Una nueva investigación ha descubierto por qué unas vacunasprotegen de por vida y otras no, lo que podría revolucionar la forma de aumentar la duración de la inmunidad de todas las vacunas, según publican sus autores en la revista 'Immunity'.
La pandemia de SRAS-Cov-2 ha ilustrado lo variable que puede ser la duración de la eficacia de las vacunas, que requieren refuerzos periódicos para mantener a las personas protegidas. En comparación, la inmunidad generada por una sola vacuna contra el virus del sarampión puede durar décadas.
Siempre ha sido un misterio científico por qué sólo algunas vacunas protegen de por vida. Ahora, la nueva investigación, dirigida por el profesor David Tarlinton y el doctor Marcus Robinson, ambos de la Escuela Clínica Central de la Universidad Monash (Australia), ha descubierto que la clave reside probablemente en que el organismo produce un subtipo único de célula inmunitaria en respuesta a algunas vacunas, pero no a otras.
"La mayoría de las vacunas funcionan generando altos niveles de anticuerpos contra estos invasores, pero el tiempo que estos anticuerpos persisten en el cuerpo es muy variable según la vacuna"
Las vacunas engañan a nuestras células inmunitarias haciéndoles creer que el cuerpo ha sido infectado. En respuesta, producimos anticuerpos para combatir lo que percibimos como una infección.
Según el doctor Robinson, "la mayoría de las vacunas funcionan generando altos niveles de anticuerpos contra estos invasores, pero el tiempo que estos anticuerpos persisten en el cuerpo es muy variable según la vacuna. Ahora sabemos que la clave está en si las vacunas generan un subtipo especial de célula inmunitaria que produce anticuerpos durante mucho tiempo para combatir la infección indefinidamente", destaca.
Utilizando un modelo animal, los investigadores estudiaron la vida útil de las células secretoras de anticuerpos, identificando marcadores de superficie en estas células que indicaban longevidad. Los científicos utilizaron un método denominado 'timestamping', que permite rastrear células individuales secretoras de anticuerpos a lo largo de toda su vida.
"Descubrimos que las células con marcadores específicos tenían más probabilidades de ser longevas"
"Descubrimos que las células con marcadores específicos tenían más probabilidades de ser longevas. También expresaban patrones de genes muy distintos, por lo que creemos que la longevidad está programada en la célula --explica Robinson--. Estas son las células a las que debemos dirigirnos cuando desarrollemos vacunas que ofrezcan una protección duradera".
Los investigadores también descubrieron que hay un número máximo de estas células secretoras de anticuerpos de larga duración que el cuerpo puede albergar en un momento dado, y que suelen residir en lugares especiales de tejidos como la médula ósea; por tanto, según el doctor Robinson, las vacunas mejoradas tendrán que centrarse en mantener estas reservas de células de acción prolongada.