La artritis reumatoide (AR) afecta a más de 400.000 personas en España. Se trata de una enfermedad autoinmune caracterizada por la inflamación crónica de las articulaciones, según recoge la Sociedad Española de Reumatología (SER). La rigidez articular, el dolor y/o la fatiga son síntomas comunes de esta patología que, en su mayoría, también afecta a todas las esferas de la vida, y provoca dificultad e imposibilidad de realizar tareas rutinarias con el consiguiente impacto a nivel emocional como la frustración, la ansiedad y el estrés.
La calidad de vida de los pacientes se ve especialmente influida por el dolor inflamatorio que, incluso con reposo, está presente. Permanece hasta cuando el paciente duerme y le acompaña al despertar junto a la sensación de rigidez, según explica José Andrés Román Ivorra, jefe de Servicio de Reumatología del Hospital Universitario La Fe de Valencia. “Incluso hay que hacer un calentamiento, como dicen los pacientes, para poder moverse”, señala. Esta inflamación “altera tanto la vida del paciente” que muchos de ellos dejan de lado sus rutinas por la incapacidad que genera.
"El secreto está en detectar por qué perdemos tolerancia a nuestras propias estructuras, por qué producimos anticuerpos contra nuestras propias proteínas"
Dada la magnitud de la enfermedad, el manejo de la inflamación se convierte en un aspecto clave. Para conseguir este abordaje, el especialista recuerda la importancia de detectar la enfermedad y manejar todos los aspectos que sí son modificables. “El secreto está en detectar por qué perdemos tolerancia a nuestras propias estructuras, por qué producimos anticuerpos contra nuestras propias proteínas y cuál es el motivo por el que esas proteínas se transforman y se convierten en antigénicas”, declara el experto.
EVITAR UN DAÑO IRREVERSIBLE
En este sentido, un control temprano de la patología es clave. “Si somos capaces de controlar la inflamación de forma precoz, seremos capaces de detener el daño estructural”, manifiesta el reumatólogo. Por esto, “todo control del fenómeno inflamatorio, cuanto más pronto, más va a ayudar a evitar ese daño estructural”, añade.
En cualquier caso, y si no se ejerce un control temprano, “no podremos devolver al hueso o al cartílago lo que ya ha perdido”. A partir de este momento, las únicas opciones son las terapéuticas. “No tenemos fármacos que reviertan el daño estructural, pero sí tenemos opciones para frenarlo”, indica el reumatólogo.
HERRAMIENTAS FUNDAMENTALES
Con el objetivo de llegar a un control de la actividad inflamatoria, los especialistas disponen de herramientas que el Dr. Román Ivorra describe como fundamentales. Una de ellas se basa en la exploración y la valoración de las articulaciones afectadas. “Lo tabulamos mediante fórmulas que nos dicen el grado de actividad inflamatoria que tiene la enfermedad y si el tratamiento es correcto o no”, explica.
“Gracias a estos instrumentos podemos hacer un estadiaje acumulado del daño”
Junto a estos marcadores, los especialistas también utilizan técnicas como la radiografía o la ecografía que permiten “evaluar el daño estructural”, comenta el especialista. “Gracias a estos instrumentos podemos hacer un estadiaje acumulado del daño”, matiza.
Por último, Román Ivorra destaca aquellas valoraciones que hace el paciente mediante cuestionarios que permiten conocer no solo como la artritis reumatoide afecta a nivel clínico, sino en todas las esferas de la vida de los pacientes. “Estos cuestionarios son fundamentales para acercarnos él, saber cómo se encuentra y poder ajustar el tratamiento no solamente al grado de inflamación, sino también a su situación individual”, detalla.
LOS RETOS DE LA ARTRITIS REUMATOIDE
Más allá de identificar los factores desencadenantes y disminuir el alcance de la enfermedad con un diagnóstico precoz, el Dr. Román Ivorra apunta dos retos a los que hacer frente. “Si queremos hacer un diagnóstico precoz es muy importante que trabajemos con la atención primaria”, indica. “Es fundamental que los primeros profesionales que reciban al paciente estén sensibilizados con la enfermedad”, reitera.
Por otro lado, el especialista apunta a “conocer muy bien por qué se desarrolla la enfermedad”, es decir, “saber cuáles son las bases del fenómeno inflamatorio y de la activación del sistema inmunológico en esta enfermedad”. Este control permitirá frenar una enfermedad que es mucho más que la inflamación articulator. “El control de la enfermedad va a ser clave, no solamente por conservar nuestras articulaciones y nuestra actividad diaria, sino también para reducir los eventos que la acompañan, tanto cardiovasculares, pulmonares, como tumorales”, concluye.