Varios estudios han demostrado que quienes padecen alteraciones mentales o psiquiátricas tienen un mayor riesgo de accidente de tráfico (1,72) que la población general. El riesgo varía en función de la enfermedad que se padezca y de los posibles deterioros por su efecto en la capacidad para percibir el entorno de la circulación, la atención, la capacidad de reacción y el control de los impulsos.
En declaraciones a ConSalud.es, Rosa Pérez, coordinadora de SEMES Divulgación, afirma que “conducir requiere estar en forma por eso para obtener el carnet de conducir pasamos por una serie de reconocimientos y pruebas médicas”.
Hay muchas enfermedades que pueden afectar a la conducción y aumentar el riesgo de sufrir accidentes. La primera de ellas y la más grave, según apunta Rosa Pérez, es el alcoholismo. “El alcohol es una enfermedad causante de gran parte de los accidentes. Esta sustancia disminuye la reacción de una persona ante cualquier tipo de imprevisto”.
“La propia enfermedad o los fármacos que se utilizan para controlar sus síntomas pueden dar sueño y hay que tenerlo en cuenta a la hora de ponerse al volante”
Las enfermedades neurológicas, como por ejemplo haber tenido un ictus, apunta la experta, también son una de las principales causas de accidentes. “Tener demencia o párkinson hacen que tus sentidos no estén bien y que por tanto mermen tu capacidad de reacción”, añade la especialista.
Pérez apunta que también las enfermedades psiquiátricas, “bien por la propia enfermedad o los fármacos que se utilizan para controlar sus síntomas, como pueden ser antidepresivos o antipsicóticos, que dan mucho sueño, son enfermedades a tener en cuenta a la hora de ponerse al volante”.
Precisamente, el uso de fármacos es otro de los factores que pueden ser determinantes a la hora de sufrir un accidente. “Muchos medicamentos pueden interferir con la capacidad de conducción y de atención. Personas en tratamientos antiepilépticos, hipnóticos o opiáceos derivados de la morfina, pueden tener más somnolencia debido a estos fármacos”, revela la experta.
“Muchos medicamentos pueden interferir con la capacidad de conducción y de atención”
La coordinadora de SEMES Divulgación también señala que las personas con diabetes no controlada “pueden sufrir subidas o bajadas de azúcar mientras conducen y afectar a su estado de conciencia”.
Además, hay otro grupo de enfermedades que pueden alterar nuestra capacidad a la hora de conducir. Se trata de aquellas que afectan a nuestra capacidad auditiva o visual. “Estos problemas pueden corregirse fácilmente gracias a las gafas o los audífonos, y son revisados siempre a la hora de renovar el carnet de conducir”, apunta.
Por otra parte, otras patologías que se hayan podido sufrir como las enfermedades coronarias, indica la experta, también pueden limitar la capacidad de conducción durante unos meses. “Hay un periodo después de tener un infarto en los que hay un porcentaje de personas que vuelven a tener otro, lo que aumenta el riesgo de accidente”, revela Pérez.
No obstante, la especialista subraya que muchos de los accidentes se dan por salida de la vía, lo que indica que la causa de los mismos es la distracción, “más que una enfermedad brusca que haga que pierdas el conocimiento o enfermedades como la apnea del sueño que hace que te duermas al volante”. Por este motivo y dado que “la mayoría de los accidentes se producen por descuidos, se debe evitar el uso del teléfono móvil o relojes inteligentes… porque no debemos olvidar que las distracciones al volante son la primera causa de accidente”, concluye.