Según los datos recopilados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) en 2022, más del 60 % de la población española está expuesta durante el día a niveles de ruido que superan los límites recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS). La contaminación acústica, además, no descansa por las noches. Según un informe de la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA), se calcula que unos 6,5 millones de personas padecen trastornos crónicos del sueño como consecuencia de la exposición al ruido.
“El ruido nocturno impide la relajación y desconexión necesarias para conciliar el sueño, nos puede sacar de él de forma abrupta o lo mantiene en fases superficiales, lo que hace que la calidad de descanso se deteriore como consecuencia de los cambios en su estructura: tardamos más en conciliar el sueño, despertamos antes de lo que necesitaríamos, o pasamos menos tiempo en fase REM”, explica la doctora Mª Ángeles Bonmatí, miembro del grupo de trabajo de Cronobiología de la Sociedad Española de Sueño (SES).
Nos exponemos a un mayor riesgo de padecer alteraciones metabólicas, cardiovasculares, psiquiátricas y neurológicas
Como señala la investigadora del Centro de Investigación Biomédica en Red Fragilidad y Envejecimiento Saludable (CIBERFES), cuando dormimos, aunque una persona esté ligeramente desconectada del entorno, sigue percibiendo los sonidos ambientales y reaccionando fisiológicamente ante ellos. “El efecto del ruido sobre el sueño dependerá de la duración o el número de veces que se produzca el sonido en el entorno, de sus propiedades (intensidad, frecuencia), y también de la fase en la que nos encontremos cuando se produce. Por supuesto, influye la sensibilidad de cada persona. Es importante destacar que, en ocasiones, puede que ni seamos conscientes de que lo que está perjudicando nuestro sueño es el ruido”, subraya Bonmatí.
El impacto del ruido sobre el sueño tiene efectos a corto y largo plazo. A corto plazo, pasan por la alteración del estado de ánimo (“estamos más irritables, con mayor tendencia a la impulsividad”), mayor somnolencia durante el día y menor rendimiento a todos los niveles. En cambio, a largo plazo, los efectos sobre la salud de dormir menos de lo que necesitamos o hacerlo con peor calidad están muy avalados por la investigación médica. “Por ejemplo, nos exponemos a un mayor riesgo de padecer alteraciones metabólicas, cardiovasculares, psiquiátricas y neurológicas, entre otras. Por otro lado, la exposición continuada al ruido nocturno puede conducir a problemas de insomnio, agravando aún más el problema”, enumera la experta, que destaca que la contaminación acústica durante el día también se asocia con un aumento de la presión arterial y los niveles de estrés, así como con un empeoramiento del estado de ánimo. En ese sentido, según datos de la Agencia Europea del Medio Ambiente, se estima que en España la contaminación acústica provoca cada año más de 1.000 muertes prematuras y 4.000 hospitalizaciones derivadas.
“Es importante que los ciudadanos comprendan la importancia del sueño y el descanso de los vecinos y, además, que las instituciones protejan un bien escaso como el silencio”, subraya Mª Ángeles Bonmatí, que apunta que, si a la hora de planificar los usos del entorno se tuviese como prioridad la protección del sueño de las personas, “la situación mejoraría notablemente”.
La portavoz del SES destaca algunas medidas de prevención
- Evitar el uso de maquinaria ruidosa de limpieza viaria, especialmente en horario nocturno.
- Sustituir los vehículos ruidosos de transporte público por modelos eléctricos y vigilar que los privados cumplan con la normativa.
- Reducir el horario y el número de mesas de hostelería en zonas habitadas, exigiendo a sus responsables que no interfieran con el descanso de los vecinos.
- Reducir el volumen permitido en locales con música y evitar el funcionamiento nocturno en zonas habitadas.
- Evitar la organización de espectáculos ruidosos en zonas cercanas a viviendas habitadas, especialmente en horario nocturno.
“Son muchos los ciudadanos que están viendo perjudicados su sueño y su salud como consecuencia del uso inadecuado del entorno urbano durante la noche. Bajo mi punto de vista, necesitamos una sociedad más empática y cívica que sea capaz de respetar el descanso de sus convecinos, y unas instituciones conscientes del problema y que protejan el entorno necesario para el descanso”, concluye Bonmatí.