La alimentación es, junto con los medicamentos, el principal factor que influye en el microbioma, la comunidad de microorganismos beneficiosos que habitan en los intestinos. Los probióticos, los alimentos fermentados, la fibra y los prebióticos son las intervenciones dietéticas que han despertado un mayor interés para cuidar el microbioma.
Un artículo publicado en la revista BMJ Open por Andreu Prados-Bo y Gonzalo Casino, del Departamento de Comunicación de la Universidad Pompeu Fabra, junto con investigadores de Eurecat, ha examinado la base científica de los mensajes de salud sobre estos productos en las páginas web en español. De los 133 beneficios atribuidos al consumo de estos productos que se han analizado, solo la mitad tiene alguna evidencia científica que los respalde.
Los mensajes de salud más mencionados en las páginas web en español se refieren a la mejora de la salud gastrointestinal (86,0%), la salud en general (57,9%), la salud cardiovascular (53,5%) y la salud del sistema inmunitario (50,9%), incluyendo entre estos últimos las infecciones, las alergias y el mensaje de “potenciar las defensas”.
La evidencia científica que respalda los mensajes de salud sobre los probióticos, los alimentos fermentados, la fibra y los prebióticos, además de ser escasa, tiene en general un grado de certeza entre bajo y muy bajo
“Los conceptos de “mejorar la salud digestiva” y “potenciar las defensas” son mensajes ambiguos y no existe un consenso científico sobre los mismos”, señala Andreu Prados-Bo, primer autor del estudio. “Aunque el motivo más frecuente para tomar el alimento o complemento alimenticio en cuestión fue revertir un microbioma alterado, hoy en día se desconoce cómo es un microbioma intestinal sano o normal”, añade.
Los probióticos acaparan el mayor número de beneficios analizados para los que existe alguna evidencia científica (29 de 53 beneficios), mientras que en el caso de la kombucha ninguno de los 55 beneficios difundidos en internet está respaldado por la evidencia científica de alguna revisión sistemática publicada en la Biblioteca Cochrane, que fue la vara de medir utilizada por los investigadores.
GRADO DE CERTEZA DE LA EVIDENCIA
La evidencia científica que respalda los mensajes de salud sobre los probióticos, los alimentos fermentados, la fibra y los prebióticos, además de ser escasa, tiene en general un grado de certeza entre bajo y muy bajo. “Esto quiere decir que, en general, o bien se desconoce el efecto de estas intervenciones dietéticas o bien el efecto observado en los estudios no es fiable y será probablemente diferente en futuros estudios”, explica Gonzalo Casino, profesor de periodismo científico de la UPF.
De las cuatro intervenciones dietéticas analizadas, el consumo de fibra fue la única con mensajes de salud respaldados por una evidencia científica de certeza alta (reducción de los niveles de colesterol y de triglicéridos) y la que tuvo también más mensajes con evidencia de certeza moderada (reducción del riesgo de obesidad, diabetes tipo 2 y cáncer colorrectal, entre otros). Solo cuando la certeza es como mínimo moderada es probable que el efecto observado sea cierto.
La certeza más alta se encontró para la prevención de la diarrea asociada a antibióticos con el consumo de probióticos y yogur y la prevención y el tratamiento de la diarrea infecciosa y la encefalopatía hepática con prebióticos
Para el resto de las intervenciones, los beneficios para la salud gastrointestinal son los que cuentan con un mayor grado de certeza. La certeza más alta se encontró para la prevención de la diarrea asociada a antibióticos con el consumo de probióticos y yogur (certeza moderada) y la prevención y el tratamiento de la diarrea infecciosa y la encefalopatía hepática con prebióticos (certeza moderada). Entre los mensajes de salud sobre el sistema inmunitario, la prevención de la otitis tiene una certeza moderada.
CALIDAD DE LA INFORMACIÓN EN ESPAÑOL
En esta investigación se analizó también la calidad de la información difundida en internet sobre estas intervenciones dietéticas, utilizando para ello 10 criterios seleccionados a partir de la primera revisión sistemática de la calidad de la información sobre intervenciones de salud. La calidad global media resultante fue de 3 sobre 10.
Menos de una quinta parte (18,4%) de las páginas web explicaban de forma adecuada las conclusiones de los artículos científicos, el 7,9%cuantificaron los efectos, el 28,9% mencionaron algunas de las limitaciones de los resultados de la investigación y el 42,1% mencionaron o discutieron de forma adecuada los efectos perjudiciales de la intervención.
“El hecho de que la mitad de las páginas webs no mencionaron los efectos perjudiciales de las intervenciones es preocupante porque la kombucha es una bebida alcohólica que puede llegar a ser tóxica sobre todo en mujeres embarazadas y lactantes, niños y personas con patologías crónicas y con el sistema inmunitario débil”, destaca Prados-Bo.
El trabajo se basa en el análisis de las 20 primeras páginas web localizadas con Google.es usando seis expresiones habituales que el usuario utiliza al buscar información sobre los probióticos, el yogur, el kéfir, la kombucha, la fibra y los prebióticos.