La degeneración macular asociada a la edad, más conocida por sus siglas DMAE, es una enfermedad de la mácula (zona central de la retina), donde se concentra gran parte de la sensibilidad visual. En España, los estudios indican que más de 800.000 personas padecen esta enfermedad, de las cuales el 25% es mayor de 75 años. Las mujeres de 72 años, se constituyen como el paciente medio en sufrir esta patología, que es la primera causa de ceguera legal en mayores de 50 años en nuestro país.
Los primeros síntomas de la DMAE exudativa son “la pérdida rápida de agudeza visual y la metamorfopsia, es decir, la visión distorsionada de los objetos”, señala el Jefe del Servicio de Oftalmología del Hospital General Universitario de Ciudad Real, el Dr. Zouhair Halaoui. El especialista señala que el factor de riesgo más importante en el desarrollo de la enfermedad es la edad, la cual “es inevitable y no se puede prevenir”. Los problemas cardiovasculares también pueden suponer un riesgo añadido.
Esta patología de la retina afecta notablemente a la calidad de vida de quienes la padecen, pues “disminuye su capacidad de lectura y su libertad de deambulación”. Desde el punto de vista psicológico, el 70% de los afectados tiene miedo a quedarse ciego y el oftalmólogo destaca que “no son raras las depresiones”.
El 70% de los afectados por DMA tiene miedo a quedarse ciego
La DMAE exudativa, también conocida como húmeda o neovascular, provoca la aparición de nuevos vasos sanguíneos (neovascularizaciones) que producen una acumulación de fluido bajo la retina.
Los tratamientos estándar vigentes utilizan inyecciones intravítreas de antiangiogénicos, que controlan esta acumulación de fluido, un aspecto fundamental para detener su progresión. Mediante estos fármacos, se consigue “secar” la retina, haciendo desaparecer el líquido o sangre acumulado y mejorando así el pronóstico de la enfermedad.
Para detectarla, “la prueba OCT (tomografía de coherencia óptica) es el gold standard en el diagnóstico y seguimiento de la enfermedad”, apunta el Dr. Zouhair Haloui. Se trata de una tecnología óptica no invasiva a través de la cual se obtienen imágenes histológicas del ojo por secciones. En palabras del experto en oftalmología, es “una prueba sencilla, inocua y rápida que nos da una idea exacta de la evolución de la enfermedad”.
“La OCT es una prueba sencilla, inocua y rápida que nos da una idea exacta de la evolución de la enfermedad”
Se estima que alrededor de la mitad de los pacientes con DMAE necesitan un cuidador y, desde que aparece la enfermedad hasta que se diagnostica, pasa más de medio año. Este tiempo aumenta hasta los diez meses en las personas que viven en zonas rurales.
El diagnóstico precoz de la enfermedad es esencial para prevenir la ceguera en los pacientes, ya que gracias a la adherencia al tratamiento, se consigue frenar la progresión de la patología. “En porcentajes muy pequeños, algunos pacientes mejoran, pero la mayoría se estabilizan con el tratamiento, pudiendo evitar la ceguera legal en un porcentaje considerable”, apunta el oftalmólogo.
Aunque la mayor parte de los pacientes que recibe tratamiento acaba teniendo “una visión más baja de lo normal”, esta es suficiente para permitirles “autonomía en su vida diaria”, concluye el Dr. Halaoui.