En los últimos tiempos, los microplásticos están ocupando una gran cantidad de conversaciones, debido a su invasión en múltiples ámbitos de la vida humana. Uno de estos ámbitos es el de la salud. Actualmente, se han encontrado restos de estos materiales enpulmones, intestino, sangre, venas, testículos, vejiga, hígado o corazón. Ahora, nuevos estudios han detectado su presencia en placentas de fetos humanos, a las que han accedido a través de la madre.
Los seres humanos están expuestos a microplásticos a través de tres rutas principales, que son la ingestión, la inhalación y el contacto dérmico. Así, la exposición puede ocurrir a través de varios productos de cuidado personal, como la pasta de dientes o los jabones. Además, las personas están expuestas a través del consumo de alimentos envasados, como los recipientes de comida para llevar, alimentos cubiertos con envoltorios de plástico, bebidas embotelladas, sal, azúcar, miel, frutas y verduras, mariscos y pescados, y bolsas de infusiones. Recientemente se están también identificando nuevas fuentes, incluidas mascarillas faciales y cigarrillos.
Estos materiales entran en el cuerpo y acceden a numerosos lugares como, por ejemplo, las placentas de fetos. En este sentido, en 2021 se detectó por primera vez la presencia de microplásticos en tejido placentario humano, en el estudio “Plasticenta: primera evidencia de microplásticos en placenta humana”. A raíz de este, se publicaron otros que también estudiaron placentas de mujeres sanas, llegando a conclusiones similares.
“Los pocos estudios existentes al respecto, indican que los niveles de microplásticos placentarios se correlacionan con pesos al nacer reducidos y puntuaciones de Apgar de 1 minuto"
“Existen pocos estudios sobre la presencia de microplásticos en tejidos humanos y órganos reproductores, y aún menos sobre sus efectos a corto y largo plazo en bebés. Sin embargo, sí se conoce que, una vez que los microplásticos se encuentran dentro del cuerpo humano, pueden acumularse y ejercer toxicidad localizada, al inducir y potenciar respuestas inmunes, lo que podría reducir los mecanismos de defensa contra patógenos”, ha explicado para ConSalud.es la doctora en química Silvia Díaz-Cruz, Científico Titular del CSIC en el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA).
“Los pocos estudios existentes al respecto, indican que los niveles de microplásticos placentarios se correlacionan con pesos al nacer reducidos y puntuaciones de Apgar de 1 minuto (cuanto menor es la puntuación de 1 a 10, peor es la evolución del bebé después de nacer). Por otra parte, también se ha concluido que la presencia de microplásticos en el meconio está relacionada una menor diversidad de microbiota”, continúa la experta.
Los microplásticos pueden alterar las vías de regulación celular en la placenta, como pueden ser los mecanismos de inmunidad, la señalización de factores de crecimiento, las funciones de los receptores que regulan la comunicación materno-fetal, y la circulación de células durante la gestación. Estos efectos pueden dar lugar a problemas durante el embarazo, como la preeclampsia y la restricción del crecimiento fetal.
En lo relativo a cómo han llegado hasta ahí, estos materiales han aparecido en la placenta debido a su potencial para mudar al torrente sanguíneo y circular por el cuerpo. Desde el sistema respiratorio materno y el tracto intestinal, los microplásticos pueden acceder al torrente sanguíneo y alcanzar la placenta. Esto lo hacen mediante unas células presentes en las mucosas, que actúan como portales de entrada para antígenos y microorganismos hacia el tejido subyacente. Una vez que han llegado a la superficie materna de la placenta, pueden invadir el tejido en profundidad.
“El paso transplacentario de microplásticos puede depender de diferentes condiciones fisiológicas y características genéticas. Esto podría explicar, junto con los diversos hábitos alimenticios y el estilo de vida de las gestantes, la ausencia de microplásticos en algunas de las placentas analizadas y la diferente localización y características de las partículas identificadas en cada estudio”, explica Silvia Díaz-Cruz.
Sin embargo, aún no se conocen con certeza los mecanismosy las fuentes de exposición aunque, de acuerdo con la experta, algunos estudios han asociado la presencia de microplásticos en la placenta y heces con el consumo de agua y el uso de pasta de dientes. En lo que respecta a los microplásticos en heces, la científica comenta que se ha observado que los niños presentan mayores cantidades en sus heces en comparación con los adultos. Esto podría atribuirse al uso casi exclusivo de productos de plástico durante los primeros años de desarrollo, así como a la tendencia a chupar y morder objetos.
“El paso transplacentario de microplásticos puede depender de diferentes condiciones fisiológicas y características genéticas"
“Es importante destacar que la detección en órganos y muestras ambientales está actualmente sesgada hacia los microplásticos debido a limitaciones en las técnicas de extracción y detección. De este modo, dado los límites de detección de los estudios publicados, solo se registraron microplásticos de tamaños de cinco a diez micras”, indica Silvia Díaz-Cruz.
En este aspecto, la científica avanza que en el futuro, los avances en técnicas de detección y estrategias de muestreo deberán enfocarse en la investigación de partículas más pequeñas en tejidos humanos. Así, se evaluará de forma más óptima la distribución de nanoplásticos en los tejidos, algo que, en palabras de la experta, proporcionaría una imagen integral de la exposición real a la que estamos sometidos.
“Seguramente surgirán fuentes adicionales de exposición en el futuro, especialmente con la introducción de nuevas tecnologías (nano) en hogares e industrias, y el desarrollo de herramientas analíticas más avanzadas que nos permitirán determinar lo que aún no podemos. Así pues, está muy claro que la contaminación por micro y nanoplásticos será una preocupación duradera, no solo por el extenso número de fuentes de contaminación sino por su persistencia”, concluye la experta.