La obesidad es todo un problema de salud pública y que, presentándose además asociada a una amplia variedad de otro tipo de problemas, influye de forma muy directa sobre la calidad de vida de quien la padece. En el caso de la mujer, una de las repercusiones más directas es sobre su capacidad reproductiva y sobre los riesgos adicionales que asume durante la gestación.
La situación de las mujeres obesas dificulta el momento del parto y produce una mayor exposición de los hijos a un riesgo en términos metabólicos, explican los doctores Manuel Albi, jefe del Departamento de Obstetricia y Ginecología del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, y Rodrigo Orozco, responsable también de la organización del I Curso sobre Obesidad y Mujer.
El escenario requiere un esfuerzo importante de concienciación, pero sobre todo de formación para poder ofrecer el mejor asesoramiento. "El mejor conocimiento del desarrollo embrionario y fetal, de la microbiota intestinal y de la epigenética ayudará a ofrecer las mejores alternativas terapéuticas", destaca el doctor Albi.
El ambiente epigenético en el que crece el feto y se desarrolla marcará en gran medida la programación física y metabólica
"Está científicamente demostrado que la obesidad disminuye la capacidad genésica, sobre todo cuando el índice de masa corporal (IMC) es mayor de 30", asegura por su parte el doctor Orozco, recordando que mantener elevado este indicador es también un importante factor de riesgo para sufrir otros problemas como enfermedades cardiovasculares, diabetes, trastornos del aparato locomotor y cáncer.
La necesidad de aporte de ácido fólico es también mayor en las mujeres obesas que, si requieren ayuda para el embarazo con un tratamiento de reproducción asistida, ven también sus posibilidades de éxito muy disminuidas respecto a las de una mujer con peso normal, debiendo seguir la medicación a emplear unos requisitos especiales más estrictos para un correcto control del ciclo.
La mujer requerirá un control mayor y más multidisciplinar para minimizar riesgos y lograr un recién nacido sano. Así, tiene mayor riesgo de desarrollar diabetes mellitus gestacional, hipertensión gestacional, preeclampsia, macrosomía fetal o retraso del crecimiento intrauterino, lo que se suma a una mayor frecuencia de sufrir malformaciones fetales características de la obesidad.
Los bebés pueden presentar problemas de adaptación a la vida extrauterina, de hipoglucemia o incluso muerte súbita en las primeras horas tras el nacimiento
En cuanto al feto, el ambiente epigenético en el que crece y se desarrolla marcará en gran medida la programación física y metabólica, incide el doctor Albi, apuntando riesgos añadidos a sufrir por el sobrepeso de la gestante tales como el desarrollo de malformaciones congénitas de tipo defectos del tubo neural, anomalías cardiovasculares, labio leporino, atresia anorectal, craneosinostosis, gastrosquisis, hidrocefalia, microcefalia o atresia esofágica.
Una vez superada la mayor probabilidad de sufrir un aborto espontáneo, el especialista asegura que esta se expone también a un mayor riesgo de parto pretérmino, rotura prematura de membranas, desprendimiento prematuro de placenta normalmente inserta, de precisar episiotomía o de finalizar la gestación mediante una cesárea en detrimento del parto vaginal.
Las implicaciones de la obesidad en la mujer embarazada no acaban en ella, sino que se extienden a su futuro hijo. Es entonces cuando los bebés pueden presentar problemas de adaptación a la vida extrauterina, de hipoglucemia o incluso muerte súbita en las primeras horas tras el nacimiento. Además, recientes investigaciones inducen a pensar que los niños nacidos de madres con obesidad tienen un riesgo aumentado de desarrollar obesidad infantil, con los consecuentes problemas metabólicos asociados a la misma.