Charlie Gard, el bebé británico que sufría una enfermedad rara y cuyo caso se ha conocido a nivel mundial durante las últimas semanas, ha muerto finalmente este viernes en un hospital de cuidados paliativos. Así lo han hecho público sus padres, quienes después de abandonar la batalla legal por ofrecer algún tratamiento a su pequeño, en los últimos días decidieron abandonarla por las dificultades que les puso el hospital.
Charlie Gard padecía el síndrome de depleción de ADN mitocondrial, un extraño desorden que inhabilita la capacidad del cuerpo de dar energía a los músculos, hasta que el cuerpo sufre un fallo respiratorio total, por lo que en el hospital en el que estaba ingresado optaron por desconectarle los aparatos que le mantenían con vida para que tenga una muerte digna.
Frente a ello, los padres han defendido en todo momento que se le mantuviera con vida, de cara a ser sometido a un posible tratamiento experimental, una decisión que había sido rechazada por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, pero que estaba a la espera de una decisión de la Corte Suprema de Londres.
Los padres de Charlie habían recibido el apoyo de personalidades como Donald Trump o el Papa Francisco
Tras ser desconectado de las máquinas que le mantenían con vida, el juez ordenó que fuera trasladado a este centro, desoyendo el deseo de sus progenitores que estaban interesados en pasar los últimos momentos del bebé juntos en su casa. Tras constatar que los daños de la enfermedad en el pequeño eran irreversibles, se ha optado por desconectarle de la ventilación asistida que le mantenía con vida.Charlie Gard padecía el síndrome de depleción de ADN mitocondrial, un extraño desorden que inhabilita la capacidad del cuerpo de dar energía a los músculos, hasta que el cuerpo sufre un fallo respiratorio total, por lo que en el hospital en el que estaba ingresado optaron por desconectarle los aparatos que le mantenían con vida para que tenga una muerte digna.
Frente a ello, los padres han defendido en todo momento que se le mantuviera con vida, de cara a ser sometido a un posible tratamiento experimental, una decisión que había sido rechazada por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, pero que estaba a la espera de una decisión de la Corte Suprema de Londres.