Cada año se diagnostican 71.000 nuevos casos de cáncer de piel en España y aproximadamente 288.000 casos en todo el mundo. En España, casi el 95% pertenecen al cáncer de piel no melanoma, con aproximadamente 66.000 afectados nuevos cada año. Por su parte, el cáncer de piel melanoma genera aproximadamente 5.000 afectados nuevos cada año. Además, en los últimos 10 años los casos de cáncer de piel han aumentado casi un 50% en todo el mundo, tal y como informan desde GenesisCare, compañía líder internacional en tratamientos oncológicos.
El cáncer de piel supone un problema de salud en países con alta exposición solar como ocurre en España. Tanto para el cáncer de piel no melanoma como el de melanoma el principal factor de riesgo es la exposición a radiación ultravioleta de forma crónica y prolongada. Pero también influyen el fototipo, factores hereditarios, inmunosupresión o la edad avanzada entre otros. Por este motivo, y con la llegada del verano, desde GenesisCare recuerdan la importancia de prevenir esta tipología de tumor a través de cinco consejos:
1. Evitar la radiación ultravioleta directa, especialmente en las horas de mayor exposición solar.
2. Empleo de la crema solar. Es importante concienciar a las personas del uso de la crema solar con factor de protección no solo cuando nos exponemos al sol, sino como parte de nuestra rutina antes de salir de casa.
3. Protección de la cara mediante el uso de gafas y sombrero para evitar un contacto directo con los rayos del sol, así como ropa de manga y pantalón largo en las horas más fuertes del sol.
4. Atención a lunares anormales que pueden evolucionar a un cáncer de piel. Es importe examinarse regularmente la piel y acudir al médico en caso de identificar alguna alteración cutánea.
5. Evitar las camas bronceadoras y las lámparas de sol. Las lámparas bronceadoras emiten rayos UV que pueden causar daños a la piel a largo plazo, y contribuir al cáncer de piel.
El doctor David Esteban, oncólogo radioterápico de GenesisCare, explica la diferencia entre ambos tipos de cáncer y señala que “el cáncer de piel no melanoma se origina a partir de las células basales y escamosas de la piel formando tumores que, diagnosticados a tiempo, pueden tener muy buen pronóstico, ya que las opciones de tratamiento permiten eliminarlos con altas tasas de curabilidad, aunque si se dejan evolucionar el pronóstico puede ser malo. Este tipo de cáncer de piel no melanoma se desarrolla en las células de la epidermis, la capa más superior de la piel y puede ser de dos clases principalmente: carcinoma basocelular, la forma más común de cáncer de piel, con una alta tasa de curación, o carcinoma de célula escamosa, el segundo tipo de cáncer de piel más común”.
El cáncer de tipo melanoma el mayor número de casos se diagnostican entre la cuarta y la quinta décadas de la vida
A su vez, el Dr. Esteban añade que el origen del melanoma está en los melanocitos de la epidermis, células que producen la melanina, que nos protege de los rayos UV y nos aporta el bronceado a nuestra piel. "Es un tumor cutáneo infrecuente, pero que debe detectarse y tratarse de manera precoz, ya que tiene un comportamiento mucho más agresivo, dado su capacidad de generar metástasis, es decir, de diseminarse a otras partes del cuerpo. A pesar de que su incidencia es menor que el no melanoma, su mortalidad es mayor”.
Respecto a la edad, en el cáncer de tipo melanoma el mayor número de casos se diagnostican entre la cuarta y la quinta décadas de la vida, incluso puede aparecer en menores de 30 años. Por otro lado, el cáncer de piel no melanoma es más frecuente a partir de la sexta década de la vida, siendo poco común que se desarrolle en personas más jóvenes.
TRATAMIENTOS INOVADORES
Junto a las medidas de prevención que eviten el desarrollo de esta enfermedad, el tratamiento es clave a la hora de controlar la enfermedad. Entre ellos, la radioterapia es una técnica que ha demostrado una tasa de éxito del 90-98% de los casos. A través de la tecnología de alta precisión como VMAT (arcoterapia volumétrica modulada), GenesisCare, compañía pionera en el tratamiento de cáncer de piel con radioterapia, administra fotones en áreas que anteriormente no se trataban fácilmente con radioterapia, ni de manera efectiva. De esta forma, la radioterapia se emplea como alternativa a la cirugía en aquellos casos no quirúrgicos, en los que el tumor se localiza en áreas extensas de piel, zonas de difícil acceso en las que los injertos o la reconstrucción son complejos, o cuando las comorbilidades del paciente impiden la cirugía o el paciente no desea ser intervenido.