La Navidad es un periodo del año caracterizado por una sensación generalizada de alegría y amor, en el que compartir momentos especiales con nuestras personas más cercanas. Sin embargo, al margen de esta fachada idílica, muchas otras personas padecen en estas fechas un empeoramiento en el estado de salud mental. Factores como los compromisos sociales con familiares y amigos, el estrés y gasto de las compras navideñas, la ausencia de algunos seres queridos, la soledad no deseada o un ambiente familiar desestructurado hacen que la salud mental se resienta, especialmente en personas que vienen arrastrando estas problemáticas.
En esta línea, según la Alianza Nacional sobre Enfermedades Mentales de EE.UU, durante la época navideña un 68% de los pacientes diagnosticados afirman sentir que las vacaciones empeoran su situación. Una percepción compartida por la portavoz de la Sociedad Madrileña de Psicología Clínica y residente de último año en el Hospital Puerta de Hierro, Dra. Ángela Menéndez, quien asegura que la Navidad es “una época de mucha intensidad emocional, para lo bueno y para lo malo, especialmente si estas pasando por un periodo de duelo”.
“Puede suponer un factor de estrés, y el estrés multiplica todos los síntomas: depresión, tristeza, ansiedad o mayor inestabilidad”
Un cúmulo de emociones que afecta a todas las personas, pero con especial singularidad a quienes se encuentran previamente diagnosticadas y para las cuales estas fechas pueden resultar un problema añadido. Para una persona con una patología de salud mental del tipo que sea cualquier situación de alto contenido emocional “le puede suponer un factor de estrés, y el estrés multiplica todos los síntomas: depresión, tristeza, ansiedad, mayor inestabilidad en personas psicóticas y más episodios de trastorno bipolar en estos pacientes”, aclara.
De la misma manera, la psicóloga reconoce que los niños son otro importante grupo social que se ve particularmente afectado por el paso de la navidad. Es un periodo de una importante carga familiar y los pequeños pueden estar más expuestos. “Me vienen a la cabeza los menores que viven situaciones de violencia o malos tratos en épocas vacacionales, y que han de pasar más tiempo en casa. En mi experiencia he visto como algunos de ellos nos pedían volver antes o no irse a casa porque le suponía un estrés que en ese momento no podían tolerar o, incluso, volvían con los síntomas más agudizados”, relata la psicóloga clínica.
“Estos días vienen acompañados de mucho consumo de todo tipo de sustancias, como alcohol o drogas”
Igualmente, la llegada de las luces navideñas a la ciudad trae consigo importantes desafíos para las personas diagnosticadas con problemas de adicciones. “Estos días vienen acompañados de mucho consumo de todo tipo de sustancias, como alcohol o drogas, relacionadas con el ambiente festivo que nos rodea”. A su vez, el hecho de disponer de más tiempo libre lleva implícita una mayor libertad para acentuar la adicción al juego, los videojuegos o la excesiva exposición a las pantallas. Una circunstancia especialmente peligrosa en los más pequeños.
Otro sinónimo de la Navidad son las mesas repletas de comida, muchas veces por encima de las cantidades razonables y en días consecutivos. “En las personas con problemas de conducta alimentaria supone todo un reto verse expuesto a comidas y celebraciones en las que los demás opinan de tu peso, si has comido mucho, poco, etc”, advierte la doctora Menéndez. De la misma manera, las aglomeraciones en las calles, las tiendas y en los propios hogares “acentúan” también el estado emocional de los pacientes con patologías como la fobia social.
“Existe mucha intolerancia e invalidación al malestar emocional, como si fuera algo que no forma parte de la propia vida”
La Navidad viene a acrecentar también una sensación presente en nuestra sociedad de que “parece que hay que ser feliz por obligación”. En esta línea, apunta la psicóloga, “existe mucha intolerancia e invalidación al malestar emocional, como si fuera algo que no forma parte de la propia vida”. Esto abre la vía a pensar en “qué pasa si no puedo sentirme de esa manera; si mi familia no es un ambiente en el que sea feliz; o si vivo en un entorno socio-económico que no me permite este nivel de consumismo navideño. Es muy frustrante para muchas personas”, señala.
Además, la incidencia de las fechas navideñas tiene también una arista especialmente dañina para las personas que están pasando un problema de salud mental: el espejo social y el entrometimiento de los demás. “Es un momento de pasar revista y ver cómo nos ha ido el año, se sufre un escrutinio. Además, los que nos rodean –con buena intención y de manera ajena- quieren tratar de ayudarnos y aconsejarnos: ‘haz este tratamiento para la mente, lee este libro, escucha este podcast’, etc”. Una intención de ayuda que pocas veces resulta beneficiosa.
“Se puede notar un poco más en aquellos que no disponen de una red social, han perdido a todas las personas cercanas o han emigrado”
Igualmente, en el ámbito de las personas que carecen de compañía las Navidades se pueden hacer muy difíciles. Se ha demostrado que la soledad no deseada puede producir importantes estragos en la salud de las personas que la padecen, principalmente en su espectro emocional. La situación de soledad “se puede notar un poco más en aquellos que no disponen de una red social, han perdido a todas las personas cercanas o han emigrado a un nuevo país en el que no conocen a nadie”, concluye la psicóloga clínica.