Mutilación genital femenina: una violación de los derechos de la mujer sin justificación médica

La mutilación genital femenina engloba todos los procedimientos a través de los cuales se procede a la resección parcial o total de los genitales externos femeninos, así como a las lesiones que se producen en estos por motivos no médicos.

La mutilación genital femenina es una violación de los derechos de las mujeres y niñas (Foto. Federation GAMS)
6 febrero 2023 | 00:00 h
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Las siglas A/MGF pueden no decir nada a primera vista. Pero hablamos de un problema que, de acuerdo con las cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), afecta en la actualidad a más de 200 millones de mujeres y niñas. Hablamos de la ablación o mutilación genital femenina. Un práctica tradicional en alrededor de 30 países de África, Oriente Medio y Asia sobre la que se cree que potencia la belleza de la mujer, su honor, demuestra su castidad y, por ende, aumenta las posibilidades de matrimonio y eleva su estatus social. Nada más lejos de la realidad: la A/MGF es una violación de los derechos humanos de las mujeres y las niñas que pone en grave riesgo su salud tanto física, psicológica y sexual.

La mutilación genital femenina engloba todos los procedimientos a través de los cuales se procede a la resección parcial o total de los genitales externos femeninos, así como a las lesiones que se producen en estos por motivos no médicos. Podemos encontrar hasta cuatro tipos:

  • Resección parcial o total del glande del clítoris (la parte externa y visible del clítoris, que es la parte sensible de los genitales femeninos) y/o del prepucio/capuchón del clítoris (pliegue de piel que rodea el glande del clítoris).
  • Resección parcial o total del glande del clítoris y los labios menores (pliegues internos de la vulva), con o sin escisión de los labios mayores (pliegues cutáneos externos de la vulva).
  • Infibulación; estrechamiento de la abertura vaginal, que se sella procediendo a cortar y recolocar los labios menores o mayores, a veces cosiéndolos, con o sin resección del prepucio/capuchón del clítoris y el glande del clítoris (tipo 1).
  • Todos los demás procedimientos lesivos de los genitales femeninos con fines no médicos, tales como la punción, perforación, incisión, raspado o cauterización de la zona genital.

La OMS denuncia que en la mayoría de las ocasiones esta aberrante práctica es llevada a cabo por circuncisores tradicionales que realizan otras tareas en sus comunidades como la asistencia al parto. En muchos países es realizada por proveedores de asistencia sanitaria ya que consideran que si la mutilación genital femenina es llevada a cabo por profesionales es un procedimiento más seguro. Una postura con la que el organismo internacional de la ONU está totalmente en contra y pide activamente que cualquier profesional de la salud se abstenga de efectuar tales intervenciones.

En este 6 de febrero, fecha en la que se celebra el Día Internacional de la Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina, la OMS incide en un mensaje fundamental: la mutilación genital femenina no tiene ningún tipo de beneficio para la salud y daña de múltiples formas a las mujeres y niñas.

GRAVES CONSECUENCIAS FÍSICAS Y PSICOLÓGICAS

Se trata de un proceso lesivo de partes sanas que implica interfiere en el correcto funcionamiento de las funciones naturales del cuerpo de las mujeres y niñas. Los expertos denuncian que los riesgos asociados aumentan a medida que lo hace la gravedad del procedimiento, aunque todas las formas de mutilación genital femenina se asocian con importantes riesgos para la salud.

La OMS denuncia que en la mayoría de las ocasiones esta aberrante práctica es llevada a cabo por circuncisores tradicionales que realizan otras tareas en sus comunidades como la asistencia al parto. En muchos países es realizada por proveedores de asistencia sanitaria

Entre las complicaciones inmediatas al procedimiento destacan dolor intenso, hemorragias, inflamación de los tejidos genitales, fiebre, infecciones como el tétanos, problemas urinarios, lesiones de los tejidos genitales cercanos, puede provocar un estado de shock en la mujer o niña a la que se lo practican y, en algunos  casos puede conducir a la muerte.

A largo plazo las infecciones urinarias y los problemas vaginales son habituales. Esta práctica dificulta en muchos de los casos la menstruación incrementando el dolor o el tránsito de la sangre menstrual. La mutilación también provoca tejido y queloide cicatricial. En términos sexuales el coito suele ser doloroso y la satisfacción sexual en el caso de la mujer es reducida e incluso inexistente. El riesgo de complicaciones durante el parto, hemorragias, necesidad de cesárea e incluso de reanimación del bebé aumentan, al igual que la mortalidad neonatal.

Algunas mujeres, debido al grado de mutilación al que se han sido sometidas, requieren nuevos cortes para ensanchar la abertura de la vagina para poder mantener relaciones sexuales o posibilitar el parto natural, por lo que la zona vaginal es cosida repetidas veces incluso en el mismo momento en el que ha dado a luz. Los trastornos psicológicos como la depresión, ansiedad, estrés postraumático o una baja autoestima son inherentes a esta brutal práctica.

La OMS ha publicado un estudio focalizado en los costes económicos que supone el tratamiento de los problemas de salud derivados de la mutilación genital femenina. El análisis realizado en 27 países en el año 2018 revela un coste anual de 1.400 millones de dólares. Los autores del estudio advierten de que si no se actúa de forma urgente y la prevalencia de la mutilación genital femenina se mantiene al ritmo actual, la cifra superará los 2.300 millones de dólares (+68%) para el año 2047. Si los países analizados abandonasen esta práctica los costes se reducirían en un 60% en ese periodo.

¿Y esto cómo se puede lograr? Un arduo camino que se inició en 1997, continuando con la labor desarrollada en las décadas anteriores, de la mano de la OMS, UNICEF y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA). Estos tres organismos rubricaron una declaración conjunta contra la mutilación genital femenina.

Desde este momento se han logrado avances, pero el impulso necesario para combatir esta violación de los derechos de las mujeres y las niñas requiere de una mayor participación internacional, la creación de organismos internacionales de seguimiento, la adopción de resoluciones que condenen esta práctica, la revisión de los ordenamientos legislativos, implicar el apoyo político internacional y aumentar la concienciación sobre los riesgos de esta práctica en los países en los que se reporta una mayor prevalencia.

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