debería consumirse poco hecha, dado que un mayor cocinado incrementa el riesgo de cáncer de mama. Finalmente, en relación con los métodos de cocinado, el análisis detectó un mayor riesgo por el consumo de carne roja guisada, sobre todo para los tumores hormonales.

Los resultados de este estudio confirman la necesidad de transmitir a la población que se debe reducir el consumo de carne, en concreto de la roja y la procesada y curada. Este consejo va en la línea de la recomendación ya realizada por la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer en 2015, tras declarar la carne procesada y curada como cancerígena y la roja como probable cancerígena para humanos.

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