Daniel Gallego tenía 20 años cuando le diagnosticaron la enfermedad renal crónica (ERC), una patología prevalente, progresiva y silente. A los 26 años tuvo que comenzar con la diálisis, lo que le supuso un cambio radical en su vida.
“Depender de una máquina para vivir es psicológicamente muy duro. Yo no he querido vivir así. Pasas por un proceso de negación e ira. Tuve que adaptar mi vida a los tratamientos y a ir varias veces por semana al hospital. Esto es muy incompatible con la vida diaria y los trabajos. Lo arrastras siempre”, comenta.
La ERC supone un importante problema de salud pública a nivel mundial y enEspaña afecta a más del 10% de la población. Además, se asocia a una elevada comorbilidad y a un alto consumo de recursos del sistema sanitario. Cuando llega al final de su evolución, la única solución es la diálisis y el trasplante.
"Tuve que adaptar mi vida a los tratamientos y a ir varias veces por semana al hospital"
En España hay 75.000 personas que se realizan diálisis y no todos los pacientes pueden acceder al trasplante, solo un 30% de los enfermos renales son compatibles para trasplante de riñon, debido a que sufren otras patologías.
Durante la última década, el reconocimiento de la ERC ha permitido a la Nefrología trascender de una especialidad que atendía patologías de baja incidencia como las enfermedades nefrológicas clásicas y que en sus estadios avanzados precisaban de tratamiento sustitutivo a centralizar un importante problema de Salud Pública asociado a una mortalidad prematura con importantes implicaciones sociales y económicas.
Todo ello ha hecho aconsejable no sólo su diagnóstico y detección precoz, posible por pruebas habituales de laboratorio, sino también aumentar su grado de conocimiento y coordinación transversal interespecialidades y entre distintos niveles asistenciales.
VIVIR CON RIESGO DURANTE EL CONFINAMIENTO
En la ERC los riñones están dañados y no pueden filtrar la sangre como deberían. Para poner solución a esto, los pacientes deben acudir tres días a la semana durante cuatro horas al hospital más cercano.
Por suerte, desde hace años, existe una técnica veterana y fiable, pero no demasiado implantada, que permite dializarse en casa, al ritmo que el paciente prefiera, con limitaciones, pero que le da mucha más libertad que el método más común. Algo más de un 10% de los casos con ERC cuentan con esta opción.
"Nosotros no podíamos hacer el confinamiento como los demás. Teníamos que ir al hospital e incluso utilizar el transporte público. Los pacientes no querían ir, tenían miedo a morir"
Daniel forma parte de esta cifra. Desde 2019 se realiza este tratamiento, lo que le permite ser más independiente en su día a día. Además, supuso un alivio para él, ya que precisamente ese mismo año decretaron el confinamiento por la COVID-19. Según explica, muchas de las personas que se realizaban diálisis en ese momento temieron por su vida al tener que ir al hospital. "Los pacientes no querían ir, tenían miedo a morir", asegura Gallego.
27 AÑOS DESPUÉS
Falta de apetito, fatiga, dolores de cabeza, náuseas, pérdida de peso e insomnio son algunos de los síntomas que los pacientes renales crónicos suelen tener. Sin embargo, Daniel explica que lo que más les molesta y, "con diferencia", es la sed. "Al no eliminar las toxinas, notas que se te acumula la urea y por más que bebas mucha agua, no puedes eliminarla”.
"Después de 27 años ya lo ves como una cosa más y esto no es lo que me define ni mucho menos"
No es fácil convivir así durante años, como lo ha hecho Daniel, que a sus 49 años ya ve algo común lo que le sucede. “Después de 27 años ya lo ves como una cosa más y esto no es lo que me define ni mucho menos".
En la actualidad, es presidente de la Federación Nacional de Asociaciones para la lucha contra las enfermedades del riñón (ALCER) y su experiencia como paciente renal es lo que le anima a ayudar a todas aquellas personas que recorren el mismo camino por el que él ha pasado.