La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la demencia como “un síndrome, de naturaleza crónica o progresiva, que conduce al deterioro de la función cognitiva, es decir, la capacidad de procesar el pensamiento, más allá de lo que cabría esperar de las consecuencias habituales del envejecimiento biológico”. De acuerdo con los datos actualizados a finales de 2022, más de 55 millones de personas viven con demencia y se diagnostican más de 10 millones de nuevos casos cada año. Las estimaciones apuntan a que la cifra de personas que viven con demencia podría triplicarse en 2050.
Actualmente la demencia se posiciona como la séptima causa de muerte entre todas las enfermedades y como una de las principales causas de discapacidad y dependencia entre las personas mayores en todo el mundo. Un problema de salud pública a nivel global que tiene impactos físicos, psicológicos, sociales y económicos no son solo para aquellos que la padecen, sino también para sus cuidadores, familias y para la sociedad en general.
Como suele suceder con cualquier aspecto relacionado con la salud la carga de la demencia no es la misma en todas las regiones del mundo. Alrededor de dos tercios de las personas con demencia viven en países de medios y bajos ingresos, en los que se prevé que el incremento en la cifra de nuevos diagnósticos aumente de forma más rápida que en las naciones de altos ingresos.
La evidencia científica muestra que las mujeresreportan una tasa de prevalencia de la demencia mucho mayor que los hombres en todos los grupos de edad. En este sentido, cabe recordar que, aunque la demencia afecta principalmente a las personas mayores, no es una consecuencia inevitable del envejecimiento.
Actualmente no se cuenta con ningún tratamiento que cure la demencia. Los fármacos y terapias modificadoras de la enfermedad desarrolladas hasta la fecha tienen una eficacia limitada y se dirigen, fundamentalmente, para la enfermedad de Alzheimer, la forma más común de demencia y que puede contribuir a entre el 60-70% de los casos. Un grupo de expertos denuncia en la revista Nature que, aunque se han logrado avances en la investigación sobre la demencia “sigue fragmentada y aislada en áreas que probablemente no generarán un mayor impacto global”.
"Muy pocos países han dado prioridad a la demencia en sus políticas nacionales"
El “Informe sobre el Estado Mundial de la Respuesta de Salud Pública a la Demencia”, publicado por la OMS en septiembre de 2021, destaca de forma imperiosa la necesidad de aumentar los esfuerzos a nivel mundial para alcanzar los objetivos establecidos para el año 2025. La conclusión de este documento no deja lugar a dudas: “se necesitan esfuerzos renovados y concertados entre todas las partes interesadas para hacer realidad la visión del ‘Plan de Acción Mundial sobre la Demencia’”.
Los autores de informe denuncian que a pesar de los importantes progresos en la consecución de los objetivos mundiales, todavía queda un largo camino por recorrer. “Muy pocos países han dado prioridad a la demencia en sus políticas nacionales, demasiadas personas con demencia siguen sin tener acceso a los servicios de diagnóstico y postdiagnóstico, y un numero demasiado elevado de cuidadores permanece aislado socialmente por falta de apoyo”.
Es necesario incluir la demencia en los programas nacionales de salud de todo el mundo por medio de foros políticos como el G7 y el G20, a fin de alcanzar los objetivos del "Plan de Acción Mundial sobre la Demencia". También hay que crear vínculos estratégicos respecto de los compromisos internacionales adquiridos, como la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la cobertura sanitaria universal y el Decenio de las Naciones Unidas del Envejecimiento Saludable 2021-2030.
"Demasiadas personas con demencia siguen sin tener acceso a los servicios de diagnóstico y postdiagnóstico, y un numero demasiado elevado de cuidadores permanece aislado socialmente por falta de apoyo"
Un aspecto vital reside en mejorar la comprensión sobre la prevalencia y la incidencia de la demencia y la prevalencia y el impacto de los factores de riesgo en los países de medios y bajos ingresos. Los estudios que se desarrollan en los países de altos ingresos sugieren una reducción de la prevalencia de la demencia vinculada a factores de riesgo de demencia modificables. También hay que visibilizar el coste económico de la demencia que a nivel global ascendió en 2019 a 1,3 billones de dólares, y se espera que escale hasta los 1,7 billones en 2030. La mayor parte de este coste se concentra en los países de ingresos altos
La investigación equitativa y accesible es la piedra angular del enfoque innovador que requiere el abordaje de la demencia. La elaboración de nuevas estrategias de priorización y la aplicación de tecnologías sanitarias innovadoras es primordial para dotarse de mejores medios de prevención, reducción de riesgos, diagnóstico precoz, tratamiento y atención a las personas con demencia.
Las publicaciones indexadas revisadas por pares incluidas en las bases de datos biomédicas y de ciencias de la vida son un excelente indicador del volumen de investigaciones que se desarrollan a nivel mundial. Estas pueden emplearse para hacer un seguimiento de los productos de investigación sobre diferentes ámbitos de la enfermedad. Esos datos revelan que los productos de investigación relacionados con otras enfermedades no transmisibles como el cáncer, las enfermedades cardíacas, renales, diabetes y depresión son hasta 14 veces más en comparación con la investigación sobre demencia. “Si la tendencia de los últimos 10 años se mantiene hasta 2025, no alcanzaremos el objetivo establecido para ese año”, asevera la OMS.
Tal y como se ha expresado a lo largo de estas líneas la demencia plantea un complejo desafío. Existen todavía importantes lagunas en términos de comprensión de la enfermedad y cerrar las brechas existentes requiere de la implementación de un plan de investigación global, con especial atención a la inclusión equitativa y el desarrollo de capacidades en entornos de escasos recursos.
Es preciso tomar medidas urgentes para garantizar que todos los países cuenten con políticas y planes en materia de demencia (independientes o integrados) que incluyan componentes de sensibilización sobre la demencia, reducción del estigma, inclusión y reducción del riesgo. Sin olvidar la pieza fundamental que es el fortalecimiento de los sistemas de atención de salud y asistencia social para garantizar el acceso universal a los servicios de diagnóstico, tratamiento y atención de la demencia, especialmente, para reducir las desigualdades.