Alrededor del 80% de las mujeres sufren el llamado "baby blues" después del nacimiento de su hijo. Normalmente, se trata de un breve período de desánimo que desaparece en unos días. Pero alrededor de 1 de cada 7 mujeres desarrolla depresión posparto; se trata de una depresión más grave que puede afectar el vínculo que las madres establecen con su bebé y puede tener consecuencias a largo plazo. Estas mujeres parecen incapaces de regular las emociones negativas que pueden surgir después del parto. Ahora, Franziska Weinmar (Universidad de Tübingen, Alemania) presenta un nuevo trabajo al respecto en el Congreso de ECNP en Milán.
En concreto, un grupo de investigadores europeos ha descubierto que en las mujeres embarazadas sanas la actividad de una zona específica del cerebro está relacionada con la regulación de las emociones negativas y la tendencia a los síntomas depresivos. Los investigadores esperan que el análisis de esta actividad, junto con la forma en que se regulan las emociones, indique qué mujeres corren el riesgo de sufrir depresión posparto. Este es uno de los primeros estudios que comparan la actividad cerebral en mujeres embarazadas y no embarazadas. La capacidad de regular las emociones es esencial para la salud mental y esta interacción fue nuestro punto de partida.
Los investigadores seleccionaron a 15 mujeres embarazadas sanas con niveles muy altos de estrógeno (debido al embarazo). Las mujeres embarazadas estaban entre 5 y 6 meses en su primer embarazo. Se las comparó con 32 mujeres no embarazadas, cuyos niveles de estrógeno fluctuaban naturalmente, como ocurre durante el ciclo menstrual. Se colocó a cada mujer en un escáner de resonancia magnética y se les mostraron imágenes perturbadoras. Luego se les pidió que regularan su estado emocional mediante una reevaluación cognitiva, que es una técnica en la que la persona intenta modificar su estado emocional cambiando sus pensamientos e intentando reinterpretar la situación.
En este sentido, Franziska Weinmar explica: "Preguntamos a todas las mujeres del estudio cómo afrontaban las emociones negativas y descubrimos que las embarazadas de nuestro estudio indicaron que rara vez intentaban cambiar su perspectiva emocional mediante la reevaluación cognitiva, a diferencia de las mujeres que no estaban embarazadas. Sin embargo, cuando se les pidió que regularan sus emociones mientras se sometían a una resonancia magnética, tuvieron el mismo éxito en el manejo de su estado emocional que las mujeres que no estaban embarazadas.
Un grupo de investigadores europeos ha descubierto que en las mujeres embarazadas sanas la actividad de una zona específica del cerebro está relacionada con la regulación de las emociones negativas y la tendencia a los síntomas depresivos
"Descubrimos que en las imágenes por resonancia magnética, las mujeres embarazadas que mostraban una mayor actividad en la amígdala a la hora de regular sus emociones tenían menos éxito en el control de las emociones. Además, las mujeres embarazadas con esta mayor actividad en la amígdala presentaban más síntomas de depresión".
Franziska Weinmar continúa: "Debemos ser cautelosos al interpretar esto: se trata de una muestra pequeña y somos los primeros en realizar este trabajo. Sin embargo, estudios más amplios confirman una mayor actividad de la amígdala en mujeres con riesgo de depresión posparto, podríamos evaluar y dirigirnos específicamente a estas mujeres durante esta fase vulnerable, por ejemplo, entrenándolas en habilidades de regulación emocional. Este puede ser un enfoque para hacer frente a la tristeza posparto".
En su comentario, Susana Carmona (Hospital Gregorio Marañón, Madrid), que no participa en el estudio, agrega: "Estudios como este son fundamentales para entender uno de los procesos fisiológicos más extremos que puede experimentar un ser humano: la gestación. Es sorprendente lo poco que sabemos todavía. Recientemente, la FDA aprobó el primer tratamiento para la depresión posparto.
Sin embargo, todavía nos queda mucho camino por recorrer para caracterizar lo que sucede en el cerebro durante el embarazo, identificar biomarcadores que puedan indicar el riesgo de desarrollar trastornos mentales perinatales y diseñar estrategias para prevenir el sufrimiento de la madre y el bebé durante el delicado y crítico período periparto".