Pueblos sin consultorios médicos, regiones con un centro sanitario a más de 25 km de los hogares de los pacientes, falta de profesionales, carreteras descuidadas o nieve en invierno. Las barreras que los pacientes rurales se encuentran para acceder a la atención sanitaria son diversas y en algunos momentos difíciles o imposibles de salvar, como cuando un paciente sufre un infarto en una casa solitaria en la montaña en enero, con todos los caminos cortados y ventisca que impide el vuelo de los helicópteros sanitarios.
Los pacientes que viven en la España rural son los grandes abandonados de las políticas sanitarias. Aunque en los últimos años, y especialmente en las últimas elecciones tanto autonómicas del 28 M como general del 23 J. se ha puesto el foco en este entorno para aumentar su población y reforzar sus derechos, lo cierto es que las personas con alguna enfermedad o problema de salud no cuentan a veces ni con un ambulancia que les acerque al hospital, ubicados en ciudades más grandes como Trujillo, Estella, Huesca o Teruel, y lejos de los pueblos en los que viven.
Son personas mayoritariamente envejecidas y con patologías crónicas que, incluso, tienen problema para acceder a un médico de cabecera. Los centros de Atención Primaria están hasta a 20 km de distancia de los habitantes de la provincia de Teruel, a 16,4 km si viven en la provincia de Zamora y a 15 km en Cuenca, según el estudio de Banco de España ‘El acceso a servicios en la España rural’.Juanjo, paciente de esclerosis múltiple y habitante de la provincia de Teruel, tiene que irse a la ciudad cuando precisa de atención especializada, y, en algunos casos, la falta de ambulancias le ha llevado a tener que pedir ayuda a algún vecino para poder ir en un momento de angustia.
Daniel: “Yo vivo en un pueblo de 20 habitantes en el que no hay médico, siempre tengo que desplazarme a Sabiñánigo que está a cuatro kilómetros o a Jaca, que está a 13 km y es donde hay Urgencias”
Como cuenta por teléfono a ConSalud.es tras un mes de ingreso hospitalario, en su caso la falta de acceso a los médicos, la presencia de profesionales cansados, la falta de tiempo y de recursos retrasaron su diagnóstico y con ello la llegada del tratamiento. “Yo tengo la suerte de estar en un pueblo un poco más grande y contar con centro de salud. Desde ahí me derivaron enseguida al especialista, pero debido a que las pruebas se realizaban allí tardaron meses en diagnosticarme, pese a que la sintomatología era clara. Y conozco gente que ha tardado un año y medio”, rememora.
Si ir al médico supone recorrer largos caminos mal asfaltados y peligrosos, dedicar horas para llegar ante un profesional sanitario que despacha rápidamente porque tiene a muchos pacientes, y sentir que nada ha solucionado el viaje, muchas personas dejan de acudir a consulta y tardan más en diagnosticarse, lo que produce un retraso en todo el proceso de abordaje. Otras veces, la falta de profesionales lleva a que los afectados no sepan a cuál acudir para recibir la atención precisa. “Yo vivo en un pueblo de 20 habitantes en el que no hay médico, siempre tengo que desplazarme a Sabiñánigo que está a cuatro kilómetros o a Jaca, que está a 13 km y es donde hay Urgencias”, cuenta Daniel.
María vive en Sabiñánigo, donde espera una semana para poder ir a la doctora de cabeza. Ambos, en el caso de tener que ir algún especialista tienen que desplazarse hasta Huesca, pues Jaca no cuenta con todos los profesionales especializados, de hecho muchos van solo una vez en semana y no dan abasto, “yo llevo un año esperando cita para el otorrino y el oftalmólogo en la ciudad”, señala Daniel. “Al final te vas a Huesca porque la cita te la dan antes, pero muchas veces no sabes a quién acudir”, añade María.
Las ambulancias no siempre están disponibles "hay pocas y o bien la está usando otro paciente, o están en huelga o no circulan los fines de semana"
Daniel también recibe atención en la Unidad de Trastorno de Personalidad de Zaragoza, donde se tendría que trasladar todas las semanas. “Empecé yendo cada semana, luego lo retrasé a los quince días, después al mes y ya no estoy bajando. Me supone mucho gasto económico y de tiempo”, explica Daniel. Para desplazarse siempre lo tienen que hacer en vehículo. Si no cuentan con coche o no pueden conducir, tienen que ir en ambulancia que en muchos casos no está disponible. En Teruel, Juanjo tuvo que estar un día más ingresado porque no había ambulancias disponibles. Lo mismo les sucede en Huesca a María y a Daniel. “O bien están en huelga, no circulan los fines de semana o, como hay muy pocas, no están disponibles”, cuentan.
¿QUÉ SE PUEDE HACER?
Los profesionales sanitarios no escogen con frecuencia plazas en el entorno rural, quedando muchas vacantes. Situaciones como estar a más de 50 km del puesto de trabajo, no tener las comodidades de las ciudades o carecer de un sueldo más atractivo frenan en muchos casos la decisión de ir a estos lugares. Aquellos que sí dan el paso y se quedan experimentan momentos profesionales positivos, pero son pocos los que se decantan por un hospital o centro de salud de un pueblo.
Como resultado, los pacientes no cuentan con el suficiente tiempo y atención que necesitan. Ante ello, sus reivindicaciones pasan por la necesidad de incentivar los puestos en el entorno rural para atraer a más profesionales sanitarios que tengan más tiempo para dedicarles y puedan atender a todas las personas que lo necesitan, principalmente a aquellas personas con patologías complejas como la esclerosis múltiple, en las que un poco de fiebre puede significar una importante complicación. También contar con más camas, pues en muchos casos no les pueden ingresar, o transporte público o sanitario que les acerque a las consultas médicas.
Carina Escobar: “Se necesita un centro de salud cercano o por lo menos un profesional que llegue a las personas”
“Si seguimos sin cuidar a las personas al final vamos a tener una España rural vacía”, indica Carina Escobar presidenta de la Plataforma de Organizaciones de Pacientes (POP). “Se necesita un centro de salud cercano o por lo menos un profesional que llegue a las personas”, continúa. En un modelo sanitario que pivota hacia el paciente, para evitar que este se desplace o peregrine entre especialistas, la realidad es que la Sanidad rural dista de alcanzar este proceso. “Los pacientes crónicos complejos tienen muchas dificultades para interactuar con el sistema sanitario, se ha abandonado la atención domiciliaria y el contacto médico-paciente y con ello la capacidad para adelantarse a complicaciones”, remata
En el mismo sentido se manifiesta Santiago Alfonso, vicepresidente del Foro Español de Pacientes (FEP), “se trata de un problema estructural que hace que el acceso a la Sanidad sea muy complicado durante todo el año, pero especialmente en verano, con las vacaciones del personal sanitario y el aumento de gente que va a los pueblos”. En este sentido, el vicepresidente de la FEP incide en la importancia de aumentar las plantillas en verano. También señala la necesidad de acercar las especialidades al mundo rural, y que no se queden solo en los hospitales de las ciudades, “sino que también se dé en los centros de salud”. Y, por último, llama a reforzar las conexiones telefónicas y de Internet “para hacer posible la telemedicina” y con ello un seguimiento mejor de los pacientes.
“Cuando voy a Burgos siempre se percibe al médico como una cosa lejana, y eso no puede ser. Necesitamos profesionales formados, bien capacitados y que estén ahí, atendiendo a esa población que es mayoritariamente mayor y que tienen procesos crónicos”, concluye Santiago Alfonso.