A nivel mundial, una de cada seis personas de 60 años o más experimentan algún tipo de abuso o maltrato cada año. Una cifra que en el caso de las instituciones, como las residencias, es aún más elevada. A pesar de esto, el abuso de las personas mayores continúa sin ser una de las prioridades a nivel global.
En este sentido la Década de las Naciones Unidas para el Envejecimiento Saludable 2021-2030 ofrece una oportunidad única: 10 años para lograr cambiar de forma radical la forma en la que se aborda y combate el abuso de las personas mayores.
Con motivo del Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez, celebrado el pasado 15 de junio, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha elaborado un documento a través del que describe cinco prioridades para prevenir y responder ante los abusos que sufren las personas mayores:
- Combatir la discriminación por edad
La discriminación por edad se considera uno de los principales factores de riesgo para el abuso de personas mayores, y es uno de los motivos por los que este problema tiene tan poco interés global. En este sentido hay que hablar del concepto “edadismo”, que hace referencia a los estereotipos (cómo pensamos), prejuicios (cómo nos sentimos) y discriminación (cómo actuamos) con las personas en función de su edad.
Entre las acciones propuestas por la OMS destacan la campaña mundial para combatir el edadismo, focalizar las acciones en el vínculo entre la discriminación por edad y el abuso de las personas mayores y realizar investigaciones sobre los enlaces entre la discriminación por edad, otras formas de prejuicios y la discriminación y maltrato a las personas mayores.
- Generar más y mejores datos sobre la prevalencia y sobre los factores de riesgo y protección
Actualmente hay pocos datos sobre la prevalencia del maltrato a las personas mayores, particularmente en los países de medios y bajos ingresos. Motivo por el que la OMS propone a través de su documento alentar a los investigadores a utilizar definiciones operativas claras que hayan sido acordadas por consenso, así como desarrollar un instrumento que permita la medición del maltrato en base a instrumentos ya existentes, como las pruebas cognitivas.
Se pide además realizar una encuesta en un mínimo de 12 países de diferentes regiones con la vista puesta en intentar conformar una fotografía global sobre la situación de los abusos y maltrato a las personas mayores.
La OMS critica que existe una escasez de datos sobre los costes que suponen los abusos y el maltrato a las personas mayores. Contar con datos sólidos sobre este aspecto, más allá de la necesidad de acción moral que implica este problema, contribuiría de forma notoria a hacerlo escalar entre las preocupaciones de las políticas
Uno de los principales objetivos debe centrarse en la generación de más y mejores datos sobre factores de riesgo, especialmente a nivel comunitario y social.
- Desarrollar y ampliar soluciones rentables
Al carecer de datos certeros, actualmente casi no se cuenta con soluciones que estén respaldadas por evidencia. Por eso se propone crear lo que la OMS denomina como “acelerador de intervención” para aumentar el número de soluciones que permitan luchar con el abuso de los mayores, siguiendo la línea de las redes de ayuda y herramientas con las que ya se trabaja, por ejemplo, ante otros grupos vulnerables susceptibles de sufrir distintos tipos de violencia como son las mujeres y los niños.
- Hacer una valoración de inversión para abordar el problema
La OMS critica que existe una escasez de datos sobre los costes que suponen los abusos y el maltrato a las personas mayores. Contar con datos sólidos sobre este aspecto, más allá de la necesidad de acción moral que implica este problema, contribuiría de forma notoria a hacerlo escalar entre las preocupaciones de las políticas.
- Recaudar fondos para abordar el problema
A nivel global existe un amplio consenso sobre el problema de escasa financiación con la que cuenta la lucha contra el abuso y el maltrato en la vejez.
El abuso y maltrato en la vejez tiene importantes secuelas para la salud física y mental de quienes lo padecen, pero también repercute de forma negativa en términos financieros y sociales. Sin embargo, este problema continúa siendo considerado como de segunda categoría y no recibe la atención política, económica y social que requiere.
“Si los gobiernos, las agencias de las Naciones Unidas y las organizaciones de desarrollo, las organizaciones de la sociedad civil, las instituciones académicas y de investigación y los financiadores implementan estas prioridades, podemos reducir la cantidad de personas mayores en todo el mundo que sufren abusos, y contribuir a mejorar su salud, bienestar y dignidad”, concluye la OMS.