Los estados de ánimo relacionados con la tristeza y la ira, son en ocasiones difíciles de gestionar. Las oscilaciones anímicas se vuelven ya no solo habituales, sino también inevitables sobre todo en la juventud, una etapa donde las hormonas están revolucionadas y el autoconocimiento está lejos de estar presente.
Estas oscilaciones pueden ir desde la euforia y el entusiasmo hasta la ira, la tristeza y la apatía, llegando a ser provocadas por diversos factores, afectando al rendimiento académico de los estudiantes.
¡Como explica la responsable del servicio de Psicología Clínica de Olympia Quirónsalud, Gloria Calderón, cuando experimentamos una situación de estrés persistente en el tiempo, nuestro organismo comienza a dar señales de desgaste, pudiendo originar cefaleas, problemas gastrointestinales, falta/exceso de apetito, alteración en los patrones de sueño, etc., “no estamos preparados biológicamente para permanecer constantemente en alerta”, indica.
“No estamos preparados biológicamente para permanecer constantemente en alerta”
En el contexto de la EvAU, las oscilaciones anímicas pueden ser un factor determinante en el resultado final. “Es común que los estudiantes experimenten altos niveles de estrés y ansiedad durante el periodo de preparación y durante la realización de la prueba, lo que puede afectar negativamente su capacidad para concentrarse y rendir de manera óptima”, asegura la psicóloga.
Segundo de Bachillerato es un año de entrenamiento en el que los estudiantes se preparan para superar los exámenes de la Evaluación para el Acceso a la Universidad (EvAU), pero no para el cansancio emocional derivado de la elevada actividad mental y los altos niveles de autoexigencia que imperan durante el curso. “Por ello, la incertidumbre se convierte un enemigo feroz que provoca sentimientos de confusión y falta de confianza sobre si se poseen las competencias necesarias para lograr superar la EvAU y alcanzar la calificación requerida”, resalta Gloria Calderón.
Tal y como explica la experta, conforme el estudiante se va adentrando en el proceso, proliferan pensamientos negativos sobre su valía personal y su autoestima sufre altibajos, potenciados por la sensación de soledad que la intensa rutina de estudio genera. “El contacto social se ve afectado y la persona va perdiendo el interés por las relaciones sociales, dejando de disfrutar de ellas y provocando su aislamiento paulatino. Por este motivo, es frecuente el fenómeno de ausencia, en el que el estudiante parece no estar presente en los momentos de interacción social”, matiza Calderón.
“La persona va perdiendo el interés por las relaciones sociales, dejando de disfrutar de ellas y provocando su aislamiento paulatino”
La psicóloga clínica de Olympia recomienda tomar medidas para mitigar este impacto negativo, como fomentar un ambiente de apoyo y colaboración en la propia aula, promover técnicas de relajación, fomentar una actividad física y alimentación saludables, pueden ayudar a mejorar el estado de ánimo y reducir la ansiedad, etc.
“Además, estos estudiantes que se preparan para la EvAU tienen la sensación de que nunca estudian lo suficiente, incluso cumpliendo con los objetivos que se han marcado diariamente, generando un elevado nivel de autoexigencia e incapacidad para tolerar la incertidumbre”, subraya.
De acuerdo con la especialista, el descontrol de los estados emocionales se convierte en el estado natural del estudiante, provocando en ellos cambios constantes de estado anímico, encontrándose a veces muy motivados y capaces de enfrentarse a todo, y en otras ocasiones con la sensación de hallarse totalmente agotados, muy vulnerables y abocados al fracaso. “Por este motivo, la necesidad de apoyo incondicional, proveniente de las figuras de apoyo, es esencial; no sentirse juzgados, aceptar sus cambios de humor y validar sus emociones convulsas, desde la comprensión y el afecto, les ayudará a abordar con éxito este momento tan adverso de sus vidas”, concluye Gloria Calderón.