Las mujeres que han sufrido un infarto de miocardio tienen casi un 60% más de riesgo que los hombres de sufrir insuficiencia cardiaca grave, en concreto un 59% más. Así se desprende de un estudio realizado por el Grupo de Trabajo de Mujeres en Cardiología de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), con la colaboración de la Fundación IMAS y el Ministerio de Sanidad.
El estudio ha investigado las diferencias entre hombres y mujeres con infarto de miocardio complicado con shock cardiogénico (el grado más severo de insuficiencia cardiaca), poniendo de manifiesto que ellas (8%) sufren con más frecuencia esta complicación que los varones (5,1%). “El hallazgo más importante y novedoso de nuestra investigación es que estas disparidades sexuales no desaparecieron durante el periodo de estudio, desde los años 2003 a 2015, y se han mantenido durante más de una década”, declara la Dra. Antonia Sambola, coordinadora del Grupo de Trabajo de Mujeres en Cardiología de la SEC.
Las mujeres son admitidas con menos frecuencia en los centros especializados
El estudio nacional, que analizó un total de 20.262 pacientes con shock cardiogénico en una población de 340.490 pacientes con infarto de miocardio, demuestra también que las mujeres fueron admitidas con menos frecuencia en los centros especializados, experimentaron una mortalidad más elevada (65,8% frente a 58,5%) y recibieron menos tratamiento con angioplastia en comparación con los hombres. “El sexo femenino fue un predictor independiente de mayor mortalidad hospitalaria en estos pacientes, con una mayor tendencia temporal durante este periodo de 12 años”, añade la Dra. Sambola.
ENFERMEDAD CARDIOVASCULAR Y FALTA DE DATOS SEGREGADOS POR SEXO
Con motivo del Día Internacional de la Mujer, que se celebra este lunes 8 de marzo, el Grupo de Trabajo de Mujeres en Cardiología de la SEC recuerda que la enfermedad cardiovascular en la mujer sigue siendo la primera causa de muerte en Europa y América y pone el foco en la escasez de datos segregados por sexo en las diferentes patologías que constituyen la enfermedad cardiovascular. “De hecho, se cree que la incidencia de cardiopatía isquémica en la mujer está infraestimada, pero no existen datos específicos al respecto”, asegura la coordinadora del grupo, quien añade que “sí sabemos que el infarto de miocardio está gradualmente incrementándose en las mujeres mayores de 65 años, mientras que la incidencia del infarto de miocardio sin obstrucción de las arterias coronarias, conocido como MINOCA, está aumentando en las mujeres menores de 60 años”.
Desde el Grupo de Trabajo de Mujeres en Cardiología trabajan activamente para investigar las diferencias entre hombres y mujeres respecto a la enfermedad cardiovascular. En un trabajo previo ya demostraron que el riesgo de muerte en la mujer con infarto de miocardio era el doble que en los hombres (18,7% frente a 9,3%), en parte debido a una menor utilización de la angioplastia primaria en la mujer, y también que la aparición de insuficiencia cardiaca después de un infarto de miocardio es más frecuente en ellas que en los varones. “Una mujer con infarto de miocardio es mucho más vulnerable que un hombre a tener insuficiencia cardiaca de novo”, remarca la Dra. Sambola.
EMBARAZO, MENOPAUSIA Y ENFERMEDAD CARDIOVASCULAR
Por otro lado, la especialista en cardiología subraya que un reciente artículo de revisión publicado en el European Heart Journal concluye que “los cambios hormonales que las mujeres experimentan a lo largo de su vida tienen un impacto en el riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular”.
Así, los desórdenes hipertensivos y la diabetes gestacional que aparecen en el embarazo incrementan el riesgo cardiovascular de la mujer. Los nacimientos pretérminos también suponen un factor de riesgo para desarrollar enfermedad cardiovascular debido a que suponen una insuficiencia placentaria, indicando disfunción endotelial.
Los desórdenes hipertensivos y la diabetes gestacional que aparecen en el embarazo incrementan el riesgo cardiovascular de la mujer
Por otra parte, la Dra. Sambola recuerda que “en la menopausia desaparece el efecto protector de los estrógenos, aumenta el riesgo de obesidad, de hipertensión arterial y los niveles de lípidos, por lo que hay que estar atento y hacer cambios en el estilo de vida”. Esto es seguir una dieta saludable y practicar ejercicio físico de intensidad moderada de forma regular.
En este contexto, la especialista en cardiología concluye que “hay mucho camino por recorrer y es necesario realizar estrategias nacionales coordinadas con las comunidades autónomas y las sociedades científicas que prioricen las principales áreas que ponen en riesgo la vida de las mujeres: el ictus, el infarto de miocardio y la insuficiencia cardiaca, con el pilar de la prevención cardiovascular, a pesar de que estemos en una época de pandemia”.