“Hoy en día hay unos mil millones de migrantes en todo el mundo, aproximadamente una de cada ocho personas. La experiencia de la migración es un determinante clave de la salud y el bienestar, y los refugiados y lo migrantes siguen estando entre los miembros más vulnerables y desatendidos de muchas sociedades”. Con estas palabras el director general de la Organización de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, alertaba sobre la salud de los refugiados y migrantes tras la presentación del primer informe global sobre su situación sanitaria y el riesgo que esto implica para que el mundo no logre cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible relacionados con la salud de estas poblaciones.
El desplazamiento y la migración de poblaciones son determinantes clave de la salud y el bienestar no solo de los refugiados y migrantes, sino también de las poblaciones de los países de origen, tránsito o destino.
La relación entre los movimientos de población y la salud es compleja y dinámica. Por ejemplo, las condiciones de salud de refugiados y migrantes pueden mejorar cuando pasan de una zona en conflicto a una pacífica o cuando abandonan un territorio con altas tasas de desempleo para llegar a otro en el que puedan no solo trabajar, sino hacerlo en buenas condiciones y bien pagados. Sin embargo, la salud de los migrantes y refugiados puede empeorar al ver interrumpida la atención médica y ver socavado su estado de salud en las diferentes fases de la migración.
Ante esta fotografía el informe de la OMS destaca que los refugiados y migrantes no son inherentemente menos saludables que las poblaciones que los acogen. Los impactos de los diversos determinantes de la salud como la educación, los ingresos, la vivienda o el acceso a los servicios, agravados por barreras lingüísticas, culturales o legales entre otras, son los que se encuentran detrás de los deficitarios resultados de salud de estas poblaciones.
Entre 1990 y 2020 la población mundial aumentó desde los 5.300 millones de personas a los 7.800. En este periodo de tiempo el número total de migrantes aumento de 153 millones (2,9% de la población mundial) a 281 (3,6%). Alrededor del 48% de los migrantes internacionales son mujeres y alrededor de 36 millones son niños, grupos extremadamente vulnerables.
Los países desarrollados acogieron en 2021 al 86% de los refugiados y migrantes. Más de la mitad de los refugiados reconocidos durante el primer semestre de 2021 procedían de República Centroafricana, Sudán del Sur, Siria, Afganistán y Nigeria. En este sentido es necesario señalar que las cifras han variado en la actualidad como consecuencia de la guerra en Ucrania que, de acuerdo a los últimos datos de la OMS, ha provocado ya más de nueve millones de refugiados, el mayor visto en el viejo continente desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
“Hoy en día hay unos mil millones de migrantes en todo el mundo, aproximadamente una de cada ocho personas. La experiencia de la migración es un determinante clave de la salud y el bienestar, y los refugiados y lo migrantes siguen estando entre los miembros más vulnerables y desatendidos de muchas sociedades”
La experiencia de la migración y los desplazamientos son factores clave en la salud y el bienestar de las personas, especialmente cuando se combinan con otros determinantes. En este sentido el documento recoge un meta-análisis que aglutina más de 17 millones de participantes de 16 países de cinco regiones de la OMS. Este ha hallado que, en comparación con los trabajadores no migrantes, los trabajadores migrantes tenían menos probabilidades de utilizar los servicios de salud y más probabilidades de sufrir una lesión laboral.
La evidencia también ha mostrado que un número significativo de los 169 millones de trabajadores migrantes en todo el mundo realizan trabajos peligrosos y corren un mayor riesgo de sufrir accidentes laborales, lesiones y problemas de salud relacionados con el trabajo que sus contrapartes no migrantes, condiciones exacerbadas. por su acceso y uso a menudo limitado o restringido de los servicios de salud.
Este informe ha identificado también la existencia de brechas críticas en los datos y sistemas de salud relacionados con las personas refugiadas y migrantes. Si bien se cuenta con una ingente cantidad de datos, estos se encuentran de forma fragmentada y no pueden ser comparados entre países.
Si bien estas poblaciones móviles a veces son identificables en conjuntos de datos globales utilizados para la monitorización de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, los datos relacionados con la salud a menudo están ausentes en las estadísticas de migración, y las variables de estado migratorio a menudo faltan en las estadísticas de salud. Situación que dificulta la determinación y el seguimiento del progreso de las personas refugiadas y migrantes hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible relacionados con la salud.
"La salud no empieza ni termina en la frontera de un país. Por lo tanto, el estatus migratorio no debe ser un factor discriminatorio sino un impulsor de políticas sobre el cual construir y fortalecer la atención médica y la protección social y financiera. Debemos reorientar los sistemas de salud existentes hacia servicios de salud integrados e inclusivos para refugiados y migrantes"
“Es imperativo que hagamos más por la salud de las personas refugiadas y migrantes, pero si queremos cambiar el statu quo, necesitamos inversiones urgentes para mejorar la calidad, la relevancia y la integridad de los datos de salud de las personas refugiadas y migrantes. Necesitamos sistemas sólidos de recopilación y seguimiento de datos que representen verdaderamente la diversidad de la población mundial y la experiencia que las personas refugiadas y migrantes enfrentan en todo el mundo y que puedan guiar políticas e intervenciones más efectivas”, defiende la doctora Zsuzsanna Jakab, directora general Adjunta de la OMS.
A pesar de que el informe denuncia la situación expuesta. También identifica la existencia de políticas y marcos regulatorios que abordan y dan respuesta a las necesidades en el campo de la salud de las personas refugiadas y migrantes. A pesar de esto persisten las disparidades en los resultados de salud y el informe identifica claramente que el origen de esta situación radica en la falta de una implementación significativa y efectiva de políticas.
“La salud no empieza ni termina en la frontera de un país. Por lo tanto, el estatus migratorio no debe ser un factor discriminatorio sino un impulsor de políticas sobre el cual construir y fortalecer la atención médica y la protección social y financiera. Debemos reorientar los sistemas de salud existentes hacia servicios de salud integrados e inclusivos para refugiados y migrantes, de acuerdo con los principios de atención primaria de salud y cobertura universal de salud”, ha declarado el doctor Santino Severoni, director del Programa de Salud y Migración de la OMS.
La implementación de sistemas de salud inclusivos que se ajusten al principio del derecho a la salud para todos y la cobertura universal de salud permitiría identificar y apoyar tempranamente a las personas que necesitan servicios de salud, antes de que muchos problemas se agudicen. En este sentido la OMS incide en que “los sistemas de salud son tan fuertes como su eslabón más débil. La inclusión de refugiados y migrantes es una inversión valiosa para el desarrollo y el bienestar de las sociedades de todo el mundo”.
“Este informe es el primero en ofrecer una revisión global de la salud de los refugiados y migrantes. Exige una acción urgente y colectiva para garantizar que puedan acceder a servicios de atención médica que sean sensibles a sus necesidades. También ilustra la necesidad apremiante de abordar las causas fundamentales de la mala salud y reorientar radicalmente los sistemas de salud para responder a un mundo cada vez más en movimiento”, concluye el director general de la OMS.