Según el Informe Cronos de EsCrónicos,el 45% de la población española mayor de 16 años padece al menos un proceso crónico. Son 19 millones de personas, principalmente mayores de 55 años, que sufren una patología sin cura que les acompaña durante toda la vida. Diabetes, hipertensión, enfermedades cardiovasculares, respiratorias, renales, algunos tipos de cáncer… Estas patologías les dificultan ir a los sitios por su propio pie, precisan de medicación y seguimiento sanitario continuado, y hacen que los pacientes dependan en la mayoría de los casos de sus familiares.
Una situación complicada que se ha agravado más a raíz de la crisis sanitaria, social y económica que vivimos actualmente. “Ha subido la luz. Hablamos de pacientes que se realizan la diálisis en casa, o que tienen hipertensión pulmonar o EPOC y precisan de máquinas. Todos esos dispositivos tienen suministro eléctrico que suponen un mayor gasto”, explica a Consalud.esCarina Escobar, presidenta de la Plataforma de Pacientes (POP).
Además, “también ha subido el precio de los carburantes, lo que ha supone sumar una mayor vulnerabilidad a aquellos que tenemos movilidad reducida y nos es más sencillo ir en coche”, continúa. “Vivimos en la invisibilidad total, no tenemos un marco legal que nos proteja y lo que sucede nos impacta de mayor forma”.
“No me siento abandonada, pero si lo pienso sí es verdad que somos los últimos a los que se les tienen en cuenta”
Las familias dejan de trabajar para cuidar a los pacientes, los ingresos se reducen, la pensión por enfermedad no es suficiente y los gastos no dejan de subir. Ahora, además de la luz y los combustibles también hablamos de la cesta de la compra. Unas cifras que complican la situación de estos pacientes. “Estoy cobrando 530 euros de pensión, además de mi trabajo, para mantenernos a mi hija de 19 años y a mí”, cuenta Alicia, paciente con hemodiálisis domiciliaria y miembro de la Federación de Asociación para la Lucha Contra la Enfermedad Renal (ALCER).
El tratamiento en domicilio es de la misma calidad que en una terapia hospitalaria, sin embargo, el gasto de luz y de agua de los equipos del equipo de la hemodiálisis portátil lo paga ella. “Con la subida pago 20 euros más de luz”. A eso se suma el coste de la cesta. “No podemos comer de todo, tenemos alimentos especiales. Por ejemplo, sé que la verdura natural podría salir más barata, pero yo tengo que comprar en conserva o congelada. Y así con muchos productos más”, detalla Alicia. Para dos personas pagaba 120 euros a la semana de comida, ahora paga 170 euros. “No me siento abandonada, pero si lo pienso sí es verdad que somos los últimos a los que se les tienen en cuenta. A todo el mundo le afecta lo que está ocurriendo, pero a nosotros nos impacta directamente”.
EL PAPEL DE LA TELEMEDICINA
Estos años han traído a los pacientes crónicos no solo una crisis económica, sino también una crisis sanitaria derivada de la pandemia, sumado a un empeoramiento de la enfermedad por la falta de movimiento y del contacto social por miedo al contagio con la Covid-19. Durante los primeros meses de confinamiento no pudieron acudir a los centros de salud y la atención especializada se limitó en muchos casos a atenciones telefónicas, y solo en aquellas situaciones en los que los tratamientos se administraban en hospital, los pacientes podían acudir a la consulta.
Supone establecer máquinas de seguimiento conectadas a la red eléctrica y de Internet de los pacientes, y que se suma al gasto que suponen ya de por sí las máquinas de tratamiento
Para solucionarlo, al igual que se hizo con otros pacientes, se potenció la atención telemática, con videollamadas y llamadas telefónicas con las que los médicos conocían la situación de estas personas. También, siguiendo la estela de los últimos años, se ha potenciado la telemonitorización, para facilitar los seguimientos de los pacientes. Esto supone establecer máquinas de seguimiento conectadas a la red eléctrica y de Internet de los pacientes, y que se suma al gasto que suponen ya de por sí las máquinas de tratamiento.
“La telemedicina está creciendo poco a poco, pero requiere de recursos”, recuerda la presidenta de la POP. La telemonitorización necesita de profesionales sanitarios, pero también de pacientes que puedan permitírselo o, por ejemplo, que tengan “una buena red de wifi, para que no varíe la calidad de atención en cada paciente”.
Es una situación que ha de mejorar, en la que se ha de asegurar la equidad en los tratamientos a los pacientes, y en los que la telemonitorización tenga en cuenta las rentas bajas, la situación de los pacientes crónicos, de su familia… “se ha de hacer de forma rigurosa”, indica Carina Escobar. Más teniendo en cuenta de que aumentan las personas envejecidas y todavía no hay una estrategia para los pacientes crónicos. “Tenemos que armarnos en la situación de hoy, para el futuro, porque cada vez hay más crónicos”, concluye.