Un equipo internacional entre los que hay investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha demostrado, por primera vez en ratones, una estrategia capaz de prevenir el desarrollo de la leucemia infantil o leucemia linfoblástica aguda de células B, la forma más común de cáncer infantil. Se estima que alrededor del 5% de los niños sanos tiene desde que nace, alteraciones genéticas en las células B - localizadas en el gen PAX5 - que les predisponen a desarrollar esta enfermedad.
Con todo y tal y como explica el CSIC, esta predisposición genética no desencadena por sí sola la leucemia, sino que además de esta alteración inicial, deben producirse otras mutaciones secundarias para desarrollar la enfermedad. Se trata de las mutaciones secundarias producidas en la vía de señalización celular JAK/STAT, que podrían estar causadas por estrés inmunitario, una reacción a determinadas infecciones.
Este estudio - publicado en la revista Cancer Research, de la American Association for Cancer Research - ha utilizado un enfoque preventivo para dirigirse a estas mutaciones secundarias y prevenirlas, para que aunque exista la predisposición genética, no desemboque en leucemia. Así, si se logra frenar estas mutaciones secundarias, se podría bloquear el desarrollo de la leucemia aunque las células contengan la mutación inicial y por tanto, estén predispuestas a la enfermedad. Las mutaciones iniciales son más difíciles de corregir, ya que se producen en los óvulos o esperma de los padres.
"La leucemia infantil podría prevenirse si se evitara la aparición de estas mutaciones secundarias"
En palabras del investigador del Centro de Investigación del Cáncer CSIC - Universidad de Salamanca) y participante en el estudio, Isidro Sánchez-García, "en este trabajo hemos suministrado un fármaco (ruxolitinib) a ratones con el gen PAX5 mutado, y en el momento de exposición a la infección que genera el estrés inmunitario, con el fin de erradicar las células preleucémicas". Este fármaco inhibe la vía de señalización JAK1/2, evita las mutaciones secundarias y elimina de manera específica a las células B preleucémicas (con la mutación del gen PAX5) sin afectar a las células B normales.
"La condición previa para el desarrollo de la enfermedad es que el gen PAX5 esté mutado, pero la progresión de la misma no se presenta hasta que el estrés inmunitario facilite la aparición de mutaciones en la vía de señalización JAK/STAT. Por tanto, la leucemia infantil podría prevenirse si se evitara la aparición de estas mutaciones secundarias", explica.
La investigación ha proporcionado la primera evidencia in vivo de que esta estrategia es capaz de prevenir el desarrollo de la leucemia linfoblástica aguda de células B. Del total de 29 ratones tratados con el fármaco ruxolitinib, solo uno desarrolló la patología, mientras que de los 34 ratones expuestos a la infección, aunque sin recibir el tratamiento, ocho la desarrollaron.
El estudio respalda una mayor investigación de los enfoques específicos dirigidos a eliminar a las células B preleucémicas como medio para prevenir la aparición de la leucemia linfoblástica aguda de células B
Este enfoque preventivo podría aplicarse a otros casos de susceptibilidad genética a la leucemia infantil en los que las mutaciones secundarias presentes en los estadios leucémicos guíen la identificación de vulnerabilidades dentro de la población de células B preleucémicas. Asimismo, respalda una mayor investigación de los enfoques específicos dirigidos a eliminar a las células B preleucémicas como medio para prevenir la aparición de la leucemia linfoblástica aguda de células B, asegura el CSIC.
En el trabajo han participado el grupo de Sánchez-García, en el que se incluye Carolina Vicente, investigadora vinculada al grupo de pediatría clínica del Instituto de Investigación Biomédica de Salamanca (IBSAL - Hospital de Salamanca), en colaboración con el St. Jude Children's Research Hospital de Estados Unidos y el Novartis Institute for BioMedical Research de Suiza.
La principal vía de financiación del grupo que dirige Sánchez-García para este proyecto proviene de la Fundación Unoentrecienmil a través del proyecto Cunina, donde participa el grupo dirigido por el Dr. Manuel Ramírez Orellana, del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús de Madrid. El proyecto también cuenta con financiación de la Agencia Estatal de Investigación del Ministerio de Ciencia e Innovación; la Junta de Castilla y León, y de la Fundación Científica de la Asociación Española contra el Cáncer.