La Organización Mundial de la Salud (OMS) informa de que, a nivel mundial, 2,4 millones de niños fallecieron en el primer mes de vida en 2019. Cada día mueren aproximadamente 6.700 niños recién nacidos lo que representa el 47% de todos los decesos registrados en menores de cinco años. La cifra en 1990 representaba el 40% lo que muestra un preocupante aumento.
A pesar de que nos encontramos ante un dato alarmante, lo cierto es que el mundo ha logrado un sustancial progreso en materia de supervivencia infantil desde 1990. Las cifras globales indican que las muertes neonatales se han reducido de cinco a 2,4 millones entre 1990 y 2019, aunque la disminución de la mortalidad neonatal ha sido más lenta que la de posparto.
El África subsahariana continúa siendo una de las regiones con mayor tasa de mortalidad en menores de cinco años: 36%. En el caso de Europa y América del Norte, donde se registran las tasas más bajas, el 54% de todas las muertes en menores de cinco años se producen durante el periodo neonatal. Una excepción es el sur de Asia, donde la proporción de muertes neonatales se encuentra entre las más altas (62%), a pesar de una tasa de mortalidad de menores de cinco años relativamente alta.
África subsahariana tuvo la tasa de mortalidad neonatal más alta en 2019 con 27 muertes por cada 1.000 nacidos vivos, seguida de Asia central y meridional con 24 muertes por cada 1.000 nacidos vivos. “Un niño nacido en el África subsahariana o en el sur de Asia tiene 10 veces más probabilidades de morir en el primer mes de vida que un niño nacido en un país de altos ingresos”, expone la OMS.
Si atendemos a las causas vemos que la mayoría de todas las muertes neonatales (75%) se producen durante la primera semana de vida. Alrededor de un millón de recién nacidos fallecen dentro de las 24 primeras horas de vida. El parto prematuro, las complicaciones que pueden producirse intraparto (como la asfixia al nacer), las infecciones y los defectos congénitos provocaron la mayoría de las muertes neonatales en 2017.
“Un niño nacido en el África subsahariana o en el sur de Asia tiene 10 veces más probabilidades de morir en el primer mes de vida que un niño nacido en un país de altos ingresos”
Desde la finalización del periodo neonatal y hasta que se cumplen los primeros cinco años de vida la neumonía, diarrea, los defectos de nacimiento y la malaria son los principales impulsores de la mortalidad. Los expertos de la OMS destacan además que la desnutrición es un contribuyen subyacente en los niños de cualquier edad que los posiciona como uno de los grupos más vulnerables a las enfermedades.
“La gran mayoría de las muertes de recién nacidos tienen lugar en países de ingresos medios y bajos. Es posible mejorar la supervivencia y la salud de los recién nacidos y poner fin a la mortinatalidad prevenible alcanzando una alta cobertura de atención prenatal de calidad, atención calificada durante el parto, atención posnatal para la madre y el bebé, y atención de los recién nacidos pequeños y enfermos”, manifiesta la OMS.
La experiencia de la OMS muestra cómo en aquellos entornos en los que se cuenta con programas de parteras que funcionan correctamente y proporcionan una atención de calidad, los partos prematuros llegan a reducirse hasta un 24%. Estos programas (MLCC, por sus siglas en inglés) se fundamentan en un modelo de atención en el que una matrona o un conjunto de estas atienden a las mujeres durante todo el embarazo, el parto y el puerperio. Siempre que se considere necesario se solicita la ayuda de un profesional médico lo que reduce significativamente todos los riesgos.
La OMS celebra además el aumento de los nacimientos que se producen en centros especializados como los hospitales que representan ya casi el 80% a nivel mundial. Estos partos cuentan con las garantías de una atención esencial que requerirán tanto las madres como los recién nacidos y que son fundamentales no solo para aumentar la supervivencia de los recién nacidos, sino para proteger también la salud materna.
Alrededor de un millón de recién nacidos fallecen dentro de las 24 primeras horas de vida
Se incide en que los recién nacidos permanezcan, al menos, sus primeras 24 horas de vida en los hospitales o centros especializados ante las posibles complicaciones que puedan presentarse. Esto es fundamental ya que, tal y como hemos visto, alrededor de un millón de niños mueren cada año en todo el mundo en sus primeras 24 horas.
ATENCIÓN ESENCIAL PARA LOS RECIÉN NACIDOS
La OMS publica una serie de recomendaciones que se muestran a continuación para garantizar los cuidados esenciales que puede requerir cualquier recién nacido:
Todos los bebés deben recibir los siguientes cuidados:
- Protección térmica. Se puede, por ejemplo, promover el contacto piel con piel entre madre e hijo.
- Cuidados higiénicos del cordón umbilical y cuidado de la piel.
- Evaluación de los signos que puedan indicar problemas de salud graves o necesidad de atención adicional.
- Tratamiento preventivo. Por ejemplo, inmunización BCG y hepatitis B, vitamina K y profilaxis ocular.
Entre los principales signos que alertan de peligro y sobre los que las familias deben prestar atención, se encuentran: problemas de alimentación, actividad reducida, dificultad para respirar, fiebre, ataques o convulsiones, ictericia en las primeras 24 horas, palmas de las manos y plantas de los pies amarillas a cualquier edad o si el bebé siente frío constante. La OMS incide en la imperiosa necesidad de que se administren a los bebés todas y cada una de las vacunas que se encuentren autorizadas para cada una de las etapas de su vida.
En el caso de los bebés que presentan bajo al nacer y aquellos que son prematuros, se deben garantizar los siguientes cuidados: mayor atención para mantener el calor corporal, asistencia en el inicio de la lactancia, atención adicional en la higiene de quienes le rodea (especialmente de las manos) y monitorización del crecimiento.
Aquellos bebés nacidos de madres infectadas por el VIH deben recibir el tratamiento antirretroviral preventivo para prevenir infecciones oportunistas. Se debe realizar la prueba del VIH si el bebé ha estado expuesto.